Tras 60 años de actividad en el mercado español, Grupo Frial ha conseguido convertirse en una referencia del sector cárnico gracias a la apuesta que decidió hacer por la investigación su presidenta, Paloma Frial, quién tomó las riendas del grupo a los 13 años de edad, cuando murió su padre.
Una apuesta que llevó a esta compañía, fundada en 1953 por Ramón Frial, a trabajar hace una década con la Universidad Autónoma de Madrid y con la que ha desarrollado la patente internacional Vidalim, que por primera vez ha logrado incorporar a los productos cárnicos los ácidos omega-3 del pescado azul en combinación con antioxidantes de alta actividad.
Un logro que ha permitido a Paloma Frial cumplir el objetivo de diferenciarse a través de la investigación y que, en los actuales tiempos de crisis, está siendo una palanca en la que el grupo se apoya para entrar en nuevos distribuidores a escala nacional y conquistar nuevos mercados pese a la crisis.
¿Qué receta está aplicando Frial para sortear la actual crisis?
La diferenciación. Si todos ofrecemos lo mismo y competimos en precio y en ver quién vende más barato, entramos en un camino que no nos lleva a ninguna parte. Lo que necesitan las empresas es poder diferenciarse y ofrecer algo distinto, porque eso hace un tejido empresarial mucho más sólido. El problema es que si todos hacemos lo mismo, al final sobrarán muchos. Nosotros tenemos mucha suerte porque, no por estrategia, sino porque creíamos en ello desde el principio, tenemos algo diferente, y el mercado está
buscando desesperadamente diferenciarse.
¿Qué efectos ha tenido para Frial esa diferenciación?
La diferenciación nos está permitiendo abrir nuevos mercados e incorporar referencias en los que ya estamos. Cuando iniciamos hace diez años un trabajo de investigación con la Universidad Autónoma de Madrid no sabíamos si íbamos a llegar a alguna parte, pero hemos tenido la gran suerte de obtener unos resultados que desde el punto de vista de la investigación han sido un éxito total, porque la patente lograda, Vidalim, tiene una aplicación muy amplia.
Obtenida la patente, ¿cuál es el siguiente reto?
Ahora nos queda la segunda parte, que es conseguir el éxito comercial. El gran reto es darlo a conocer al consumidor y que lo encuentre con facilidad. Y lo estamos consiguiendo, porque pese a la dificultad que supone en estos momentos que te abran una nueva línea de producto, lo estamos logrando. Ya hay cadenas en España en las que antes no estábamos y ahora sí, y cadenas internacionales que están muy interesadas, concretamente una de Alemania, en los productos derivados de esta patente.
¿Cuáles son los planes de Frial para el mercado internacional?
De momento el peso de nuestras exportaciones representa poco en nuestras ventas, pero seguro que en tres años triplicaremos las cifras actuales. Un producto tan diferenciado avalado por una patente internacional despierta gran interés en los mercados. Salir fuera yo creo que es casi imprescindible. Eso sí, para hacerlo tienes que tener algo diferente. Aunque los productos españoles tienen prestigio, no basta con decir soy de España.
¿A qué mercados internacionales pretende llegar Frial?
No le puedes poner puertas al campo. Además de Europa, ¿por qué no pensar en los países hispanos o en Asia? Lo que no puedes hacer es abrirte a mercados exteriores con productos que encuentras en esos mercados. Por eso la I+D es tan importante y para nosotros es nuestro ADN. Teniendo en cuenta que somos una pyme, el esfuerzo que hemos hecho en investigación ha sido increíble, casi fuera de la lógica. A veces la I+D ha supuesto el 10 por ciento de nuestra facturación, ahora se lleva el 5 por ciento. Pero eso es lo que nos ha dado una gran ventaja competitiva.
¿Cuál es la previsión de cierre de 2013?
Es pronto para hablar de cifras pero esperamos cerrar 2013 mejor que 2012. En producción, pensamos superar en un 10 por ciento los dos millones y medio del año pasado. También vamos a mejorar en términos de plantilla. De hecho ya hemos aumentando el departamento comercial con 4 personas nuevas. En total somos 48.
Más presencia nacional, apertura de mercados internacionales, nuevas contrataciones... ¿está siendo esta crisis menos dura para Frial que otras que haya vivido en estos 60 años?
Esta crisis es muy complicada porque desde el punto de vista financiero las dificultades son tremendas. Pero también diré que personalmente nunca he sido consciente de vivir tiempos fáciles, entre otras cosas porque aposté siempre por un camino diferente que entraña mayor dificultad. Para mí fue mucho más difícil que ahora el momento en que empecé sin tener idea de nada. A estos momentos hay que combatirlos echándoles más esfuerzo, más trabajo y más ilusión.
Sin olvidarse de los precios y de la marca blanca...
Cuando comparamos un producto de calidad apto para los que no pueden consumir ni gluten ni lactosa, con otro diferente y estamos hablando de 100 gramos, el precio no es una razón disuasoria. Aún así nuestros precios siempre han estado y están muy ajustados. En cuanto a la marca blanca... Hoy todo afecta a todo. Pero lo cierto es que hay diferentes nichos de mercado. Nuestro trabajo va dirigido al segmento de ese consumidor consciente de la importancia que tiene la alimentación en la salud. Y éste es un nicho de mercado que afortunadamente cada vez es mayor, porque cada vez más gente se está dando cuenta que comprar un buen producto no te supone a final de mes gran diferencia. En cambio en tu salud y en tu bienestar es muy importante. Yo siempre digo aquello de que tu alimento sea tu medicamento.
¿Entra en los planes de Frial comprar alguna empresa?
No descartamos nada que suponga el crecimiento y el desarrollo de Frial. Yo creo que en los tiempos actuales y en el mundo global en el que vivimos, ser radical en algo y decir yo no o yo sí no tiene sentido. Lo único que tenemos claro es que queremos que Frial vuele alto y para eso quizá habrá que hacer alianzas. Aquello que sea bueno y asegure el presente y el futuro del Grupo Frial se hará.
¿Y vender? ¿Ha tenido o tiene Frial pretendientes?
Ya nos han cortejado porque somos una empresa que tiene algo más, tenemos algo que no tienen los demás. No somos uno más. Hoy la gran obsesión de todas las empresas de cualquier sector es la diferenciación. Claro, nosotros hemos tardado diez años en hacer este proceso. A lo mejor una multinacional puede acortar los tiempos. Pero en investigación, hay que saber que cuando empiezas no sabes si vas a llegar a algún sitio y, si llegas, hay que cumplir unos tiempos, y obviamente los tiempos actuales no están para iniciar aventuras con las que no se sabe si voy a llegar ni a dónde voy a llegar. Cuando encuentras a alguien que ya lo ha hecho y ha tenido éxito, digo yo que será mejor caminar juntos. Estamos preparados para crecer.
Después de 60 años existiendo, ¿cuál es el balance que hace la presidenta de Frial del grupo que fundó su padre?
¡Sesenta años! ¡Se dice pronto! El balance es que han sido 60 años de muchísimo trabajo, ilusión y esfuerzo en los que hemos intentando ganarnos día a día la confianza de los consumidores, buscando la mejora permanente, la diferenciación y cómo se puede hacer más fácil alimentarse bien. Cuando murió, mi padre me dejó una empresa encarrilada. Hacerme cargo de la empresa fue una forma de no aceptar su muerte. Y pensé que todo aquel que sabe mucho de algo un día empieza de cero. Tuve claro, aunque era una niña de 13 años, que con su muerte no podía acabar la historia de mi padre, ni su sueño, ni su ilusión, ni su proyecto, ni su vida.
¿Con qué valores ha levantado Paloma Frial la empresa que le dejó su padre?
Con responsabilidad y trabajo bien hecho. Mi padre siempre me decía: "no compres dos veces". Si compras bien, lo que aparentemente es más caro, resulta más barato. Cuando empecé no pretendía hacer de la empresa otra más grande, pero sí que cuando se hablara de la mejor empresa por calidad, diferenciación e investigación se hablase de Frial. Eso es lo que he intentado incluso cuando hablar de investigación sonaba? bueno, ni siquiera sonaba. Mi sueño era la investigación y lo hemos hecho. Siempre digo que el primer paso para lograr algo es soñarlo.