
Parece que los tiempos están cambiando. Si antes el color del rock por excelencia era el negro, ahora los bajos, baterías, altavoces y focos de las grandes citas para los aficionados a este tipo de música parece que se pasarán al verde, mucho más ecológico y respetuoso con el medio ambiente. Al menos esto es lo que se hará el próximo año en el municipio madrileño de Arganda del Rey, donde Rock in Rio ha fijado su sede para 2008.
Desde la organización del festival han decidido aplicar el programa Carbono Zero, que sólo se había utilizado antes en el pasado Mundial de fútbol, para reducir las emisiones de carbono derivadas de la realización de los conciertos.
Para ello, a falta de ultimar los últimos detalles, los organizadores ya han pensado cuáles van a ser las medidas que aplicarán para aportar su granito de arena al respeto por el medio ambiente. "Queremos transmitir el mensaje al resto del mundo y predicar con el ejemplo, sirviéndonos del glamour que dan los artistas. Además los organizadores harán un seguimiento de las emisiones no sólo durante los conciertos, sino desde que todos los que participen salgan de sus casas", explica Roberta Medina, directora del Rock in Rio 2008.
Para empezar, apostarán por el transporte público, ya que el traslado de los asistentes es la causa de más de la mitad de las emisiones de carbono que se producen durante los días que dura el festival. "Nos estamos empeñando a fondo para que la gente tenga que utilizar lo menos posible su coche", explica Medina.
Energías renovables
Además, también fomentarán el uso de biodiésel. Los generadores eléctricos que se utilizarán en el festival se alimentarán con este tipo de combustible, para lo que la organización ya ha firmado acuerdos con BP y Caterpillar. La segunda iniciativa también está relacionada con el sector energético. En los escenarios se instalarán 120 paneles solares cuya energía será aprovechada durante los cerca de tres meses que durarán las labores de montaje.
A estas iniciativas se sumarán otra serie de actividades paralelas, como talleres en los que diseñar ropa con materiales reciclados, o la obligación de todas las tiendas de reciclar sus residuos. Un proyecto para el que, aproximadamente, tendrán que invertir un millón de euros.
Pero la filosofía verde del Rock in Rio no terminará ahí. Nacido con vocación benéfica en 1985, el festival invierte cada año sus beneficios en un proyecto social, que el año que viene estará relacionado con el medio ambiente. Aunque todavía no está del todo cerrado, lo más probable es que replanten parte de las miles de hectáreas que el fuego arrasó en Galicia el verano pasado.