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Cristian Fondevila: "Si no formamos bien a nuestros jóvenes tendremos una deficiencia en el mercado laboral"

  • Creemos que es mejor apostar por calidad que cantidad de programas para poder ofrecer una excelente formación
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Assembler Institute of Technology, la primera escuela de tecnología en España en implantar la metodología Work Integrated Learning y programas sin coste por adelantado, ha conseguido captar ya un millón de euros de inversores para potenciar su crecimiento en número de alumnos y programas. Hablamos con Cristian Fondevila, cofundador y CEO, y Kasia Adamowicz, cofundadora y COO para que nos cuenten sus objetivos y las principales diferencias con los métodos tradicionales de aprendizaje.

¿Cómo nace Assembler Institute?

Fundamos Assembler School —ahora Assembler Institute of Technology— en enero de 2019 en un contexto previo a la crisis del coronavirus, en el que había una sobredemanda de programadores en nuestro país. Además, existía un problema con la enseñanza de esta profesión, ya que las principales bootcamps estaban formando a programadores a través de programas de dos a tres meses donde los alumnos apenas adquirían destrezas.

Por otro lado, las universidades estaban utilizando programas alejados de la realidad empresarial y de lo que demandaban las empresas.

Nosotros vimos que ninguna de estas fórmulas, en el contexto en el que nos movíamos en el año 2019, cubrían las necesidades del mundo real. Por eso en mayo de ese mismo año pusimos lanzamos la primera promoción de Assembler Institute of Technology con el objetivo de poner en marcha la enseñanza del futuro, cambiar el paradigma de la educación en tecnología y preparar a auténticos profesionales.

Hoy contamos con más de 200 alumnos y nuestro objetivo es tener 1.000 alumnos en 2024, lo que supone superar por cinco el número actual de alumnos y ser el líder de la formación tecnológica a nivel europeo.

¿En qué consiste la metodología Work Integrated Learning?

Nuestro modelo pedagógico está basado en el Work Integrated Learning. Es una metodología que implementa el aprendizaje mediante el desarrollo de capacidades y competencias en colaboración de otros compañeros de forma puramente práctica.

Hemos adoptado este sistema porque entendemos que el sistema educativo en nuestro país está roto. Hace 30 años tener una carrera era algo diferenciador, pero en el contexto en el que nos movemos ahora, esto ya no es así. En el mundo de la tecnología y de la programación, en concreto, las grandes empresas no tienden a fijarse tanto en el currículum a nivel académico, sino en la experiencia previa que hayan tenido para ver si pueden resolver los problemas que se les presenten en el día a día.

Por ello, ahora las empresas demandan a personas que destaquen por sus competencias que demuestren sus habilidades y capacidades. Por eso en Assembler Institute hemos puesto en marcha este modelo educativo, el Work Integrated Learning, que ya lo han utilizado otras escuelas de referencia en Estados Unidos, con el fin de querer cubrir esa etapa entre las bootcamps y las universidades, donde los alumnos en lo que dura cualquiera de los estudios que ofertamos, entren en todo momento en contacto con el mundo real a través de diferentes proyectos en los que trabajan con otros compañeros.

¿Cuál es la diferencia entre este método y el aprendizaje tradicional?

La universidad 2.0 que encarnamos se basa en que los alumnos deben estar en contacto lo más parecido con el mundo real. Por eso, la principal diferencia que nos ofrece el Work Integrated Learning con el aprendizaje tradicional es que el alumno va encontrando su camino gracias a la práctica; sin depender de profesores, ni clases. Todo se basa en realizar proyectos del mundo real a través de grupos multidisciplinares, donde los alumnos den la mejor versión de sí mismos.

Durante su paso por nuestro campus, además, los alumnos cuentan con un career hub, una especie de asesor, que los acompaña en su proceso de aprendizaje. Una vez se gradúan la relación entre el career coach y los alumnos no finaliza, ya que se le hace un seguimiento para que se pueda desarrollar profesionalmente.

¿La educación cada vez más se está digitalizando?

Sí, cada vez se está digitalizando, pero hay que saber utilizar la tecnología que tenemos a nuestro alcance. Además, la tecnología no para de evolucionar en este sentido y hay que estar continuamente formándose para no quedarse atrás. Debemos utilizar la tecnología para potenciar la educación de los jóvenes, de los trabajadores y de la sociedad en general. Hoy en día pensar una manera de educar sin que la tecnología no forme parte del proceso educativo es como volver al siglo XX.

Además, gracias a la inclusión de la tecnología en el día a día de los estudiantes podrán ser conscientes de la realidad: las ventajas y los problemas que genera este "nuevo" campo en la sociedad.

¿Cuál es su principal objetivo?

Tanto mi socia Kasia Adamowicz como yo veníamos del mundo de la tecnología y veíamos cómo empresas líderes en el sector se encontraban con la encrucijada de encontrar un perfil que satisficiese las demandas de la empresa.

Gracias a un estudio exhaustivo del mercado, entendimos que el problema radicaba en la falta de formación en este nuevo campo. De ahí, que nuestro objetivo sea preparar a miles de programadores para que las empresas puedan satisfacer las necesidades y hacer de España una referencia mundial en formación en este campo.

¿Por qué es importante invertir en este tipo de proyectos?

Porque estas son las profesiones del futuro y si no formamos bien en este campo a nuestros jóvenes tendremos una deficiencia en el mercado laboral que impedirá a las empresas ser competitivas.

Desde el 2019 hasta ahora hemos conseguido que grandes empresas nos apoyen porque son conscientes de que el actual sistema educativo no es útil para cubrir las demandas que tienen.

Inicialmente, 270.000 euros aportados en 2019 por business angels de referencia del sector TIC en España. Algunos de ellos fueron inversores como Cabiedes & Partners, Lanai Partners o Elimu Ventures, y otros inversores del entorno de SeedRocket. En 2020, conseguimos otros 800.000 euros en plena crisis provocada por la crisis del coronavirus, donde parte de los inversores reforzaron su posición, y dieron entrada a nuevos como Tackle Capital. La última ronda ha sido en enero, donde hemos conseguido un millón de euros para impulsar nuestros programas.

¿Qué tipo de programas ofertan?

En la actualidad tenemos dos líneas educativas. Creemos que es mejor apostar por calidad que cantidad de programas para poder ofrecer una excelente formación. Nuestra primera línea educativa va encaminada al Máster en Software Development, que se ejecuta en modo presencial y en remoto, y la otra línea educativa va encaminada a Programas Executive, enfocados a perfiles con más experiencia. Esta última, a diferencia de la primera, al estar más dirigida para seniors, requiere menos dedicación de horas que los másteres.

El Máster en Software Development tiene una media de dedicación de 1.200 horas y está dirigido a junior developers, por ello es muy importante que hagamos un buen proceso de selección y que los alumnos que entran en nuestro máster sean personas comprometidas con la exigencia que supone Assembler Institute.

¿Cuál es el costo de los programas?

El programa de Software Development, en su modalidad presencial, tiene un coste de 15.500 euros, mientras que en remoto, cuesta 13.000 euros. En cambio, el Executive Devops Program, cuesta 4.750 euros. En Software Development firmamos un contrato con los alumnos donde ellos pagan un 10% del total una vez son admitidos y el resto lo hacen cuando encuentran trabajo y tienen un salario mínimo. Este modelo lo hemos importado de Estados Unidos y es conocido como el modelo Income Share Agreement.

La principal diferencia es que los alumnos pagan el 90% del curso solo cuando encuentran trabajo. Pero no vale cualquier puesto de empleo. Para que nos empiecen a pagar el curso con parte de su salario es necesario que lleguen a unos mínimos económicos y que sea un contrato estable y que dure, al menos, de cuatro a seis años.

De esta forma favorecemos la igualdad de oportunidades entre nuestros alumnos.

No importa de dónde vengan ni qué recursos tengan, queremos que cada uno de ellos saque lo mejor de sí mismo y que puedan crecer profesionalmente.

El salario medio de nuestros alumnos, una vez se gradúan, es de 27.000 euros anuales, lo que supone un 30% más de lo que suelen recibir los juniors developers formados en otras enseñanzas educativas.

¿Qué tipo de alumnos pueden acceder? y ¿Cómo lo hacen?

Seleccionamos solo alrededor de un 2% de los alumnos que nos mandan una solicitud de admisión. Y escogemos en base a tres criterios. El primero es tener una motivación alta por la profesión, ya que los másteres por ejemplo tienen una dedicación de 1.200 horas de trabajo. Asimismo, pedimos que los alumnos tengan ciertos conocimientos técnicos para asumir el plan de estudios que les proponemos y por último un background profesional que demuestre que tienen una ambición.

Una vez salen al mundo laboral nosotros seguimos teniendo estrecha relación con ellos. Los acompañamos durante sus primeros pasos en el mundo laboral, porque nuestro interés también es que evolucionen profesionalmente. Para ello, cada alumno cuenta con un career hub, una especie de asesor, que les acompaña durante y después del máster.

¿Qué habilidades desarrollan los alumnos de Assembler?

Los alumnos de máster que nos llegan ya tienen unos conocimientos metodológicos previos, pero nosotros lo que hacemos es intentar darles una base mucho más amplia. Antes de utilizar cualquier tipo de lenguaje, entendemos que debes conocer los fundamentos de lo que después vas a hacer. En las últimas etapas es cuando los alumnos se van especializando en frameworks más específicos.

En este sentido, en un máster en el que hay 10% de sesiones y el 90% es práctico, los alumnos desarrollan una habilidad de resolución de problemas que les aporta un gran valor, ya que es una de las grandes habilidades que demandan las empresas en el mundo laboral.

¿Cómo se vinculan los alumnos al mundo laboral?

Una de las ventajas que presenta nuestro modelo es que estamos en continúo contacto con empresas del sector. Ellos nos plantean problemas o proyectos que

tienen entre manos y nosotros ponemos a nuestros alumnos a trabajar para resolver/desarrollar lo que se les plantea. Así conseguimos que, dentro de la seguridad que damos en Assembler Institute, los estudiantes se enfrenten a retos que tienen las empresas en el día a día y sepan cómo organizarse y resolverlos.

El valor añadido que aportamos es la relación continúa que tenemos con las empresas colaboradoras, ya que no solo se limita a un convenio para hacer prácticas, sino a ir integrando a los futuros developers en el día a día de las empresas.

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