
El pasado 2013 fue sin duda el año de Tesla dentro del sector del automóvil. La start-up californiana que dirigida por Elon Musk elevó el precio de sus acciones del orden del 360% conforme su aplaudido Model S aumentaba su demanda y comenzaba a llegar de forma masiva a miles de clientes. Pero, ¿cuánto queda para que Tesla pase a formar parte de un gran grupo automovilístico? ¿Es Elon Musk el nuevo Steve Jobs?
Es la cuestión sobre la que llevan especulando durante los últimos meses varios analistas del sector, algunos de los cuales, tal y como recoge Forbes, se atreven a aventurar que la compañía podría ser vendida a un actor más fuerte del tipo de General Motors o Ford. Semejante operación sería una auténtica sorpresa para muchos, dado el estatus de estrella de rock que ha adquirido su multimillonario.
El antecedente de PayPal
Pero no sería la primera vez que Musk, que en varias ocasiones ha calificado el proyecto de Tesla como algo personal (su misión es demostrar que la movilidad cero emisiones puede ser tan competitiva como la convencional), da un golpe de efecto inesperado al respecto de una compañía de su propiedad: ya ocurrió en 2002, cuando vendió PayPal, la empresa que él mismo fundó, al portal de subastas eBay.
En aquel momento, eBay estaba tratando de introducir su propio sistema de pago electrónico, pero PayPal ya se había impuesto en el mercado. ¿Por qué reinventar la rueda? eBay compró Paypal por 1.500 millones de dólares y, a día de hoy, representa aproximadamente del 40% de sus ingresos.
Y tomando en cuenta este ejemplo, algunos expertos consideran que General Motors, que busca desarrollar una división de coches eléctricos, podría actuar de la misma forma que eBay, llegando a su objetivo por la vía rápida; es decir, adquiriendo la compañía de coches eléctricos más puntera del momento.
Vender para financiar proyectos mayores
Por lo que respecta a Musk, también vale el ejemplo citado anteriormente. En 2002, era el mayor accionista de PayPal, con un 11% del capital, en el momento de la venta a eBay. Entonces se embolsó una ganancia financiera tan importante que le ayudó a financiar nuevos proyectos que tenía en mente, incluyendo por ejemplo Tesla o SpaceX.
Así pues, ¿por qué no actuar de forma similar? Al tiempo que General Motors daría un salto cualitativo en el prometedor negocio del coche eléctrico, Tesla conseguiría cierta la financiera, el saber hacer de un fabricante de automóviles global de la talla del gigante de Detroit y una capacidad de atender a la demanda mucho mayor que la de ahora, uno de sus grandes lastres.
Y por supuesto Musk también saldría ganando: el paquete del 27% de acciones de Tesla que posee valdría alrededor de 5.000 millones de dólares, con los que, de llegar a un acuerdo con un comprador, el empresario de origen sudafricano podría financiar sus nuevos proyectos. Especial consideración aquí merece el Hyperloop, ese transporte terrestre que se encuentra en fase de desarrollo y que permitiría viajar a velocidades superiores a los 1.200 km/h a un coste no mayor que el de un pasaje de avión.
En cualquier caso, existe un obstáculo que podría dificultar dicho acuerdo: el sobrevalorado precio de las acciones de Tesla, que pese a que genera apenas un 1% de los ingresos totales de General Motors, cotiza a una capitalización de mercado de casi un tercio del tamaño de ésta. Con esa valoración, Tesla puede llegar a ser demasiado cara incluso para un gigante de la automoción como la compañía que dirige Mary Barra.