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Economía

Desequilibrios globales y energía centrarán agenda del G-20

Teresa Bouza

Washington, 17 nov (EFECOM).- El director gerente del FMI, Rodrigo Rato, y el presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, asistirán este fin de semana a la reunión del G-20 en Australia en la que se abordarán temas como seguridad energética y desequilibrios globales.

El G-20 incluye al Grupo de los Siete países más industrializados, el G-7 (EEUU, Japón, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Canadá), y a naciones emergentes como China y la India, además de otros países considerados "sistémicamente importantes", como Arabia Saudí y Rusia.

La Unión Europea es el miembro número 20 de este foro informal que nació en 1999 en respuesta a la crisis asiática de 1997, ante la convicción de que era necesaria una plataforma en la que coincidiesen países ricos y actores clave del mundo en desarrollo.

Su nombre es idéntico, aunque sus funciones y miembros difieren, del Grupo de Veinte (G-20) naciones en desarrollo, que conforman países como Brasil, Bolivia, Guatemala y Paraguay, y que se concentra en temas agrícolas.

El encuentro en la ciudad australiana de Melbourne contará durante los próximos días con algunos de los pesos pesados de las finanzas mundiales, como el presidente de la Reserva Federal estadounidense, Ben Bernanke.

A él se sumarán actores cada vez más influyentes en la arena internacional como el gobernador del Banco Popular de China, Zhou Xiaochuan, que gestiona una de las divisas más polémicas del mundo, el yuan.

La cotización del yuan ha provocado la ira de Washington, que acusa al gigante asiático de manipular su moneda para aumentar su competitividad.

El G-20 tiene previsto dedicar su primera sesión a la economía global, una jornada en la que previsiblemente se abordará la subida mundial de los tipos de interés, así como desequilibrios como el déficit por cuenta corriente estadounidense y su contrapartida: el superávit chino.

China exporta mucho más de lo que importa y recibe tanta inversión extranjera que acumula un superávit de divisas extranjeras de casi 20.000 millones de dólares al mes.

Gran parte de ese dinero se invierte en activos estadounidenses, lo que mantiene el dólar alto y las tasas de interés bajas en EEUU, pero los expertos consideran que se trate de una relación peligrosa que, de interrumpirse, podría hacer añicos la economía mundial.

Por lo demás, y a petición del secretario del Tesoro australiano, Peter Costello, la energía ocupará también un lugar destacado del debate que se mantendrá en Melbourne.

Costello quiere que los ministros y banqueros centrales se pongan de acuerdo en una serie de principios que cuestionen la propia existencia de la Organización de Países Exportadores de Petróleo.

La aprobación de su propuesta se presenta, como mínimo, complicada debido, entre otras cosas, a que el encuentro contará con dos grandes productores petrolíferos, Arabia Saudí y Rusia.

El titular del Tesoro australiano destacó la semana pasada en una entrevista con una televisión local que es necesario asegurar que países con necesidades energéticas crecientes como China e India gocen de suministros a precios realistas, sin que los carteles productores manipulen los mercados internacionales.

Los economistas prevén que el consumo de crudo de China aumente alrededor de un 6,5 por ciento este año y un 5,5 por ciento en el 2007. India también necesitará mayores recursos para alimentar unas tasas de crecimiento que se prevé ronden el 8 por ciento en el 2007.

Los asistentes evaluarán la cotización de las materias primas y el potencial de subida de los precios.

A esos temas se sumarán otros, como los desafíos demográficos, la eficacia de la ayuda internacional y la reforma de organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El ministro de Finanzas indio, P. Chidambaram, será uno de los encargados de hablar sobre la explosión demográfica como representante de uno de los países más poblados del planeta.

Por su parte, Zhou, se referirá al progresivo envejecimiento de la población china ante la política de un solo hijo que abanderan los burócratas de Pekín. EFECOM

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