
A partir del próximo 1 de enero la inversión en bolsa dejará de ser un negocio...para la Hacienda pública.
El nuevo Impuesto sobre la Renta acabará con la penalización fiscal que pesa sobre las ganancias obtenidas en operaciones bursátiles gestadas en menos de un año, que los Gobiernos del PP consideraban fruto de la especulación y que, paradójicamente, el PSOE entiende como una simple consecuencia del buen tino a la hora de invertir.
La principal consecuencia del cambio es que mientras el IRPF diseñado por el PP obligaba al contribuyente a declarar esas ganancias a su tipo marginal (entre el 15 y el 45 por ciento), el nuevo impuesto lo integrará en la base del ahorro, con lo que tributará al 18 por ciento, independientemente de la cuantía del beneficio y de su periodo de generación.
Un ejemplo. Imaginemos a un inversor que hubiera adquirido el pasado mes de septiembre un paquete de acciones con valores de distintas sociedades del Ibex 35 por valor de 6.000 euros. Dado que el índice selectivo ha acumulado una revalorización del 16,5 por ciento desde entonces, este inversor habría logrado una plusvalía de unos 990 euros.
El nuevo marco fiscal, más favorable
En el marco fiscal actual, si decidiera vender para hacer efectiva su ganancia Hacienda le podría exigir hasta el 45 por ciento de lo obtenido, si ése fuera su rango de ingresos. El coste fiscal de su venta sería, por tanto, de 405 euros.
Sin embargo, si esperara a la entrada en vigor del nuevo marco fiscal en 2007 para vender y se mantuviera esa revalorización de su cartera de inversiones la cantidad que debería entregar al Fisco descendería hasta 162 euros. El saldo resultante de aplicar a su ganancia el 18 por ciento que el nuevo Impuesto sobre la Renta impondrá como tipo genérico del ahorro.
El beneficio del inversor se ampliaría con el nuevo marco en nada menos que 243 euros, la misma cantidad que dejaría de recaudar Hacienda.
Justificación del cambio
Desde el Gobierno se ha justificado esta cambio en la tributación de los beneficios obtenidos con los valores bursátiles en menos de un año por un afán de dar neutralidad a todos los instrumentos de ahorro y no dirigir la decisión de los ahorradores a través del IRPF.
Sin embargo, para la detractores de la medida la nueva fiscalidad de las acciones supone toda una invitación a los llamados pelotazos, operaciones bursátiles especulativas por las que se obtiene un gran beneficio en muy poco tiempo.
La conveniencia de vender
Si usted, por tanto, ha comprado en bolsa recientemente y se ha beneficiado de la potente revalorización que han experimentado la mayoría de los valores durante los últimos meses, cualquier asesor fiscal le recomendará que, si su intención es vender, espere mes y medio para beneficiarse del mejor tratamiento que le dará el nuevo IRPF.
Sin embargo, esperar para vender no es la mejor solución en todos los casos. A los ahorradores que hayan adquirido acciones en bolsa hace más de un año y también se hayan beneficiado de la escalada bursátil de los últimos meses les conviene vender lo antes posible para optimizar el rendimiento de sus inversiones.
Retomando el ejemplo anterior, si la compra de valores (esos 6.000 euros invertidos en sociedades en el Ibex 35) se hubiera efectuado en septiembre de 2005 la revalorización de los mismos habría sido del 30 por ciento y las plusvalías obtenidas serían de 1.800 euros.
Como la ganancia se habría producido en un periodo superior a un año, Hacienda se llevaría hoy un 15 por ciento del rendimiento obtenido por la transmisión de esos valores, es decir, 270 euros.
Sin embargo, si se decidiera esperar para vender al próximo año, y el valor de las acciones adquiridas no variara, la Agencia Tributaria aplicaría el nuevo tipo del 18 por ciento y el coste fiscal de la operación ascendería a 324 euros.
En otras palabras, los valores adquiridos deberían revalorizarse un punto más durante 2007 (unos 60 euros) para que nos resultara rentable esperar.
Dividendos
El escenario también cambia drásticamente para los dividendos repartidos por las compañías. Mientras en el actual IRPF tributaban a la tarifa general aunque con una reducción del 40 por ciento, a partir del 1 de enero irán a la base del ahorro (18 por ciento, pero sin reducción alguna).
El nuevo Impuesto sobre la Renta protegerá a los pequeños inversores, ya que eximirá de tributación los primeros 1.500 euros ingresados.
El cambio permitirá la aparente paradoja de que las rentas más altas, a las que el tipo impositivo se les reducirá del 45 al 18 por ciento, salgan perdiendo (debido a la eliminación de la reducción del 40 por ciento para los rendimientos obtenidos por esta vía); mientras que las más bajas, a las que se les sube del 15 al 18 por ciento, salgan ganando (ver cuadro), según las estimaciones del REAF.