La caída de las ventas y el menor "paso" de los coches por los talleres de reparación ponen al sector contra las cuerdas
La crisis económica se ha cebado con los concesionarios oficiales de automóviles, el eslabón más débil de la cadena. Si en 2010 algunos salvaron el ejercicio gracias al bonus pagado en diciembre por las marcas en concepto de gratificación por alcanzar los objetivos de volumen definidos, lo cierto es que este año la situación parece que no podrá replicarse.
Según los últimos datos de Ganvam disponibles, el 68 por ciento de la red cerrará el año con pérdidas después de contabilizar los ingresos obtenidos por la venta directa de vehículos nuevos y la posventa (recambios más taller).
El peso de la posventa
Al término del primer semestre del año las ventas de turismos aportaban el 73 por ciento de la facturación, mientras la posventa generaba el 27 por ciento restante (19 por ciento recambios y un 8 por ciento el taller). En términos de beneficio y durante el mismo periodo de tiempo, las ventas representaban el 31 por ciento, mientras el área de posventa el 69 por ciento (45 por ciento recambios y 24 por ciento el taller).
De acuerdo con la patronal, que agrupa a cerca de 9.000 asociados, la contención de los gastos por parte de los consumidores ha propiciado una caída de la actividad en los talleres, que durante el último año ha oscilado entre un 7 y 12 por ciento. Ganvam atribuye este retroceso en las visitas a diversos factores. Por ejemplo, a la rebaja de la cobertura de la póliza del seguro, que ha pasado de ser todo riesgo a franquicia. Igualmente, al menor uso del automóvil por la subida del precio de los carburantes y el gran auge alcanzado por las aerolíneas de bajo coste y la irrupción del AVE.
Todos estos condicionantes no sólo han vuelto a limar la rentabilidad del alicaido negocio, sino que además han impulsado el envejecimiento del parque de vehículos hasta convertirlo en el más obsoleto de Europa. Un "logro" sobre el que ha permanecido impasible el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, empecinado en impulsar el automóvil eléctrico para reducir la dependencia hacia el petróleo y rebajar los elevados niveles de contaminación que soportan las grandes urbes.
España puede "presumir" de que el 43,7 por ciento de los automóviles que circulan por sus ciudades y carreteras superan los 10 años de antigüedad, mientras que los vehículos de hasta cinco años de vida son los que concentran el mayor número de reparaciones y también las más costosas, con unos precios que oscilan entre los 300 y 1.200 euros.
Según datos facilitados por Audatex España, este último parque acumula una caída del 21 por ciento desde el inicio de la crisis económica, que ha acabado por trasladarse a los talleres, que concentran el 57 por ciento de sus reparaciones.
Para cerrar el círculo, en este caso poco virtuoso, las ventas entre particulares de vehículos mileuristas sigue ganando terreno. Se trata de vehículos que en muchos casos circulan sin seguro y que rehuyen su paso por las inspecciones técnicas de vehículos. Para el sector la única solución pasa por poner en marcha un plan de achatarramiento, que en todo caso debería de aprobar el próximo gobierno.