
El 8 de julio de 2003 un potentísimo cohete Delta II encendía sus motores en el centro espacial Kennedy de Cabo Cañaveral, a una hora en coche de Orlando (Florida). Se trataba de un viaje sin retorno y en su módulo se alojaba el vehículo más caro y autónomo que se había construido nunca: el rover Opportunity o MER-B en el lenguaje técnico de la exploración galáctica.
Siete meses más tarde, un gélido y solitario viaje interplanetario por medio, Opportunity aterrizaba el 24 de enero de 2004 en una planicie del ecuador marciano sita en la región de Terra Meridiani. Una vez liberado el escudo térmico que le permitió atravesar la atmósfera de Marte, el pequeño vehículo impactó protegido por una cubierta de airbags hinchables, rebotó en sucesivos saltos y se detuvo en un pequeño cráter de 22 metros de diámetro llamado Eagle.
No estaba sólo sobre el planeta rojo, ya que su gemelo Spirit se había posado de la misma manera 21 días antes, pero al otro lado del planeta. Por desgracia, Spirit caería años más tarde en una trampa de arena que le inmovilizaría hasta dejar de emitir señales en 2010 al agotar su batería de plutonio y quedar a merced de las temperaturas de -100º centígrados habituales en la superficie marciana.
Opportunity, igual que Spirit, estaba diseñado para aguantar 90 "soles" en Marte durante los cuales debía recorrer algunos centenares de metros tomando muestras del terreno, analizándolas, y mandar a la tierra los datos. Contra todo pronóstico, el pequeño coche eléctrico teledirigido desde la tierra, cumplió el pasado enero diez años de servicio y sigue operativo. Hasta hoy, el Opportunity ha recorrido más de 40 kilómetros en un tiempo que ya se aproxima a los 4.000 ?soles?, distancia que no parece mucho sobre la tierra, pero que supone en Marte la expedición sobre ruedas más difícil, dura y cara de la historia del automóvil.
El trayecto recorrido no ha estado exento de peligros que han estado a punto de dar al traste con una misión tan cara que se suspendió temporalmente hasta que el congreso volvió a aprobarla. En abril del año 2006, el Opportunity se atascó en la arena y los 'pilotos' del JPL (Jet Propulsión Laboratory) trabajaron contra reloj durante semanas para llevarlo a un terreno más firme. A punto estuvo entonces de correr la misma suerte que su hermano Spirit, un poco más pequeño y menos potente que Opportunity.
Descubrimientos trascendentales
Dotado de espectrómetros, microscopios, cámaras y sensores, Opportunity ha aprovechado muy bien el tiempo durante su periplo científico. La más importante sin duda, la existencia de agua en la superficie marciana y que allí se dieron alguna vez las condiciones adecuadas para la vida. O como cuando se asomó al gigantesco cráter Endeavour, de 22 kilómetros de diámetro y 300 de profundidad, para descubrir rocas formadas hace 4.000 millones de años. Toda una hazaña para este pequeño todo terreno de 1,6 metros de largo, 170 kilos de peso y que en su mejor día recorre poco más de 200 metros de desierto rojo.
Ahora, tras hibernar durante la gélida estación de Marte, se reactivó de nuevo a finales de febrero y ha continuado su marcha de exploración. Parece ser que las terribles tormentas y huracanes han limpiado durante ese tiempo sus antenas y recibe ahora mayor energía de las radiaciones para alimentar sus motores. Nunca antes un vehículo a motor y con ruedas se había enfrentado a una aventura similar, a más de cien millones de kilómetros de nuestro planeta. Y no está sólo, pues otro rover bautizado Curiosity llegó a Marte con posterioridad a Opportunity y ya ha recorrido casi siete kilómetros, gracias a su reactor nuclear que le permite funcionar también durante el invierno marciano. Es mucho más grande, de tres metros de largo y pesa unos 900 kilos.
Para quien quiera seguir las evoluciones de los rovers en Marte la NASA publica en una página web todas las informaciones sobre la misión denominada Mars Science Laboratory (MSL).