Que una de las claves de la recuperación económica pasa por la internacionalización de las empresas españolas es algo que tenemos muy claro todos los que nos dedicamos a este negocio. No en vano, el volumen de exportaciones de las empresas españolas ha crecido en los últimos años de forma continuada, ajustando una balanza comercial que con la crisis había quedado muy descompensada.
Con un superávit de más de 3.000 millones de euros al año, uno de los sectores que más contribuyen al equilibrio comercial español es el agroalimentario.
En España existe un importante tejido empresarial vertebrado alrededor de la cadena alimentaria que va desde el pequeño agricultor hasta la gran distribución, pasando por la industria transformadora.
Además de producir artículos con unos niveles de calidad excelentes, las empresas agroalimentarias españolas han hecho un gran esfuerzo en estos últimos años para controlar y ajustar sus costes y volverse más eficientes.
De este modo han logrado también mantenerse competitivas a nivel de precios. Eso ha hecho que hoy en día este país disponga de una industria agroalimentaria potente y competitiva tanto aquí como más allá de nuestras fronteras.
El sector agroalimentario contribuye de forma decisiva con la difusión de la marca España y con la imagen que proyectamos como país hacia el extranjero y lo hace gracias a la elevada calidad de los productos alimentarios que exportamos.
Esta combinación entre excelencia y competitividad que muestra actualmente el sector agroalimentario español encaja a la perfección con el modelo de negocio de Lidl basado en ofrecer siempre la mejor relación calidad - precio.
Éste es el principal motivo por el que el mercado español ha ganado relevancia y peso en la estrategia de Lidl a nivel internacional.
Gracias a nuestra política de compras agregadas para todo el grupo pero descentralizada por mercados, compramos productos alimentarios españoles y los exportamos por toda Europa, distribuyéndolos a través de nuestra red de más de 10.000 tiendas en 26 países del continente.
Por tanto, a través de la central de compras de Lidl en España, muchos de nuestros proveedores españoles tienen la posibilidad de distribuir sus productos en el mercado europeo.
En el año 2012, compramos al sector agroalimentario español mercancía por valor de 2.500 millones de euros, de los que 1.200 millones se comercializaron fuera de nuestro país.
Un ejemplo de ello son las 960.000 toneladas de frutas y hortalizas compradas el año pasado a la huerta española, generando un volumen de negocio de 860 millones de euros y destinadas en un 80% a la exportación y abastecimiento de nuestra red internacional de tiendas.
Esta cifra convierte a Lidl en el mayor cliente del sector hortofrutícola español.
Esta estrategia de compras hace posible que exportemos más productos españoles de los que importamos del extranjero, contribuyendo a la balanza comercial española con un saldo positivo de más de 400 millones de euros al año.
Otra de las claves de la recuperación en nuestro sector debe pasar por un mejor entendimiento entre los diferentes operadores de la cadena de valor.
Como explica el profesor de IESE, Jaume Llopis, en su estudio "Proveedores y distribuidores, de la confrontación a la cooperación", la relación existente entre un proveedor y su cliente debe dejar de ser una relación estrictamente comercial para pasar a ser una colaboración mutua en la que ambos obtengan un beneficio más allá de las simples transacciones comerciales.
Nosotros creemos profundamente en esa idea y por ello establecemos con nuestros proveedores una relación de confianza que va mucho más allá del suministro de mercancía a nuestras tiendas.
Retomando el tema de la exportación como una de las vías para superar la crisis, el gran valor añadido que ofrecemos a nuestros proveedores es el acompañamiento que hacemos en su proceso de internacionalización.
En este sentido, más allá de las grandes cifras y volúmenes de producción, el suministro por parte de nuestros colaboradores españoles al resto de Europa no sería posible sin compartir con ellos el conocimiento que tenemos sobre el funcionamiento de los mercados en los que operamos, el marco jurídico por el que estos mercados se rigen, las distintas normativas de etiquetado en vigor en cada caso o las preferencias de los consumidores en cada país.
En definitiva, exportación y colaboración entre operadores de la cadena son probablemente dos de las principales claves para la recuperación de valor en el sector agroalimentario.