El periodo lectivo de los colegios abarca generalmente desde el mes de septiembre hasta junio, variando los días en función de si se trata de educación infantil, primaria o secundaria. Eso deja un periodo vacacional de casi tres meses, un lapso de tiempo largo que los niños no siempre gastan solo en jugar, ir a la piscina o a la playa o en ver la televisión. De forma tradicional, la gran mayoría de los alumnos tiene que realizar deberes escolares obligatorios o, en algunos casos, optativos.
Sin embargo, a lo largo de los últimos años, han sido muchas las voces que se han alzado en contra de esta costumbre, puesto que podría suponer una limitación a su descanso y desconexión, a los que tienen derecho, según el artículo 31 de la Convención Internacional del 20/11/1989 sobre los derechos del niño: "El niño tiene derecho al descanso, al esparcimiento, al juego, a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente de la vida cultural y social".
A un 74% de los padres les preocupa que sus hijos paren la actividad académica
Según los datos de la encuesta que GoStudent ha llevado a cabo entre las madres y padres que actualmente forman parte de su plataforma en España, a un 74% de los encuestados les preocupa que sus hijos paren la actividad académica durante el verano. Sin embargo, más del 75% afirma que sus hijos no están motivados para hacer deberes en verano.
"Los niños tienden a rechazar aquellas tareas que resultan sistemáticas, poco innovadoras o repetitivas. A esto hay que sumarle que muchos niños entienden los deberes como una especie de castigo, algo que les impide jugar y desarrollar otras actividades lúdicas igualmente necesarias y educativas que no pueden realizar durante su rutina académica. En este sentido, es importante recalcar que el hecho de que los niños no tengan deberes no quiere decir que estén tirando el tiempo: a través del juego los niños aprenden a comprender el mundo y a relacionarse con los demás. Además, se pueden estimular e incitar los intereses del niño o ayudarle a repasar ciertos contenidos a través de lecturas, visitas culturales, actividades al aire libre y contenidos audiovisuales que les resulten más amenos y didácticos", explica Victoria Orbe, psicóloga de El Prado Psicólogos.
Tanto la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE) como la Organización Mundial de la Salud (OMS) llevan años alertando sobre el exceso de deberes de los alumnos españoles en relación con otros países. Concretamente, según el Informe PISA (cuya publicación se realiza cada tres años), los estudiantes españoles dedican 18,2 horas a la semana a realizar tareas de clase, mientras que la media de los países de la OCDE es 17,1 horas, según los datos recogidos desde 2003 hasta 2018 y que tienen en cuenta tanto los deberes y el estudio como las clases extraescolares.
Asimismo, este mismo estudio indicaba que tras aproximadamente cuatro horas de deberes a la semana, el rendimiento del alumno no mejora significativamente. De esto son ejemplos claros los países de Finlandia y Suecia, cuya media de horas dedicadas a los deberes son 2,8 horas y 3,6 respectivamente, pese a lo cual sus resultados académicos son de los mejores de Europa.
Por el contrario, según un informe de la OMS sobre Género y Diferencias Socioeconómicas en la Salud y el Bienestar de los Jóvenes, este exceso de tareas extraescolares afecta a los niños a nivel de salud mental, puesto que, de acuerdo con sus datos, el 25% de las niñas y el 34% de los niños de once años siente presión por la cantidad de deberes que debe realizar. Con el paso del tiempo, esta cifra se incrementa, y a los quince años padecen estrés por esta causa el 53% de los chicos y el 55% de las chicas.
Victoria Orbe (El Prado Psicólogos): Un nivel de estrés elevado dificulta la incorporación de nuevos aprendizajes, haciendo que el niño pueda llegar a sentir un importante malestar ante la experiencia de un aprendizaje reglado.
"Durante el periodo lectivo muchas veces los niños no pueden descansar debido a una carga de trabajo excesiva que les impide desconectar. Por ello, las vacaciones son un periodo necesario, aunque dicho descanso o ausencia de deberes reglados no impide que los niños continúen aprendiendo de una manera más lúdica y creativa", aclara Orbe, quien, además, señala la importancia de este tiempo de relax: "durante el descanso lectivo, se liberan sustancias como la dopamina y la oxitocina, favoreciendo la reducción del estrés. Un nivel de estrés elevado dificulta la incorporación de nuevos aprendizajes, haciendo que el niño pueda llegar a sentir un importante malestar ante la experiencia de un aprendizaje reglado. Cuando el niño no puede descansar, comienza a sentir cansancio, agobio, estrés, etc. Asimismo, cuando se abusa de los deberes, el niño puede terminar por no pasar tiempo con su familia, reduciendo las conversaciones familiares a los deberes".
Este es otro de los problemas que destacan desde este centro de psicología, puesto que los deberes pueden ser una fuente de conflictos familiares debido a que "aunque aparentemente los deberes pueden suponer un momento de desconexión para los padres y ayudar a solventar las posibles dificultades de conciliación laboral, lo cierto es que los deberes afectan directamente a la relación familiar. De hecho, quitan tiempo de calidad a las relaciones familiares y suelen ocasionar conflictos entre padres e hijos, pues los niños no entienden por qué han de trabajar en verano cuando ya lo han hecho durante el curso académico. Además, muchas veces los padres no solo vigilan que los niños realicen las tareas, sino que también se involucran en ellas a fin de ayudarles, lo que supone un desgaste añadido para ellos".
Campañas en contra de los deberes
Ante esto, la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (CEAPA) alzó la voz y en 2016 lanzó la campaña En la escuela falta una asignatura: Mi tiempo libre, a la que animó a sumarse a padres y docentes de la escuela pública, y que consistía en eliminar los deberes de los fines de semana durante el mes de noviembre de ese año.
Los resultados obtenidos fueron la eliminación de los deberes en un 6,31% durante los fines de semana, así como un 2,71% entre semana. Además, según la CEAPA, se redujeron, en mayor o menor medida, en 32,60% en los fines de semana y en un 23,76% durante la semana.
Esta misma asociación lanzó en 2021 la campaña #StopDeberes, en la que denunciaban que los deberes son "la herencia dañina de un método pedagógico obsoleto que está basado en la memorización y en la repetición de los contenidos" cuya presión "provoca una ampliación real de la jornada escolar del alumnado, que llega a límites inaceptables". A su vez, resaltaban que este tipo de tareas "generan situaciones de desigualdad entre el alumnado", ya que tanto los recursos económicos como el conocimiento académico de los padres y madres influyen en la realización de los deberes.
Cambio de paradigma
Sin embargo, también existen las voces de profesores, padres y psicólogos que afirman que los deberes en periodo estival son necesarios para no olvidar lo aprendido durante el curso y afianzarlo, para mantener una rutina y para aprender a organizar su tiempo.
El motivo principal por el que los más pequeños no quieren hacer deberes en verano, según GoStudent, es que consideran que durante el año ya les ponen demasiados deberes y en verano quieren descansar. A esto le sigue que simplemente no les apetece, prefieren pasar su tiempo en la piscina o la playa, jugar con sus amigos, a videojuegos o simplemente reconocen que no saben hacerlos sin ayuda. En este sentido, un 87% de los encuestados en su estudio considera que un tutor online puede ser una buena opción para motivar a los niños a hacer sus tareas escolares durante los meses de vacaciones.
Cecile Nicolaÿ (GoStudent): "Hay asignaturas que necesitan de una cierta continuidad para mantener los conceptos frescos y que, además, son las que más suelen costar a los alumnos"
"Es bueno aprovechar los meses de verano para bajar un poco el ritmo y relajarse, pero también es importante mantener ciertos hábitos que permitan a los niños no olvidar y reforzar lo que han aprendido a lo largo del curso" comenta Juan Manuel Rodríguez Jurado, Country Manager de GoStudent en España.
La plataforma de clases particulares online afirma que en España las asignaturas más demandadas durante el verano son Matemáticas e Inglés, las más populares también una vez comienza el curso escolar: en septiembre de 2021 GoStudent alcanzó las 2.700 sesiones reservadas en cada una de estas asignaturas. Sin embargo, en junio de este año este número ha ascendido a alrededor de 8.000 sesiones. "Este aumento se debe a que se trata de asignaturas que necesitan de una cierta continuidad para mantener los conceptos frescos y que, además, son las que más suelen costar a los alumnos" declara Cecile Nicolaÿ, Head of Customer Success de la compañía en España.
Por su parte, Orbe, destaca que los deberes fomentan el aprendizaje continuado, puesto que "el repasar los conocimientos, que es el objetivo último de los cuadernillos, favorece el repaso y, por consiguiente, la retención de conocimientos. Sin embargo, los aprendizajes significativos no se pierden tras dos meses de descanso. Tal caso puede deberse a que no se trata de un contenido que se esté poniendo en práctica de manera frecuente, aunque también puede deberse a la necesidad de reforzar el aprendizaje durante el periodo lectivo". "El mantener una rutina y no holgazanear favorece la disciplina -añade-, aunque los cuadernillos de verano no son el único método para lograrla".
Los deberes, en palabras de la psicóloga de El Prado Psicólogos, pueden resultar un posible entretenimiento para los niños en vacaciones: "aunque puedan resultar aburridos a priori, hay materiales que resultan entretenidos e incluso divertidos para algunos niños. Además, es una forma de mantener el tiempo ocupado y la agilidad mental". Por ello, en general, la mayoría de los expertos abogan por rediseñar el modelo de deberes tradicional para hacerlo más entretenido, personalizado y atractivo de cara a los alumnos, de manera que se sientan motivados y no lo perciban como una carga, además de limitar el tiempo dedicado por semana.
Respecto al tiempo idóneo, Orbe incide en que: "la carga adecuada sería aquella que tiene como objetivo afianzar la tarea del día, empleando alrededor de quince minutos en alumnos de infantil, media hora en niños de primaria y una hora al día o algo más cuando el nivel educativo es más alto (hasta dos horas en el caso de alumnos de secundaria). Sin embargo, es importante no olvidar que el verano debe dedicarse el tiempo fundamentalmente a actividades lúdicas. De hecho, en verano pueden trabajarse los mismos procesos que durante el curso académico (como la atención, el razonamiento lógico o la lectoescritura), pero puede hacerse de una manera diferente: de una forma lúdica, en lugar de usar los clásicos cuadernillos, similares a los libros de texto, que se utilizan durante el resto del año. El periodo estival no ha de ser precisamente sinónimo de pérdida de rutina, sino de crear una nueva que incluya alimentar la curiosidad del niño, suscitando su interés por actividades diferentes a las habituales".