Si la industria alimentaria española se ha convertido en una de las grandes locomotoras para tirar del tren de la recuperación, Ebro Foods es el mejor ejemplo de cómo sortear la crisis, enfocarse en los mercados internacionales y crecer.
En un entorno de volatilidad de las materias primas, la compañía, líder mundial en el sector del arroz y segundo fabricante de pasta, elevó el año pasado su beneficio un 4,5 por ciento, hasta 158,5 millones.
Dueña de marcas como Sos, Brillante, La Cigala o Panzani, es propietaria también del 9,3 por ciento de Deoleo, el líder mundial del aceite. El presidente de Ebro, Antonio Hernández Callejas, ha marcado en los últimos años un camino bien definido que ha culminado con éxito. Vendió Azucarera y Puleva para centrarse en negocios con mayor proyección internacional. Y acertó.
¿Qué peso tiene ya el negocio internacional para Ebro?
La actividad internacional supone la mayor parte de nuestras ventas, el 92 por ciento. Ahora mismo, la Península Ibérica, es decir los mercados de España y Portugal, representan sólo el 8 por ciento de la facturación. La mitad de nuestro negocio está en Norteamérica -Estados Unidos, Canadá y México- y la otra mitad en el resto del mundo. Estamos presentes ya en 25 países. Últimamente hemos entrado también en Asia con una planta en Bangkok (Tailandia) y una adquisición en India.
¿La idea es hacer más compras en el continente asiático?
La idea es seguir incrementado nuestra presencia y estamos estudiando oportunidades. El objetivo es crecer con los productos con los que somos líderes a nivel mundial, como el arroz. Pero sin descartar tampoco las salsas o las pastas. Son mercados emergentes que están floreciendo y hay que aprovechar las oportunidades. De todos modos, al margen de Asia nos parece también muy interesante África. Estamos ya presentes en el área del Magreb y en Egipto y queremos empezar a establecernos en los mercados de habla portuguesa. Eso sin olvidar tampoco Arabia Saudí o Emiratos, países de un alto nivel adquisitivo.
¿Qué capacidad de inversión tiene la compañía?
Hemos salido de productos como el azúcar o la leche para centrarnos en otros de más fácil internacionalización, caso del arroz, las pastas o las salsas. Eso ha ido acompañado de una política de remuneración al accionista, pero también de una reducción muy significativa de la deuda. En los últimos cinco años hemos reducido nuestros compromisos financieros de 1.000 a 240 millones. Y eso significa que nuestra deuda está ahora mismo por debajo de una vez el ebitda, que se sitúa en unos 300 millones. Eso te permite afrontar nuevas adquisiciones con bastante holgura. Seguimos siendo conservadores en ese sentido. Lo que nos parece razonable en el entorno financiero es endeudarnos como mucho dos o dos veces y media el ebitda. Eso a no ser que saliera una gran oportunidad y asumiéramos un mayor riesgo. Mientras tanto, buscamos compañías que encajen en nuestro portfolio y que no supongan endeudarnos más allá de 600 o 650 millones de euros.
¿Y cómo ve el mercado español?
Nosotros en España podemos hacer ya poco. Tras la adquisición de Sos, Competencia nos obligó a vender Nomen, con lo que en arroz ya sólo podemos tener crecimiento orgánico. En cuanto a otras áreas de negocio, no renunciamos a hacer algo en pastas o salsas, pero siempre vía orgánica porque las empresas que hay en estos sectores son grupos familiares con una buena proyección y que no están en venta. Aquí además la capacidad del consumidor se ha reducido y ha aumentado la influencia del precio a la hora de comprar. Pero también vemos que cuando vas con productos que aportan algo nuevo, de valor añadido, el consumidor reacciona bien.
¿La fusión con Deoleo, que se llegó a plantear en un principio, está totalmente descartada?
Entramos en Deoleo con un 9,3 por ciento porque había que resolver su problema de financiación para adquirir el negocio del arroz, la marca Sos, que encajaba muy bien en nuestra compañía. La adquisición de la actividad aceitera, sin embargo, supondría sobrepasar el ratio máximo de endeudamiento que teníamos previsto y nos hubiera impedido crecer en mercados estratégicos, como el arroz o la pasta. Eso no quiere decir que Deoleo no nos interese, lo que no nos interesa es integrarnos completamente.
Hojiblanca ha entrado en la compañía y ha dicho además que quiere aumentar su participación. ¿Cómo lo ve?
Lo que hemos hecho en Deoleo ha sido comprar el negocio marquista de Hojiblanca y les hemos pagado con acciones. Por lo tanto, cuando lo apruebe la junta de accionistas, la cooperativa andaluza tendrá un 10 por ciento. Para nosotros, esa presencia del sector productivo es muy positiva. En cuanto a la posibilidad de que aumenten su participación a través de la compra de las acciones de Bankia o de cualquier otra vía, somos muy respetuosos. Creemos en el libre mercado y cada uno hace con su dinero lo que le parezca más interesante.
¿Ebro Foods no va a aumentar entonces su participación?
Nosotros estamos en este momento en una actitud de ver y esperar. Estamos cómodos con nuestra participación, conociendo la compañía. Sabemos algo de arroz y pasta, pero no somos unos expertos en el negocio del aceite. Estamos empezando a conocerlo. Eso no quiere decir que en un futuro pueda pasar cualquier cosa. Podemos aumentar nuestra participación o vender, eso dependerá.
¿Si no hay nuevas operaciones de compra, se elevará la retribución al accionista?
Tenemos un dividendo de crucero, en torno a 0,48 euros por acción. Es la referencia que tenemos cada año y puede aumentar o ser complementado con un extraordinario si se dan ciertas circunstancias, que este año, por ejemplo, se han dado. Que no haya grandes adquisiciones que requieran un fuerte desembolso. Este año lo hemos complementado con otros 12 céntimos, hasta 0,60 euros por acción.
¿En España, tras la venta de Nomen, hay previstos nuevos lanzamientos?
Estamos lanzando especialidades, como arroces exóticos, platos preparados, arroces bomba, etc. Nuestra principal línea de lanzamientos este año viene de la mano de Brillante aumentando la gama de productos para microondas o sartén. Es un segundo paso tras el desarrollo de los vasitos de arroz, que han tenido un gran éxito.
¿La atonía del consumo español requiere más innovaciones que en otros mercados?
La innovación es importante en todas partes. Otra cosa es que en los países en los que la distribución está más concentrada, sea necesaria una mayor innovación para demostrar que eres necesario. En España, tiene que ser muy competitivo en este sentido.
¿Les preocupa que se cuestione la seguridad alimentaria, sobre todo después de lo que pasó con la carne de caballo?
Nos preocupa, pero la legislación española es muy rigurosa y, aunque puede haber algún fraude, el consumidor puede estar tranquilo. Lo que pasó con el caballo no fue algo que afectara a la seguridad, fue un fraude de etiquetado. En definitiva, creo que en la Unión Europea la seguridad alimentaria está garantizada y los fraudes son muy limitados.
¿Confía en que España pueda empezar a salir de la crisis este mismo año?
Se está produciendo algo sano, que todos seamos conscientes del valor del dinero. En los últimos 10 ó 15 años se ha usado el dinero público como si fuera ilimitado. Los recursos hay que saberlos emplear y lo que debe hacer el Gobierno es utilizarlos para generar empleo. Hay que invertir en economía productiva.
¿Debería el Gobierno apoyar más la exportación?
Yo no creo en las ayudas. Para exportar lo que hay que ser es competitivo. No se puede ser dependiente del que te da ayudas, que además producen corrupción. Lo que hay que fomentar es que las empresas tengan unos costes que les permitan salir fuera.