
Los Ford pick-up de la Serie F ostentan un récord inconcebible desde el punto de vista europeo. Ha sido el automóvil más vendido en Estados Unidos durante 35 años consecutivos y el que más se ha vendido entre los de su clase durante otras 40 temporadas.
Genuinamente americano, el F150 ha sido presentado en el Salón de Detroit en su nueva generación 2018 tras haber experimentado un facelift general. Hasta aquí todo es normal en el transcurso de los acontecimientos. Pero lo que ya no es tan normal, e incluso raya lo desconcertante, es que la nueva gama incluye un nuevo motor... ¡diésel!
Hasta ahora los motores de gasóleo se habían circunscrito a las versiones de chasis alargado F250 y F350 para transportar cargas pesadas, pero nunca se habían utilizado para el popular e icónico F150 de caja abierta. De hecho, sorprende que, mientras en Europa se demoniza y se prohíbe este tipo de motores, en Estados Unidos, donde apenas hay coches diésel, lo introduzcan ahora en su modelo más popular.
Fabricado por PSA
Para más escarnio, el origen de este motor es de procedencia europea ya que se trata del viejo V6 HDi desarrollado por Ford en colaboración con el grupo PSA para motorizar hace más de una década al Jaguar S-Type AJD-V6 y las versiones altas de los Citroën C5 y Peugeot 607. Ahora, la marca norteamericana ha recuperado este veterano V6 y lo ha rebautizado como Power Stroke para ser montado en el nuevo F150, apoyado por una moderna caja de cambios automática de 10 velocidades. De hecho, mejorado y puesto al día en varias ocasiones, este bloque V6 de 3.0 litros sigue en activo con excelentes resultados y cumpliendo las últimas normativas medioambientales en diversos modelos de Jaguar y Land-Rover.
Pero lo que parece más contradictorio en esta decisión es que se ha tomado por cuestiones medioambientales. En efecto, los ahora vilipendiados motores diésel tienen una gran ventaja y es que siguen consumiendo bastante menos que sus homólogos de gasolina. Además, a igualdad de potencia, liberan menos CO2 a la atmósfera. Suficiente para plantar cara a los motores de gasolina de la nueva gama F150, un V6 Turbo 3.3 y un V8 5.0 atmosférico, que son mucho más ávidos de combustible.
Resulta verdaderamente paradójico que hayan sido las estrictas leyes medioambientales norteamericanas, sobre todo la establecida en California, las que hayan obligado a introducir un motor diésel, tan denostado en este momento, en un vehículo ligero como es el superventas F150.