Afrontar las graves consecuencias del tráfico y de la contaminación en las grandes ciudades es uno de los principales problemas de los gobiernos locales españoles. Por ello, llevar a cabo una adecuada gestión del transporte público es uno de los mayores retos a los que se enfrentan las ciudades modernas, atestadas de coches privados y sus altísimas emisiones de gases contaminantes.
En estos momentos ya hay cinco ciudades españolas -Madrid, Barcelona, Valencia, Murcia y Granada- que superan el valor límite anual de protección a la salud de la OMS por concentración de NO2 en microgramos por metro cúbico/día. Ciudades italianas están prohibiendo el uso de vehículos privados y otras tantas europeas ponen en marcha medidas drásticas acuciadas por el invierno seco, cálido e insólito que estamos pasando.
De las cinco ciudades españolas, solamente Madrid sobrepasa el valor límite horario de contaminación fijado para que las emisiones no superen más de 18 horas al año la concentración de 200 microgramos por metro cúbico. Esta situación evidencia la necesidad de una solución urgente.
Fomentar el transporte público para reducir el alto nivel de contaminación que estamos sufriendo actualmente es una alternativa sensata pero no suficiente. Los autobuses también contaminan y mucho si no son de flotas modernas. Contar con transporte público que no colabore en la emisión es fundamental y necesario. Sin duda, la solución tiene relación directa con la movilidad eléctrica.
La contaminación por dióxido de carbono (CO2) en España se ha incrementado en 2015 un 55,52 por ciento respecto al año anterior, según el informe elaborado por el Observatorio de la Electricidad, perteneciente al Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
En concreto, la contaminación producida por los autobuses es especialmente alta. En Madrid, el 17 por ciento de la contaminación por óxido de nitrógeno lo producen autobuses de la Empresa Municipal de Transporte (EMT). No sería muy difícil extrapolar estas cifras a algunas otras ciudades españolas en las que el parque móvil de transporte público está más obsoleto.
Además de ser preocupantes, estos datos nos obligan a pensar en la urgente necesidad de una búsqueda de soluciones que fomenten la eficiencia energética del transporte público en España como ya lo están haciendo muchos otros países europeos en ciudades como Berlín, Mannheim, Braunsweig, Brujas?
Estas ciudades han buscado en sistemas como Primove, de Bombardier, para fomentar la movilidad eléctrica ante la necesidad de un sistema de transporte eficiente y libre de emisiones que fuera sostenible y competitivo.
Por ejemplo, en Brujas el único medio de transporte público son los autobuses, el vehículo que más contamina. Con un centro histórico reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, esta ciudad tomó la acertada decisión de empezar a cambiar el autobús convencional por un autobús eléctrico en favor de un transporte sostenible, lo que supuso, además de una importante reducción de emisiones, una notable mejora de su entorno urbano.
En todas estas ciudades europeas los resultados ya han puesto sobre la mesa una importante reducción de CO2. Con el proyecto de Mannheim, Primove ha hecho de la movilidad sostenible una realidad. Los dos autobuses eléctricos de Mannheim permiten un ahorro de 180 toneladas de CO2 al año, lo que equivale a las emisiones de 74 coches particulares.
En Berlín, la flota de autobuses provista con este sistema permitirá un ahorro aún mayor, evitando la emisión de 260 toneladas de CO2 al año.
Movilidad eléctrica
Los desarrollos tecnológicos avanzan a pasos agigantados en lo referente a la sostenibilidad, la eficiencia energética y la reducción de emisiones. Con las conclusiones de la Cumbre de París de telón de fondo cabe buscar de forma inmediata qué soluciones tecnológicas podrán adaptarse mejor a las necesidades y realidades de cada país, de cada ciudad.
La carga electromagnética de sistemas como Primove no son una utopía sino una realidad que ya está funcionando. En este caso, esta tecnología, que funciona por inducción magnética aplicada a la movilidad eléctrica, reduce las emisiones locales de CO2 a cero y es capaz de suministrar energía a todo tipo de vehículos eléctricos sin necesidad de cables ni enchufes.
La recarga es automática: la tecnología detecta el vehículo, transmitiéndole por inducción una carga parcial a sus baterías que le permiten continuar su recorrido. La carga de las baterías puede realizarse tanto en parada como en movimiento ya que, de forma invisible desde el exterior, transfiere sin contacto la corriente a unas baterías de litio. Gracias a la función de detección de vehículos, el proceso, totalmente automático, no necesita la intervención del conductor.
Tampoco requiere de instalación de líneas de alta tensión ¬lo que supone un importante ahorro económico además de ser mucho más seguro¬ puede utilizarse con cualquier tipo de vehículo de energía eléctrica, consiguiendo una recarga constante y rápida. Además, su ubicación bajo el asfalto asegura un mantenimiento mínimo, eliminando así el desgaste exterior y riesgo de sufrir actos vandálicos.
Nos consta que ciudades españolas como Barcelona, Madrid, Bilbao o Valencia se están planteando la necesidad de implementar en la flota de sus autobuses municipales este tipo de tecnología ya que les permitiría reducir de forma drástica los niveles de contaminación y optimizar el sistema y los costes a largo plazo.
En este caso los autobuses funcionarían con baterías modulares pequeñas y poco pesadas que se integran en cualquier lugar del vehículo y con capacidad para cargar electricidad hasta tres veces más rápido.
La ubicación de las estaciones de carga inalámbrica se establece en función de las paradas más adecuadas a lo largo de las rutas, para que la flota no tenga que cambiar de rumbo o ampliar los tiempos de espera para recargar. Mediante la incorporación de recargas de alta potencia en los puntos más convenientes a lo largo de las rutas, se garantiza una óptima disponibilidad de las flotas.
Este tipo de sistemas permiten reducir los costes operativos al mismo tiempo que se cuida el confort de los pasajeros porque la conducción es mucho más uniforme y con menos vibraciones. Los vehículos cargan sus baterías de forma silenciosa y efectiva, sin los ruidos y las emisiones de CO2 del diésel, logrando un viaje cómodo y agradable.
La realidad es que en España varias compañías de transporte urbano llevan tiempo buscando fórmulas para trabajar con autobuses híbridos o eléctricos. El problema hoy en día es que necesitan cables para cargar el vehículo. Soluciones como Primove consiguen eliminar este problema y, por lo tanto, tener un gran futuro en nuestro país. Estamos convencidos de que esto es el principio de un cambio muy importante en la movilidad, para tranvías, autobuses, camiones y coches.
No olvidemos que el objetivo de los sistemas de movilidad eléctrica es el de fomentar la existencia de ciudades libres de emisiones, sin contaminación y sin ruidos, y ahora más que nunca -a la vista de los últimos datos- las ciudades españolas necesitan apostar por estas soluciones tecnológicas.
Javier Hinojal es responsable de Desarrollo de Negocio, Comunicación, Marketing y Ventas de Bombardier Transportation en España