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En busca de la universidad

Para este curso 2017-2018, el Ministerio de Educación anunció que se matricularían 692.536 alumnos en Bachillerato. En particular, en Cataluña el número de alumnos de esa etapa alcanzó la cifra de 89.905. Probablemente, la mitad están cursando segundo año y llevan meses valorando en dónde estudiarán el grado universitario. O por lo menos, cuál les gustaría estudiar, porque no basta desearlo; la nota del expediente académico y las posibilidades económicas familiares determinarán la elección final.

Después de haber superado la enseñanza primaria y secundaria -la etapa escolar- llega la Universidad, el alma mater. John Henry Newman, uno de sus impulsores, la definió como: "Un lugar para la comunicación y la circulación de pensamiento, por medio de relaciones personales, a lo largo y ancho del país". Esa debería ser la institución que se encuentren los alumnos de Bachillerato, una vez superada la selectividad.

Desde esta tribuna, voy a proponer algunas sugerencias para orientar a los lectores que se encuentren en esta situación.

En primer lugar, hay que decidir qué grado estudiar. Aquí cabe señalar que los padres pueden aconsejar, pero no deben imponer; los estudiantes deben pensar qué les gustaría estudiar, informarse y elegir. Los hijos empiezan a ejercer como personas adultas y deben actuar como tales.

Después, elegir la universidad. ¿Dónde estudiar? El abanico de posibilidades que se abre ante las familias es amplio. Conocer la opinión de alumnos de 2.º, 3.º o 4.º curso del grado de la universidad suele ser enriquecedor, porque ya han superado la sorpresa inicial del primer año y han cursado varias asignaturas, han tratado a los profesores y saben cómo funciona la institución. Pregunten si ofrecen becas a los alumnos de buen expediente: algunas universidades premian la excelencia académica de esta forma. También averigüen cuál es la proporción de profesor por alumnos: una proporción adecuada facilita la formación de los estudiantes. Y si no, pregunten qué piensan los alumnos matriculados en una asignatura de 300 asistentes, con pocas posibilidades de acceder al profesor para resolver dudas... Otro dato que conviene averiguar: la inserción laboral de los graduados; si bien no se trata del fin primordial del alma mater, resulta alentador saber que los que acaban en esa institución encuentran trabajo. Y averigüen si pueden estudiar un curso en el extranjero, además de los conocidos intercambios Erasmus que permiten conocer otras culturas y son muy recomendables, si el objetivo es ese y no otro. Antes de visitar la universidad, buceen en la página web para informarse bien. Y, por supuesto, vayan el día de visita para conocer de cerca la institución.

Hasta aquí las sugerencias. Ojalá den con una universidad que se ajuste a la definición de Newman, y que forme personas y profesionales y no solo especialistas sin corazón.

Por: Ricardo-María Jiménez, profesor de UIC Barcelona

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