
Mucho han cambiado las cosas en el mundo de los neumáticos. Antes, se trataba de ofrecer agarre, durabilidad y seguridad, ahora la idea va más allá: ruedas conectadas y capaces de funcionar como hélices en coches voladores. Así son las innovaciones que preparan los principales fabricantes para los próximos años.
Si hubiera que hacer un listado de inventos fundamentales en la historia de la Humanidad, sin duda, la rueda debería ocupar un lugar destacado. Está catalogada como una máquina simple, y aunque no deja de serlo por concepto, lo cierto es que su aporte ha sido tremendamente esencial. Desde aquellos vetustos carruajes del segundo milenio antes de Cristo hasta el más cercano siglo XIX, que fue cuando se descubrió el caucho y se llenó de aire por primera vez un neumático, hay todo un mundo. Pero más grande aún es la brecha que se ha producido en los últimos 100 años. Es precisamente en este periodo cuando la investigación ha dado un vuelco a la rueda, que ha dejado de ser un mero elemento de contacto con el suelo para convertirse en algo que hasta hace bien poco ni podíamos imaginar.
Así pinta el futuro
De las innovaciones que hablaremos a continuación, algunas son ya una realidad y otras todavía suenan a película de ciencia ficción. Estas últimas, no obstante, muestran por dónde irán los tiros en un futuro relativamente cercano. Empezando por lo más tangible, cabe citar a Michelin y su recién presentado track connect, que es el primer neumático conectado del mercado. Gracias a una serie de sensores, la rueda es capaz de registrar y enviar datos tales como la presión y la temperatura a un dispositivo móvil que tenga instalada la aplicación pertinente. Esto es algo que no suena a nuevo en el mundo de la competición, pero desde ahora también es posible sentirse piloto en las tandas de track day con los compañeros de batallas circuiteras.

Otro fabricante que se toma la innovación muy en serio es Hankook, que ha desarrollado dos modelos (Hexonic y Aeroflow) que miran directamente hacia el futuro de la automoción. Hexonic es un concepto de neumático inteligente que ayuda al vehículo a ofrecer la máxima comodidad durante la marcha, escaneando y analizando la calzada en tiempo real con siete sensores repartidos por toda su circunferencia. Así, registra condiciones de la carretera como la adherencia, la temperatura y el estado, para adaptar debidamente la banda de rodadura a cada situación. Por su parte, Aeroflow es un neumático concebido para optimizar la carga aerodinámica. Para ello, cuenta con una carcasa especial, con capacidad para hacerse más o menos grande y así aumentar el agarre. Las ruedas llevan álabes de turbina para absorber el aire durante la marcha y generar a partir de ahí carga adicional si fuera necesario. Esto es algo poco frecuente, ya que el concepto de carga aerodinámica no suele estar presente en el desarrollo de los neumáticos.

Y siguiendo esta senda llegamos hasta el departamento de I+D de Goodyear, un fabricante con 120 años de historia, que ha pensado en los desafíos que plantearán las ciudades del futuro y ha desarollado un producto realmente complejo.
Bajo la denominación Goodyear Aero se esconde un neumático pensado para esos coches autónomos y voladores que –se supone– sobrevolarán nuestras cabezas dentro de poco tiempo en el día a día de las grandes ciudades. Lo que tienen de especial es que pueden funcionar como un neumático tradicional en la carretera y como un sistema de propulsión en el aire. Pero, ¿cómo es esto posible? La respuesta está en las propias características que lo definen. En primer lugar, su diseño multimodal de rotor de inclinación permite que pueda actuar como una rueda normal que transfiere y absorbe fuerzas en el asfalto, pero también como un sistema de propulsión que proporciona elevación, simplemente cambiando la orientación.

La clave está en los radios, que son capaces de soportar el peso del vehículo e incluso de funcionar como elemento de amortiguación, pero también pueden actuar como las aspas de un ventilador cuando el vehículo va volando. Más allá de esto, el Goodyear Aero integra varios sensores de fibra óptica para monitorizar las condiciones de la carretera, el desgaste y la integridad estructural. Y como colofón, este prototipo dispone de inteligencia artificial (sí, como suena) gracias a un procesador que analiza flujos de datos relativos al propio neumático, a la comunicación vehículo a vehículo y vehículo a infraestructura, para recomendar una acción determinada e identificar y resolver posibles problemas relacionados con los neumáticos de una manera predictiva, antes incluso de que ocurran.