
Hace 112 años entrar a la universidad siendo mujer era una proeza. En ese momento se necesitaba un permiso especial del Consejo de Ministros para la inscripción de alumnas oficiales. Las mujeres pasaron así de no poder asistir a las clases, a ser admitidas y hoy poder tener una representación que cada día va en aumento. Llegando a ser un 42,7% total de graduadas entre la población de 25 a 64 años, es un hito que contrasta con 1882 y 1910 donde sólo 36 mujeres lograron finalizar sus estudios universitarios en España. Sin embargo, sigue la segregación vertical de género y a mayor nivel de estudios la participación es menor conforme vamos subiendo de categoría, por ejemplo: de cada 100 catedráticos solo 20 son mujeres.
Así lo confirma Montse Álvarez, miembro del equipo técnico de Fundación CYD, donde realizaron un estudio sobre la participación de las mujeres en la universidad. Pudieron observar que: "Sigue habiendo, un sesgo en la participación relativa de la mujer por áreas, representando un claro bajo porcentaje en determinados campos como ingenierías e informática". En cambio, para María José Díaz, docente de sociología aplicada en la Universidad Complutense de Madrid, el rol de las mujeres en la universidad hoy: "No sólo aporta otra mirada, sino otras experiencias, otras formas de sentir, ver y participar en la ciencia, en la academia y en las relaciones con otros colectivos. Su participación hace a las universidades más sostenibles, más inclusivas, más innovadoras".
Siendo así, el papel de las mujeres sumamente importante, hoy podemos encontrar muchas estudiantes, pero también entre el personal docente e investigador o hasta en el personal administrativo, lo que confiere una dinámica y sinergia muy importante que van posibilitando el cambio dentro de las universidades. Para María José esto es fundamental para la academia ya que: "Cuantitativamente y cualitativamente al ser más mujeres y con mayor sensibilización hacen que su participación sea muy relevante y el cambio cada vez más visible en prácticamente todos los ámbitos".
Baja participación alumnas en STEM
Una especial problemática para España está relacionada con el poco porcentaje de alumnas que destaca por seguir disciplinas STEM. Matriculándose solo el 13.8% de las mujeres en estos campos, según el estudio publicado por Fundación CYD. Para Montse Álvare, la posible solución a esta problemática sería: "Incrementar la presencia femenina en ámbitos STEM, dar mayor visibilidad a mujeres científicas, ingenieras, informáticas y matemáticas exitosas en sus respectivas carreras profesionales". Otra parte fundamental según los expertos es apoyar desde que son niñas las vocaciones por campos científicos o incluso llegar a contemplar la posibilidad de dar incentivos económicos, como becas especiales o premios. María José señala que para que cambie ese escenario es "Necesario comprender, analizar, identificar y reflexionar sobre nuestras prácticas docentes, nuestros campos de saber y nuestro ejercicio como docentes y personal investigador, es decir, revisar los contenidos de las asignaturas, las metodologías, la gestión del aula y la evaluación".
En este caso es sumamente necesario que en los contenidos se incorporen artículos, libros e investigaciones realizadas por mujeres, pues incorporan otra mirada y añade innovación a la docencia, como también, impartir clases de forma más participativa atendiendo a la socialización sin diferencia entre hombres y mujeres. Todo esto es necesario para eliminar los sesgos en la enseñanza en el ámbito científico y que en el futuro poco a poco se irá corrigiendo, haciendo más inclusivos los conocimientos y aportaciones.
Síndrome del impostor
Otra gran limitante actualmente para las mujeres es el "Síndrome del Impostor", que es un padecimiento que produce incapacidad de crecer laboralmente o académicamente, que afecta especialmente a las mujeres. "Se trata de un síndrome que afecta transversalmente a mujeres de todo tipo y se caracteriza por dudar de las capacidades propias, sentirse poco competente y también por tener una baja autoestima", según indicó Anabella Capetillo, gerente de Diversidad e Inclusión de ManpowerGroup.
Lo más llamativo de este síndrome es que se da en mujeres con alto rendimiento, a pesar de las múltiples pruebas de su valía, muchas de ellas se ven invadidas de emociones de incompetencia e inseguridad. Este sentimiento de fraude muchas veces llega a ser bloqueante y se convierte en una barrera que les impide a las mujeres seguir creciendo en el entorno laboral y académico.
Las claves del cambio
Los expertos hablan y recomiendan fundamentalmente tres pasos clave para fortalecer e impulsar el rol de las mujeres en la universidad.
El primer paso es reconocerse con agencia: Este término "agencia" traduce el anglosajón "agency". Se refiere de manera general a la capacidad de acción. María José señala que: "Para la transformación de la universidad es fundamental que las mujeres empiecen a reconocerse como personas con capacidad para actuar en el mundo porque esto es lo que posibilita el cambio".
Ocupar espacios: Estar en los espacios de poder es necesario, pero no solamente estar presentes, sino también no abandonarlos. Es decir hay que ocuparlos y mantenerlos. Si las mujeres están en los puestos de decisión son visibles, es una realidad.
Construir una red de contactos: Para María José las experiencias personales "Están relacionadas con las grandes estructuras políticas y sociales y, por lo tanto compartidas por esto es necesario generar colectivos" dejando en claro que el feminismo es una forma de vivir individualmente y una lucha colectiva. Sobre todo en espacios como el mundo académico donde las mujeres deben enfrentarse a barreras históricas.
Bajo estas claves, el rol de la mujer está cambiando, cada día las mujeres tienen un mayor empoderamiento y son conscientes de su capacidad y eso les lleva a ocupar espacios de responsabilidad en la que se toman decisiones que influyen en la vida de otras mujeres y, por último, al ser más y tener la oportunidad de reconocerse dentro de la diferencia, están construyendo redes que ayudan a sus sostenimiento y superación de las trabas estructurales con las que se encuentran.