PSA está preparada para el arranque de la actividad en sus plantas europeas, paralizadas por la crisis del coronavirus, pero solo empezará cuando lo justifique la reanudación de las ventas de coches e inicialmente a un ritmo inferior al de las matriculaciones.
Este fue el principal mensaje del grupo automovilístico francés este martes con ocasión de la presentación de su facturación del primer trimestre, que bajó un 15,6 % hasta 15.179 millones de euros por efecto del desplome de las ventas en marzo a causa de la crisis de la COVID-19.
El año 2020 había empezado muy bien y durante los dos primeros meses se registró un avance de las matriculaciones, pero las cosas se torcieron en marzo, cuando los volúmenes quedaron divididos a la mitad, explicó en una conferencia con analistas el director financiero, Philippe de Rovira.
En conjunto, en los tres primeros meses el descenso fue del 29,2 % respecto al mismo periodo de 2019, con 627.024 vehículos.
Ese descalabro no pudo ser compensado, ni de lejos, por la subida de gama de los coches comercializados (que tuvo un efecto positivo sobre los ingresos del 5,3 %) ni por el aumento de los precios (+0,5 %).
Tras la puesta en marcha de medidas de confinamiento en la inmensa mayoría de los países europeos en marzo (Europa es, con mucha diferencia, el principal mercado para PSA), el fabricante francés suspendió la actividad en el conjunto de sus plantas del Viejo Continente.
Para hacer frente a la situación y evitar pérdidas de efectivo en un momento en que no hay ingresos, la compañía ha reducido el número de empleos temporales de 7.000 a finales de febrero a 700 actualmente, y ha puesto al 90 % de sus trabajadores en paro parcial (ERTE).
También ha recortado en un 90 % los gastos en mercadotecnia, que ha quedado limitada a la actividad en el terreno digital.
El director financiero destacó la reactividad de la empresa en la gestión de las existencias, gracias a lo cual el nivel de "stocks" a finales de marzo era de 715.000 vehículos, 1.000 menos que un año antes para las mismas fechas.
Gracias a todas esas disposiciones, PSA tenía al terminar el primer trimestre más de 19.200 millones de euros de liquidez, a los que se suma una línea de crédito de 3.000 millones y otra de su filial de componentes Faurecia.
De Rovira recordó que la empresa no ha hecho ningún anuncio sobre las fechas de reanudación de la producción en sus plantas aunque estén "listos", e insistió en que únicamente ocurrirá una vez que despeguen las ventas.
El volumen de existencias permite disponer de un cojín de flexibilidad para el aumento de la cadencia cuando arranquen las cadenas de montaje y en una primera fase las cifras de producción serán inferiores a las de las ventas.
El responsable financiero insistió en la dificultad para hacer previsiones, ya que todo dependerá de la gravedad, la duración y la extensión geográfica de la crisis de la COVID-19, así como de las medidas tomadas por cada país para hacerle frente.
PSA estima que el mercado automovilístico caerá en el conjunto del año un 25 % en Europa (el descenso podría ser del 80 % en abril y del 50 % en mayo), un 10 % en China, un 25 % en Latinoamérica y un 20 % en Rusia.
Con esas perspectivas, la empresa mantiene su objetivo un margen operativo corriente de media superior al 4,5 % en la división automovilística para el periodo 2019-2021.
El director financiero no quiso afinar ese objetivo de forma específica para 2020, aunque señaló que será positivo a menos que tengan que revisar a la baja las previsiones del mercado.
Preguntado sobre los planes de fusión con FCA, De Rovira dijo que PSA "está ahora plenamente centrado en gestionar la crisis", que ha sido la prioridad y que lo va a seguir siendo en las próximas semanas.