Pruebas

Mercedes GLC 220 d 4Matic: un SUV de buena familia

El todocamino de la estrella destaca por la suavidad de su motor diésel, la insonorización de su habitáculo y por una puesta en escena bastante cuidada en líneas generales. Como en todo producto premium, el precio va acorde a sus pretensiones.

¿Quién le iba a decir al GLK, ese todocamino de Mercedes tan cuadrado y clásico en sus formas, que iba a cambiar tanto? Cierto es que el primer modelo nació hace ya ocho años y que, por aquel entonces, no existía una oferta de SUV tan amplia como ahora. Sin embargo, no somos pocos los que siempre pensamos que a este todocamino le hacía falta una vuelta de tuerca en diseño. Al menos en lo que se ve desde fuera, que no deja de ser el principal reclamo.

El 2008 Mercedes no había dado aún ese giro radical de estilo que ha terminado posicionando la marca en un lugar diferente al que tradicionalmente había ocupado. Desde hace muy pocos años -el origen se sitúa en el Clase B que salió al mercado a finales de 2011-, la gama se ha renovado y ofrece una puesta en escena mucho más deportiva y moderna, sin duda con una nueva clientela en el punto de mira.

Pues bien, al todocamino que citábamos unas líneas más arriba también le ha llegado su momento. Hace apenas unos meses cambió su diseño cuadrado y carente de dinamismo por uno mucho más redondeado, suave y atractivo. Nada que ver, tanto por fuera como por dentro, donde sigue la tendencia de los Mercedes de última hornada y replica, en este caso, el diseño del Clase C en todo lo que tiene que ver con el salpicadero, la consola central, los relojes, etcétera. También ha cambiado el nombre, que deja atrás las siglas GLK para adoptar las nuevas GLC, que siguen los estándares de la nueva identidad de marca.

Un motor con muchas virtudes

Tras ver que el cambio le ha sentado realmente bien, toca analizar la gama y, concretamente, la versión probada. Quien esté buscando un GLC debe saber que puede elegir entre dos opciones con motor diésel y una con motor de gasolina. Todas ellas se asocian a la tracción integral 4Matic y a un cambio automático de convertidor de par con 9 velocidades. Una oferta sencilla -al menos de momento-, aunque suponemos que bien enfocada a sus clientes potenciales.

Los versiones diésel (220 d y 250 d) rinden 170 y 204 CV, mientras la única versión de gasolina (250) entrega 211 CV. Nos consta que más adelante llegará una variante híbrida para complementar la gama y, muy probablemente, algún motor más potente -como el 350d que estará presente en el nuevo GLC Coupé-. Pero de momento es lo que hay. Y lo cierto es que no está nada mal, incluso en la versión de arranque, que es la que hemos elegido para esta prueba.

El Mercedes-Benz GLC 220 d 4Matic esconde bajo el capó un cuatro cilindros de 2,2 litros, con 170 CV y 400 Nm, que va de maravilla. Es silencioso, suave, gasta poco y se lleva a la perfección con la transmisión automática. Quizá la primera sensación que uno tiene al pisar el acelerador sea de cierta pereza en la entrega de potencia, ya que es un motor pensado para funcionar de la forma más eficiente posible en cualquier circunstancia. Esto quiere decir que en situaciones normales y siempre que se circule de forma relajada, el conjunto propulsor/cambio trabaja en la marcha más larga posible y con un régimen de giro muy bajo, para favorecer la reducción de consumo y emisiones.

En los modos de conducción Eco y Comfort, parece como alguno de los 170 caballos se hubiera escapado de la cuadra, ya que cuentan con un mapa en el que la entrega de potencia es muy lineal en casi todo el recorrido del pedal del acelerador. La cosa cambia cuando se pisa fondo, entonces sí encontramos todo el empuje -y más- que uno espera de un motor así. Evidentemente, con los modos más deportivos, Sport y Sport Plus, así como el denominado Individual que tiene una configuración personalizable, cambia la cosa.

Así que estamos ante un coche cuyo motor es capaz de dar muy buenas prestaciones a demanda pero que, por defecto, da prevalencia a la eficiencia aunque esto suponga ofrecer unas sensaciones algo peores a las manos del conductor. ¿Sus cifras? De 0 a 100 km/h en 8,3 segundos, 203 km/h de velocidad punta, 5 litros de gasóleo cada 100 km... En fin, muy buenos registros para un coche de su tamaño (4,66 metros) y peso (1.845 kilogramos).

En cualquier caso, para quien tenga dudas de que este motor se le pueda quedar escaso, siempre puede optar al 250 d, que eleva la potencia hasta los 204 CV, gasta exactamente lo mismo y apenas incrementa el precio final en 2.000 euros. Decimos ?apenas?, porque estamos hablando de un coche que cuesta cerca de 50.000 euros, por lo que 2.000 euros no representan un porcentaje muy alto sobre el total y, sin embargo, sí pueden cambiar el día a día del usuario por la mejora en prestaciones.

La otra opción está pensada para todos aquellos que huyen del gasóleo, que, por cierto, cada vez son más. El 250 4Matic se mueve gracias a un motor de dos litros, que entrega 211 CV y 350 Nm, con unas prestaciones sensiblemente mejores que las del diésel más potente y con un consumo lógicamente superior. Es el peaje a pagar en el día a día por tener un motor más refinado. Por lo demás, su precio se sitúa a mitad de camino entre los dos diésel, más cerca incluso del 220 d, que es el más barato.

Dinámica y versatilidad

En el apartado dinámico, el Mercedes GLC es un coche que aprueba con nota, pero sin llegar a la excelencia. La versión que ha pasado por nuestras manos no tenía suspensión adaptativa pero sí el tren de rodaje deportivo opcional, sumado a unas llantas de gran tamaño con neumáticos de perfil bajo. Esta configuración, que a la vista resulta muy pintona, en realidad resta agrado de uso en el día a día, ya que los baches, irregularidades del asfalto, badenes y demás se notan más de lo debido. Quizá esperábamos una mejor capacidad de absorción por parte de la amortiguación y, todo sea dicho, una mayor agilidad en los cambios de dirección. Pero no olvidemos que se trata de un vehículo de casi 1,9 toneladas y en estos casos la física siempre sale a relucir.

No obstante, sobre asfalto en buen estado, el GLC con esta puesta a punto de chasis rueda con aplomo y suavidad. La dirección también convence por su rapidez de respuesta y, en líneas generales, podemos decir que es un coche agradable para recorrer largas distancias.

Otro aspecto a analizar es la vida a bordo, algo especialmente relevante para la mayoría de usuarios que eligen un SUV. En este sentido podemos decir que el todocamino de Mercedes es amplio en sus dos filas de asientos. Su habitabilidad es similar a la de algunos rivales directos como el BMW X3 o el Audi Q5 en todo lo relativo a la anchura para hombros o altura para la cabeza. Sí es cierto que el espacio longitudinal para las piernas es algo menor en el Mercedes, pero nada insalvable en cualquier caso.

El maletero sí destaca y se sitúa entre los mejores del segmento con un volumen de 550 litros, que pueden llegar a ser algo más si se reclinan los respaldos traseros a su posición más elevada. Este sistema permite ganar algo de espacio en la zona de carga y, ya de paso, permite a los viajeros encontrar su posición más adecuada. Lo que no tiene el GLC que sí tienen otros competidores es una regulación longitudinal de la banqueta posterior. En cualquier caso, y volviendo al maletero, su portón puede tener apertura manos libres que funciona pasando el pie por debajo del paragolpes y hasta un botón que rebaja la altura de la carrocería en 4 centímetros (sólo con la suspensión neumática opcional) para facilitar la entrada de objetos.

Por lo demás, aparte de amplio y versátil, el interior de este Mercedes tiene una presentación muy agradable a la vista, además de moderna y funcional. Llaman especialmente la atención la pantalla tipo tableta que preside la consola central, así como algunos materiales empleados en puertas, salpicadero y botoneras, que aportan gran sensación de solidez. También nos hemos topado con otros, como es el caso del plástico negro lacado que recubre la consola, que no terminan de convencer. Su tacto y ajuste son algo mediocres, se ensucia con mirarlo y además se marca con relativa facilidad. Una pena encontrar algo así, que contrasta con la finura general del resto del interior.

El Mercedes GLC 220 d 4Matic tiene un precio de partida de 48.050 euros. Una cifra elevada, pero parecida a las de sus rivales alemanes con motor de potencia equivalente, cambio automático y tracción integral. Su equipamiento base es correcto e incluye elementos tecnológicos de última hornada que ayudan a justificar esa factura. Aún así, la lista de opciones es interminable y con una dotación muy apetecible que puede acabar disparando el precio final a cantidades indecentes.

En cualquier caso, nos parece un modelo bastante recomendable para quien busque un SUV premium de este tamaño. Tiene presencia y buenas maneras, un interior agradable y amplio, y además ofrece múltiples opciones de personalización. No obstante, para los posibles insatisfechos, ponemos sobre la mesa otra opción: el nuevo GLC Coupé, una variante más deportiva que acaba de llegar al mercado y que rompe moldes con su carrocería de tipo coupé, al estilo X4 de BMW, Es más cara a igualdad de condiciones y pierde algo de practicidad (espacio interior y maletero), pero gana en imagen y -suponemos- en cualidades dinámicas.

Lo más destacable

-Amplitud interior

-Respuesta del motor diésel

-Insonorización del habitáculo

Lo mejorable

-Suspensión algo seca

-Sin opción a tracción a un sólo eje

-Precio elevado

FICHA TECNICA

-Motor: gasolina, 4 cil, 2.143 cc

-Potencia: 170 CV a 3.000 - 4.200 rpm

-Par motor: 400 Nm a 1.400 - 2.800 rpm

-Consumo mixto oficial: 5,0 l/100 km

-Transmisión: auto, 9 vel.

-Maletero: 550 litros

-Velocidad máxima: 210 km/h

-Aceleración 0-100 km/h: 8,3 segundos

-Precio: 48.050 euros

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