La crisis afecta pero no siempre lo hace de la forma prevista. Esto es lo que le ocurre a Guan. En su negocio textil, esta empresaria paga más cara la mercancía por la disminución de la oferta, ya que muchos proveedores han tenido que cerrar; pero con sus precios ajustados ha incrementado la clientela.
Guan sabía que la crisis podía afectar su negocio, pero no de esta manera. Su diminuta tienda de ropa en el distrito Changning de Shanghai, lejos de las avenidas principales donde se exhiben en lujosos locales las grandes enseñas internacionales, siempre ha tenido una clientela fiel. El secreto de su éxito empresarial se basa en dos premisas: por un lado, pocos metros cuadrados en un barrio popular, para adelgazar su coste de arrendamiento.
Por otro, ofrecer ropa femenina de diseño y excelente calidad a buen precio. Para lograr su propósito, Guan contaba con un abanico de proveedores -incluidos los llamados factory outlets- que le abastecían de prendas únicas, algunas con pequeños pero inapreciables defectos. Aunque abundan los locales de este tipo en el corazón de la rutilante Shanghai, sus precios son poco amables.
Más clientes y menos beneficios
Así que, lejos del glamour, la tienda de Guan es un diamante en bruto. La comunidad en Changning es numerosa, así que el local ha atrapado a las jovencitas del barrio desde su apertura. Hasta que la crisis impactó el negocio. "Mi situación es distinta a la de otros comercios. Gracias a los precios bajos, no sólo no he perdido demasiados clientes, sino que ahora tengo más que antes. Ofrezco buena calidad y las clientas quieren ahorrar dinero", apunta esta comerciante de 40 años.
Ahora bien, aunque la demanda sigue intacta, la oferta se le ha descabalgado. Como consecuencia de la reducción de pedidos internacionales, muchos de sus proveedores han tenido que cerrar. "Desde finales del pasado año, muchos fabricantes de Shanghai han ido a la bancarrota, así que ahora es mucho más difícil conseguir una mercancía de calidad a buen precio", asegura Guan. La menor oferta y la mayor competencia de compradores, paradójicamente, ha disparado los precios.
"Tengo que pagar más para conseguir la calidad que busco", continúa. Por tanto, la crisis ha llevado más clientes a su tienda, pero al tener que pagar más por sus compras, su beneficio por prenda ha disminuido considerablemente. Guan no desfallece. "Hay que tener buena actitud. Estoy contenta porque ahora tengo menos beneficio, pero más clientela. Seguro que las cosas van a mejorar y en el futuro ganaré más dinero", zanja la empresaria.