Motor

Jeep Wrangler Rubicón, la excelencia de un 4x4 de verdad ante la "invasión SUV"

En estos tiempos SUV en que el mercado es casi exclusivo para coches cómodos y funcionales resulta una auténtica gozada "volver" al concepto 4x4 total.

Hoy en día resulta casi un lujo poderse subir en una berlina "de verdad", en un cupé "de verdad" o en un todoterreno "de verdad". La voracidad insaciable del segmento SUV, o incluso de las nuevas propulsiones electrificadas o gasificadas, han "reducido" el mercado del automóvil a coches "normales" y con carrocería elevada. Así de triste.

Por eso, subirse en un Jeep Wrangler es, a día de hoy, un soplo de aire fresco, y eso que hablamos de un modelo que lleva entre nosotros desde la Segunda Guerra Mundial en espíritu (es el sucesor de aquel mítico Willys), y de facto desde 1987.

Por ello, y aunque a muchos les pueda parecer una pasada de precio pagar casi 60.000 euros por un vehículo que es evidentemente incómodo para el uso día a día (muy alto, muy ruidoso, muy incómodo de acceder a las dos filas de asiento, materiales poco "premium"...) los auténticos "amantes" del 4x4, no los millones de conductores que se han subido a la moda SUV, definen al Wrangler como el coche de sus sueños.

Y aún así, el Wrangler ha mejorado notablemente su comportamiento sobre asfalto, principalmente porque por primera vez Jeep ha montado en el Wrangler un diferencial central, con lo que el vehículo, si bien sigue dejando claro que está concebido para el "off-road" casi en exclusiva, ofrece una cierta dosis de "comodidad" al circular por carreteras. Su dirección, bastante dura, como no puede ser de otra forma, se hace notar en las curvas muy cerradas. Pero, una vez más, hay que tener en cuenta qué vehículo se está conduciendo.

"Rock-Trac", tracción exclusiva

El Rubicón es el tope de la gama Wrangler (convive con los acabados Sport y Sahara). La principal diferencia es que el modelo bautizado por un pequeño río en Italia famoso en la época del imperio romano cuenta con su propio modo de sistema de tracción total conectable, denominado "Rock-Trac", que le confiere de unas capacidades todoterreno a nivel casi extremo. Y solo hace falta meterlo por algún camino complicado para darnos cuenta de que ese es el terreno para el que ha nacido el Wrangler Rubicón. Es difícil describirlo con palabras, pero podemos decir que se "siente" la fuerza del vehículo justo debajo de nuestras posaderas. Aunque el terreno sea resbaladizo las poderosas ruedas del Rubicón se agarran con fuerza, y sobre todo con seguridad, a cualquier resquicio de las piedras o rocas por las que circulemos, y en ningún momento sentimos la preocupación de "por ahí no paso". Huelga decir que por caminos de tierra o incluso de arena no muy profunda, el Wranger va casi sobre raíles.

En cuanto a la carrocería, solo decir la auténtica gozada que supone el poder desmontar techo e incluso puertas para que la aventura (principalmente veraniega) sea absoluta.

La versión que probamos del Rubicón era la diésel de 200 CV, poderoso y suficiente para toda clase de caminos, pero también está disponible un motor de gasolina de 270 CV, que además está asistido por un pequeño motor eléctrico. Como vemos, los voltios llegan también a lo más alto de las montañas. En ambos casos, el precio parte de los 57.300 euros.

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