Desarrollo sostenible

Berkeley y Enusa no encuentran el "punto de fusión" para extraer uranio

Una mina a cielo abierto. Reuters

Enusa renuncia a extraer uranio. La compañía estatal sigue dando largas a la filial española de Berkeley para reabrir la mina de Saelices el Chico, que clausuró en 2000 y que era la única que explotaba en nuestro país.

Después de varios meses de divergencias con la compañía australiana sobre la viabilidad económica de la mina, Enusa ha vuelto a dar calabazas a Berkeley, que ahora reclama a la española 150 millones de euros por daños y perjuicios.

Berkeley España anunció ayer que ha iniciado un procedimiento contra Enusa ante la Corte Internacional de Arbitraje de la Cámara Internacional de Comercio, con sede en París, para reclamar el pago de 200 millones de dólares (unos 150 millones de euros) por la negativa de la compañía española a constituir una empresa conjunta para explotar los yacimientos.

La filial de la australiana Berkeley Resources y Enusa firmaron en enero de 2009 un acuerdo por el que la primera se haría con los derechos de explotación de los yacimientos que la empresa pública tiene en Salamanca. El acuerdo obligaba a Berkeley a elaborar un plan de explotación de los yacimientos de uranio de Salamanca. Este plan debía recoger un Estudio de Viabilidad que avala la rentabilidad económica del proyecto; un plan de restauración medioambiental; un estudio de Salud y Seguridad; así como diversos estudios geológicos.

En virtud de este acuerdo, ambas compañías crearían una sociedad conjunta participada en un 90 por ciento por Berkeley y en un 10 por ciento por Enusa, consorcio que se encargaría de la explotación de los yacimientos. Para obtener los derechos de explotación, Berkeley debía pagar a la compañía estatal 20 millones de euros, que no ha llegado a desembolsar. La compañía ya pagó 5 millones de euros por tener el permiso para estudiar las reservas existentes.

Y volvieron los peros...

Enusa ha rechazado en varias ocasiones el plan de Berkeley al considerarlo incompleto y genérico. A las dudas sobre las proyecciones económicas que manejaba la empresa minera se unían los costes de restauración medioambiental que exigen este tipo de explotaciones y que obligan a importantes inversiones. Después de varios aplazamientos, la compañía estatal ha vuelto a poner peros el pasado 29 de febrero, última fecha límite dada y ha desatado la furia de Berkeley, que juega así sus últimas bazas para lograr un acuerdo ya que sigue mostrando su "interés" por las minas.

Según Berkeley, el acuerdo de colaboración establecía la obligación de Enusa de reembolsar a Berkeley el valor del daño emergente consistente en las inversiones y los gastos incurridos por ésta, así como cualquier daño y perjucio causado, incluido el lucro cesante.

Berkeley estima los perjuicios totales en alrededor de 200 millones de dólares americanos, a lo que habría que añadir los intereses devengados hasta la fecha de pago de la citada compensación.

Éste no es el único contratiempo que Berkeley sufre con estos yacimientos. La compañía no logró convencer ni a la rusa Severstal ni a la coreana Kepco para que se integrasen en el proyecto. Finalmente, tuvo que acometer una ampliación de capital de 41 millones de euros.

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