
Washington, 16 mar (EFE).- Ayudar a los banqueros nunca es una medida popular y si además se habla de las primas millonarias que reciben el apoyo es nulo, pero pese a todo el Gobierno de EE.UU. sabe que sin ellos la economía del país no saldrá del agujero.
La Administración de Barack Obama está en una posición complicada, ya que tiene que defender sus medidas para sacar a flote a los bancos sin ponerse del lado de los banqueros, que son el objeto de la ira colectiva de los estadounidenses.
"La gente está muy enfadada. El clima entre el público es de asco y enojo, y está justificado", dijo a Efe Joshua Feinman, economista jefe de Deutsche Bank Advisors.
El caso que clama más al cielo es el de la aseguradora American International Group (AIG), la mayor receptora de ayudas públicas con más de 170.000 millones de dólares.
El domingo, AIG pagó 165 millones de dólares en primas a los mismos ejecutivos que la llevaron al borde de la quiebra con sus apuestas arriesgadas en los mercados de derivados de crédito.
En la práctica, la empresa abonará esas pagas con dinero del contribuyente y la reacción pública ha sido inexorable, sin importar el partido.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, acusó hoy a la empresa de "irresponsabilidad y avaricia", pero su Gobierno ha admitido que no puede impedir que se den esas bonificaciones, pues estaban estipuladas en los contratos antes de la intervención pública.
El caso hace más difícil para el Gobierno convencer al público y al Congreso de la necesidad de gastar más dinero en apuntalar las cuentas de los bancos, admitió David Min, un experto financiero vinculado al partido demócrata.
Pero la inyección de capital público es un paso imprescindible para que haya una recuperación "sostenible", enfatizó el presidente de la Reserva Federal (Fed) de EE.UU., Ben Bernanke, en una entrevista el domingo.
La misma aparición de Bernanke en un magacín de actualidad de la cadena CBS, algo inusitado, es prueba del afán por persuadir a los estadounidenses de que, por muy amargo que sea usar su dinero para salvar el pellejo de los banqueros que causaron el lío actual, es una píldora que tiene que ser engullida.
"Si tienes un vecino que fuma en la cama y su casa se prende fuego, te puedes decir a ti mismo, 'no voy a llamar a los bomberos, que arda su casa, no me importa'. Pero, por supuesto, ¿qué pasa si tu casa está hecha de madera y está al lado de la suya? ¿Qué pasa si toda la ciudad está hecha de madera?", explicó el jefe de la Fed.
Bernanke dijo que el mayor riesgo es no tener "la voluntad política" para hacer lo que hay que hacer.
Es algo con lo que está de acuerdo David Min, para quien atrasar las decisiones difíciles, como hizo Japón en los años 90, sólo alargará la agonía.
"La prioridad debe ser restablecer el sistema financiero con rapidez", dijo ese experto a Efe.
El Gobierno ultima los detalles de su plan de rescate financiero, aunque ya ha advertido de que podría necesitar más dinero del contribuyente además de los 350.000 millones de dólares que aparentemente quedan en el programa aprobado por el Congreso el año pasado para ese fin.
Feinman augura un gasto adicional de "cientos de miles de millones de dólares", en un momento en el que el déficit está en la estratosfera.
Ello requerirá un gran esfuerzo de relaciones públicas por parte de la Administración, que enfatice que su meta es reavivar el crédito para salvar a la economía palpable, la del maíz, el ladrillo y el ordenador, y no ofrecer dádivas a la economía de la especulación de Wall Street, según los expertos.
"En todo el país hay gente que trabaja duramente y cumple sus responsabilidades cada día, sin el beneficio de rescates del Gobierno y primas multimillonarias", dijo hoy Obama.
Recordó al ciudadano común al anunciar un plan para ampliar el crédito a los pequeños empresarios, en un intento de mostrar que las ayudas no van sólo a los bancos o las grandes corporaciones automovilísticas.
Pronto tendrá que ponerse el casco de bombero y convencer al país de que todas las otras medidas serán calcinadas si no se sofoca el incendio en la casa de los banqueros.