Con platos rápidos o elaborados. Baratos o caros. Con nombre propio o bajo el paraguas de la franquicia. Así de variada es la oferta hostelera que poco a poco está ocupando los locales comerciales de los principales aeropuertos y estaciones de tren y marítimas de España.
Tras varios años en los que la restauración en ruta -la orientada al viajero- ha estado de capa caída, el sector atraviesa ahora un momento dulce, animado no sólo por las cadenas que lo han buscado desde siempre, sino por establecimientos con precios más elevados y con una oferta más específica. Un pull que cumple con las expectativas de todos los paladares y las posibilidades de todos los bolsillos.
No sólo eso. El peso que la restauración está adquiriendo para los viajeros ha conseguido que marcas como Mahou-San Miguel o Evian hayan apostado por abrir locales bajo sus firmas orientados al viajero.
En concreto, estas dos marcas se han instalado hace escasos meses en el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid Barajas. Un aeródromo en el que Áreas ha echado toda la carne al asador para diversificar la oferta hostelera.
El último ejemplo de esa diversificación ha tenido como protagonista hace sólo unos días a Gastrohub, un espacio que ha abierto sus puertas en el aeropuerto madrileño cuya carta gastronómica cuenta con el asesoramiento del chef Paco Roncero, dos estrellas Michelín.
La propuesta de este nuevo local no es la única de este estilo, ni en Barajas -la acompañan el japonés Kirei by Kanuki y el oyster bar Fly&Fishh!-, ni en los aeropuertos españoles. El de Málaga cuenta desde hace meses con un restaurante del laureado chef Dani García.
Restaurantes que conviven con firmas cuyas propuestas hosteleras son mucho más económicas. En el caso de Madrid, esos locales comparten terminal o aeropuerto con establecimientos de marcas como Burger King, Starbucks, Rodilla o MasQMenos, desarrolladas además bajo el sistema de la franquicia.
Un modelo de negocio que también ha encontrado un perfecto caldo de cultivo en el que desarrollarse en las estaciones ferroviarias del país, siendo las de las principales ciudades las más perseguidas por las marcas.
Esto es lo que está pasando desde hace unos meses en las estaciones de Atocha y Chamartín de Madrid. Precisamente estas dos estaciones han sido noticia hace sólo unos días porque Autogrill Iberia ha decidido abrir en cada una de ellas un local de la cervecería Gambrinus.
Ambos establecimientos, que ambientan su interior recreando las fábricas de Cruzcampo de principios de siglo XX, son rincones que ofrecen una fórmula de tapear y tomar una cerveza en un ambiente con aire tradicional español; apto tanto para el consumidor nacional como para los turistas que transitan por estas estaciones.
Con estas aperturas, Autogrill Iberia alcanza los 16 establecimientos en la estación de Atocha y cuatro en la de Chamartín. En España, la empresa gestiona 60 establecimientos de restauración entre los de las autopistas (27), los aeropuertos (5) y las estaciones de ferrocarril (28).
De hecho, administra marcas propias como Samarkanda, La Barrila, Ciao, PicNic, Foodisimo, Puro Gusto, Passion Premiun, Passion Food, Wine Plaza, Rincones, Ice, Spizzico, Caffè Expresso y Samarkanda. Y franquicia varias enseñas de restauración como Burger King, Gambrinus, Rodilla, Vitalista, Sushita; Farggi; Cafetería y Pastelerías Roldán; Il Caffé di Roma; Café Espresso; Segafredo Bitburguer o la enseña Starbucks.
Tanto las aperturas ya efectuadas como las que están por venir, especialmente en las estaciones de tren de nuestro país son argumentos más que suficientes para explicar por qué tras varios años de caída la demanda de servicios de hostelería por parte del viajero está experimentando una subida.
Un escenario que no ha sido así durante los últimos años de crisis. De hecho, la demanda de servicios de restauración en ruta mantuvo en el período 2008-2013 una tendencia de descenso, en un contexto de reducción del consumo privado y del tráfico de viajeros.
Tras caer un 5,3 por ciento en 2012, el valor del mercado se redujo un 3 por ciento en 2013, hasta cifrarse en 960 millones de euros. De este modo, la facturación sectorial disminuyó un 21 por ciento entre el máximo de 2007 y la cifra de 2013, según DBK.
Por segmentos, el de áreas de servicio alcanzó en el año 2013 unas ventas de 548 millones de euros, lo que supuso un 2,7 por ciento menos que en 2012.
Esta cifra representó el 57 por ciento del negocio La restauración en aeropuertos contabilizó una caída del 3,8 por ciento en el mismo año, hasta cifrarse en 300 millones de euros, suponiendo el 31 por ciento del valor del mercado.
Las ventas de los establecimientos de restauración en estaciones de ferrocarril se cifraron en 80 millones, un 4,7 por ciento menos que en 2012. Mientras, el negocio de restauración en estaciones marítimas creció en torno a un 3 por ciento hasta alcanzar los 30 millones de euros.