Motor

El coche, ¿un producto o un servicio?

Seis de cada diez europeos y siete de cada diez americanos son poseedores de un coche. Ello hace que en los países desarrollados la industria siga esforzándose en la renovación del parque automovilístico más que en incrementar su penetración.

Dichos esfuerzos siguen centrándose en atender las demandas tradicionales del cliente: calidad, seguridad o precio. Y más recientemente otras como, apostar por las bajas emisiones, la conectividad o el diseño. Esto les lleva a una constante inversión en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías para mejorar los procesos productivos y sus modelos.

Este enfoque, adecuado durante décadas, ha funcionado en un escenario donde, muchos de nosotros, al cumplir la mayoría de edad, hemos soñado con el momento de entrar en un concesionario, ver el "coche de tu vida" y tomar la decisión de comprarlo.

Sin embargo, la industria poco a poco deberá dar respuesta a las nuevas tendencias y, sobre todo, las preferencias que emergen entre las generaciones más jóvenes. Hoy, muchos están demostrando que prefieren las experiencias a la posesión, tendencia agudizada en gran medida por las posibilidades en el uso de las nuevas tecnologías. Un móvil de última generación con acceso a todo un universo de experiencias resulta cada vez más atractivo que, por ejemplo, tener en propiedad un determinado vehículo.

Además, hoy todo está en la nube, ¿por qué voy a poseer un disco, un libro, una película o un videojuego cuando lo tengo disponible en la red? Lo que prima es la experiencia de oír el disco, leer el libro, ver la película o jugar en el móvil, más que en poseer el objeto.

El mundo del automóvil no se queda atrás, y lo fundamental empieza a ser el uso del coche, no su posesión. Por ejemplo, ¿quién me proporciona un coche online?

La iniciativa no es nueva. Hay multitud de nuevas empresas de servicios que, bajo el denominado car sharing (termino anglosajón heredado del más famoso time sharing que tanto éxito tuvo en nuestro país con la venta de apartamentos a tiempo compartido y cuyo luctuoso final no quiero augurar a estos nuevos emprendedores), están operando ya en muchas de nuestras ciudades. Los trámites son sencillos y en pocos minutos se puede acceder al uso de un coche por el tiempo que lo vayas a necesitar: horas, días o semanas. El precio es asequible y sumamente cómodo por el hecho de que al no poseer el coche, tampoco experimentas sus esclavitudes: revisiones, seguro, mantenimiento...

Es así como el coche pasaría de ser un producto que se posee y se desea, a ser un servicio cuyo uso nos cubre una necesidad.

Sin embargo, aún bajo este escenario, que si bien hoy es incipiente y no dudo que en un futuro no muy lejano se expanda de forma más significativa, quiero pensar que hasta en el uso de ese servicio, seguiremos soñando con el "coche de nuestra vida". Esta vez quizá ya no tanto para comprarlo, pero sí al menos para usarlo.

Por ello creo también que las estrategias de inversión en investigación para cubrir las necesidades o gustos de los clientes siguen siendo las más acertadas. Probablemente habrá que llegar a acuerdos con operadores de comunicación o de navegación aérea, si llega el caso. Pero quiero pensar que un coche siempre será un producto deseable fruto de la constante innovación de sus fabricantes.

Ramón Masip es socio de EY del sector Automoción

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky