Economía

Así se vive la crisis en China (II): La vendedora de tiempo

Chen Xiao en su casa

Chen Xiao estuvo muy cerca de tirar la toalla cuando la crisis salió a su rescate. Hace tan sólo tres meses coqueteaba con la depresión por los sueños rotos y se planteaba regresar a su Hunan natal, en el sur de China, después de buscar en vano un empleo durante seis meses.

Nueve años atrás había aterrizado en Pekín con la pretensión de convertirse en una diseñadora de moda de éxito. Primero completó sus estudios, luego abrió su pequeña tienda de moda y finalmente se la pegó. La crisis la crujió.

Pero cuando, hace pocos días, abrió la puerta de su casa a El economista, Chen Xiao era un mujer nueva. Sonriente y amable, explica entre caricias a su perro y gato los pormenores de su recién estrenada fama. Ahora se dedica, con 26 años, a vender su tiempo en Internet para realizar los trabajos más diversos. Y a precio de crisis: ocho yuanes (9 céntimos de euro) por ocho minutos; 20 yuanes (2,30 euros) por una hora; y 100 yuanes (11 euros) por todo el día.

Pequeñas ayudas

Todo surgió en Taobao, el e-Bay chino propiedad del portal Alibaba, donde había abierto una tienda virtual y que aprovechaba para escribir sus reflexiones para un público anónimo. "No sé qué hacer", escribió desesperada cuando se confirmó que la apuesta de toda su vida no iba a darle de comer. La reacción de los internautas fue pedirle que hiciera cosas para ellos. "Sobre todo llevar cosas, ayudar a la gente a ir de compras y pequeños recados. Así que me pregunté ¿y si empiezo a cobrar por estos?", explica Chen.

El nuevo servicio parece que está funcionando. "Recibo unos 10 encargos a la semana en mi buzón y con ellos gano unos 3.000 yuanes (340 euros) al mes. Para mi es una seguridad y no necesito mucho más", asegura. Su apartamento, situado en un edificio decadente en un barrio del extrarradio de la capital china, tiene dos habitaciones con mobiliario básico y no desprende nada parecido al bienestar. Pero está contenta por su nuevo modus vivendi. Muchos de los encargos que recibe son para realizar entregas.

También le toca hacer colas en trámites con la Administración o hacer fotos de pisos en alquiler para un cliente potencial con poco tiempo y que la utiliza como primer filtro. "Uno de los servicios más raros que he tenido que hacer es llorar durante una hora y media para un fotógrafo. Me puse a pensar cosas tristes y cuando saltaron las lágrimas el fotógrafo empezó a disparar", recuerda. Tampoco faltan quienes pretenden llegar más lejos. "Un hombre me ofreció 10.000 yuanes (1.130 euros) por una noche, pero en la web queda claro que no hago ese tipo de servicios", zanja.

Aunque, en cierto modo, la crisis le ha ayudado, queda clavada la espinita de no haber podido cumplir su sueño de ser diseñadora de moda. "En China el mercado no busca diseñadores sino gente que copie diseños", se lamenta. Y continúa: "durante muchos años trabajé muy duro pero no he conseguido nada. Así que ahora no sé si tiene sentido seguir luchando por el objetivo que me marqué desde joven". De momento, mientras haya demanda, seguirá ofreciendo sus servicios como vendedora de tiempo. "Soy muy feliz así", concluye antes de despedirse.

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