Motor

Carreras 'a lo Fast & Furious' en Cuba: la apertura da alas a los locos del motor

Fueron prohibidas en 1959 por el Gobierno de Fidel Castro tras el triunfo de la Revolución, pero la creciente apertura impulsada por su hermano Raúl ha vuelto a darles alas: las carreras de coches 'a lo Fast & Furious' regresan a La Habana, como da buena cuenta un reciente documental.

Havana Motor Club, una obra dirigida por el neoyorquino Bent-Jorgen Perlmutt y estrenada en el Festival de Cine de Tribeca 2015 en abril, narra cómo un grupo de entusiastas del motor trabajan para traer de vuelta las 'drag races' a Cuba más de medio siglo después de ser prohibidas por ser, según el régimen de Castro, peligrosas y elitistas.

En el filme, puede verse cómo cada miembro construye su propio coche a partir de piezas importadas y rescatadas de otros vehículos; creaciones propias que tienen como meta superar el rechazo por parte del régimen de la cultura del automóvil.

Los riesgos son reales: los corredores conducen sus coches por las calles de La Habana en busca de buenas calles que sirvan como pistas rectas, pero han de tener cuidado de por dónde circulan, pues la policía puede llegar a detenerles y confiscar sus coches si son atrapados.

Mucho más que carreras de coches

Corredores como Jote, Rey o Tito discuten sobre qué coche es mejor, pero la mayor parte de la película les muestra viajando y visitando garajes de los demás, asistiendo a reuniones del club e intentando localizar posibles pistas de carreras.

Las conversaciones de la película dicen mucho acerca de cómo las reformas recientes en Cuba, que contempla para los ciudadanos derecho a la propiedad y libertad de empresa, han alimentado sus deseos de organizar una carrera reconocida oficialmente.

Por si fuera poco, el documental se enriquece con música cubana, colores atractivos y muscle cars americanos muy bien rodados. En definitiva, más allá de las carreras de coches, la película muestra qué se siente al sacrificar y luchar por algo incierto y demuestra que a veces el esfuerzo tiene más que ver con la devoción diaria que con el objetivo final.

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