
El escándalo generado alrededor de Volkswagen después de que la compañía admitiera que ha trucado durante años sus motores diésel 2.0 TDI amenaza con enterrar de una vez por todas este combustible en Estados Unidos.
Allí estalló el 'Vokswagengate' y es precisamente en aquel mercado donde peor podría ser el efecto para el sector. Porque, a diferencia de lo que ocurre en Europa, y sobre todo en España, en Estados Unidos los coches diésel representan una pequeña parte de las matriculaciones.
Por qué no hay casi diésel en EEUU
El gasóleo es un combustible que en Estados Unidos ha sido demonizado durante décadas: en los años 70 y 80 los vehículos diésel irrumpieron tímidamente en el mercado norteamericano, pero el poco desarrollo que ofrecían y lo altamente contaminantes que eran acabaron haciendo que pasaran a ser una muy discreta minoría limitada casi a modelos de camiones (es clave su mayor par motor). El gravamen fiscal ha sido también, tradicionalmente, clave en ese ostracismo, pues este hace que, a diferencia de lo que ocurre aquí, el gasóleo sea sensiblemente más caro que la gasolina en Estados Unidos.
En la última década, con el avance de la tecnología aplicada a mecánicas alimentadas de gasóleo y el alza del precio de los combustibles, las ventas de coches diésel habían experimentado un leve crecimiento en Estados Unidos, si bien la cuota de mercado nunca ha llegado a superar el 5% del total de ventas. Esa tímida subida vino acompañada del desembarco de una mayor oferta en el segmento, con cada vez más modelos diésel que trataban de dar respuesta a la creciente demanda.
Sin embargo, más recientemente, el auge de automóviles propulsados por energías alternativas (híbridos y eléctricos, principalmente), más limpios y eficientes, había detenido en seco las aspiraciones de los diésel, que veían cómo aquellos se acercaban en volumen de ventas.
Por si fuera poco, ahora el escándalo de los motores trucados ha golpeado duramente al sector. Tras la trampa descubierta, el Grupo Volkswagen, principal importador de coches diésel en Estados Unidos tras su incursión en este terreno a principios de la década, ha decidido suspender las ventas de modelos con los motores 2.0 TDI investigados, lo que ha despertado el recelo de los consumidores.
¿Y si se endurecen las exigencias?
Por ello, cabe también esperar que a raíz de este caso, las autoridades estadounidenses endurezcan sus exigencias a los coches diésel y empiecen a ser más estrictas en su regulación.
Ayer, Auto Bild desvelaba que una prueba del instituto de pruebas internacional ICCT (International Council on Clean Transportation) concluía que el BMW X3 con el motor 2.0 TDI emitía hasta 11 veces más de lo permitido en la Unión Europea. Ello no quiere decir que la firma bávara, como ya se ha apresurado a desmentir, también haya trucado sus motores, pero sí alerta de una de las prácticas sospechosas de ser fraudulentas en la industria del automóvil: la homologación de coches en condiciones que se alejan mucho de las habituales en el caso de un conductor ordinario.
Si un fabricante declara en la ficha de un coche que este emite equis NOx (gas contaminante) y resulta que en realidad emite diez veces más, el desfase podría alertar a las autoridades de que las emisiones de los automóviles no se ajustan al límite permitido y podrían exigir pruebas más realistas.
No sería improbable, entonces, que a las marcas no les conviniese seguir apostando por el diésel y este volviera al 'rincón' en el que estuvo 'castigado' durante décadas, quizás ya para no volver.