Tiene un gran maletero, buenas prestaciones y unas terminaciones muy correctas. A veces, sólo a veces, los generalistas son capaces de sacarle los colores a los premium. El Skoda Octavia Combi es un buen ejemplo de ello.
Se trata de la variante familiar de la berlina checa. Dentro de la gama ocupa el escalón intermedio entre un Fabia Combi y un Superb Combi, muy compacto el primero y enorme el segundo. Por sus dimensiones podríamos decir que se encuentra a caballo entre las medidas típicas de los segmentos C y D, sin embargo, su habitabilidad lo acerca más al segundo. Es decir, que es un coche muy bien aprovechado, como demuestra no sólo su amplio habitáculo sino también su generoso maletero de 610 litros de capacidad.
El Octavia se asienta sobre la plataforma modular MQB, la misma que sirve de espina a dorsal a los Volkswagen Golf, Audi A3 y Seat León, entre otros. También el Volkswagen Passat utiliza esta estructura, aunque en su caso se trata de una variante y no de la MQB propiamente dicha. ¿Qué queremos decir con esto? Que el Skoda parte de una muy buena base, pero no sólo eso. Muchos de los componentes que recubren su interior, muchos de los botones y mandos que sirven para el manejo de las diversas funciones y, como no, todos los motores que le impulsan, los podemos encontrar en cualquier modelo del grupo Volkswagen.
Que Skoda -y Seat- son las marcas más humildes del grupo es una realidad, pero que este Octavia tiene un nivel de calidad elevado y una puesta en escena más que convincente, también lo es. De hecho, salvo por aspectos muy concretos, nos costaría encontrar argumentos de peso para recomendar un Golf Variant antes que el modelo de esta prueba. Quizá sea un buen momento para quitarnos ciertos prejuicios y asumir que los productos de Skoda son tan buenos -o casi tanto- como los de las firmas que se cuelgan la etiqueta de premium.
La balanza dicta sentencia
El Octavia Combi que hoy sometemos a prueba es el 2.0 TDI 150 con cambio manual de seis velocidades. Una versión bastante equilibrada y completa, que esconde más argumentos a favor que en contra. Los analizamos a continuación.
A favor:
- Ergonomía: como sucede con la mayoría de coches del grupo, es fácil encontrarse cómodo a los mandos de un Octavia. La postura al volante, el tacto de la dirección, del cambio, de las diversas funciones... todo parece haberse diseñado para hacer la vida a bordo lo más agradable posible.
- Amplitud: comparado con la berlina, el Combi ofrece más espacio en las plazas traseras y su maletero crece hasta los 610 litros, una capacidad que destaca entre los familiares de su segmento.
- Versatilidad: el plano de carga se sitúa más bajo de lo normal (a 64 centímetros del suelo) y los asientos traseros se abaten de una manera fácil y rápida. Por ello y porque su portón deja una superficie amplia, cargar objetos en su interior es muy cómodo.
- Simply Clever: quien esté familiarizado con la publicidad de la marca habrá oído hablar de estas dos palabras, que se han convertido en el eslogan de Skoda y que hacen referencia a una serie de soluciones enfocadas a hacer más cómoda la vida del conductor y los pasajeros. Son simples, pero eficaces.
- Motor: el TDI de 2 litros de cilindrada y 150 CV mueve al Octavia con energía, mientras su consumo medio en condiciones reales puede acercarse a los 5 litros cada 100 kilómetros si se conduce de forma suave. Un auténtico devorador de kilómetros, que también se puede elegir con cambio automático DSG de seis velocidades o con tracción total.
- Precio: si se establece un listado comparativo entre las berlinas familiares equiparables, este Skoda sale bastante bien parado por su relación entre precio, equipamiento y versatilidad.
En contra:
- Diseño y acabados: este es, quizá, uno de los puntos débiles del Octavia Combi. Correcto, pero sobrio en sus formas, el modelo checo se sirve de una serie de materiales, tapicerías y recubrimientos menos vistosos que los que podemos encontrar, por ejemplo, en un Volkswagen. Si alguien se pregunta por las diferencias entre una marca premium y una generalista, aquí puede encontrar parte de la respuesta.
- Sonoridad: enlazando con lo anterior, los ruidos de rodadura y del motor se hacen más patentes en este coche que en otros rivales de su categoría. Hay que decir que en este apartado son muchos los fabricantes que están poniendo especial cuidado en hacer la vida a bordo más suave y silenciosa. Pensamos que estos logros deberían llegar también a Skoda, que aún debe recorrer cierto camino para estar a la altura.
En definitiva, tenemos un vehículo familiar amplio pero con unas dimensiones razonables, con tacto de chasis confortable y aplomado, que puede disponer de una amplio listado de equipamiento de confort y tecnológico (a golpe de talonario, claro), que no tiene aires de grandeza aunque sí es todo lo servicial -o más- que uno espera. Que quede claro que no es perfecto, pero sí puede presumir de ser un coche muy sincero y racional, que no dudamos tendría más éxito del que tiene si en su frontal no tuviera el logo de Skoda. Porque ya sabemos que la 'marquitis' y el aparentar a veces se convierten en los enemigos de la compra inteligente.
FICHA TÉCNICA
Motor: diésel, 4 cilindros, 1.968 cc
Potencia: 150 CV a 3.500-4.000 rpm
Par motor: 320 Nm a 1.750-3.000 rpm
Consumo mixto oficial: 4,0 l/100 km
Transmisión: manual, 6 velocidades
Dimensiones: 4,659 m / 1,814 m / 1,465 m
Maletero: 610 litros
Velocidad máxima: 216 km/h
Aceleración 0-100 km/h: 8,5 segundos
Precio: desde 23.970 euros