Motor

Si los gobiernos quisieran, el consumo de combustible caería a la mitad para 2030

El consumo de combustible en los coches nuevos podría caer hasta la mitad en los próximos 20 años en comparación con los niveles de los automóviles actuales, si los gobiernos de los países desarrollados decidieran impulsar políticas que fomenten la inclusión de las tecnologías disponibles para ello, según asegura la Agencia Internacional para la Energía (IEA).

El sector del transporte, que consume en torno al 20% de la energía primaria a nivel global, basará, según la IEA, todo su crecimiento en el uso del petróleo por lo que advierte de la necesidad de la implicación gubernamental en la reducción de la dependencia del crudo.

Desde dicho organismo, apelan a la rentabilidad de las tecnologías que maximizan la eficiencia en los automóviles. "Sólidas políticas son necesarias para asegurar que todo el potencial de estas tecnologías se aproveche durante los próximos 10 o 20 años", ha dicho la IEA en un informe sobre la economía de combustible de los vehículos. "La tecnología actual puede reducir hasta la mitad el consumo de la gasolina y el diésel convencionales" en ese período de tiempo.

Las políticas promotoras de esta mayor eficiencia a las que se refiere la IEA deberían ser, según su criterio, de corte fiscal pero también debería basarse en programas de educación, que jugarían un papel fundamental en el impulso de mejoras en la economía de combustible

Este organismo llama la atención sobre el hecho de que mientras, efectivamente, en los principales mercados de la OCDE se han aplicado este tipo de medidas, los países emergentes, donde cada vez aumentan más el número de coches y su tamaño, permanecen aún impasibles ante este tipo de estímulos.

Por lo tanto, la estrategia ecológica propuesta por la IEA se antoja imprescindible para lograr la necesaria "reducción del consumo de energía en el transporte", en beneficio de "la seguridad energética, el desarrollo económico y el cambio climático". Sólo así, reivindican, se podrán alcanzar objetivos planteados a largo plazo, como el de evitar que la temperatura global no suba más de 2ºC para 2050.

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