
Es cierto que en España el mercado de coches de segunda mano ya supera al de coches nuevos, pero también lo es que hay veces en las que nuestro viejo automóvil no sirve para otra cosa que no sea pasar a mejor vida. Y para ello, una opción que ya eligen el 90 por ciento de los españoles: llevarlo a un Centro Autorizado de Tratamiento (CAT), la versión verde del desguace de toda la vida.
Organizados en torno a la Asociación Española para el Tratamiento Medioambiental de los Vehículos Fuera de Uso (Sigrauto), en estos centros se encargan de recuperar todas las piezas aprovechables de su viejo automóvil y de reciclar las partes metálicas y refundirlas para darles un nuevo uso.
Pero antes de esto, hay que pasar por una serie de fases; la primera, entregar su vehículo en uno de estos centros, repartidos por toda España. De lo demás ya se encarga el personal del CAT. El proceso se divide en cinco partes: descontaminación, retirada de componentes, almacenamiento y compactación, fragmentación y reciclado.
El proceso
En la primera, el objetivo es evitar disgustos y limpiar bien a fondo el vehículo: restos de combustible, aceites, líquidos de transmisión... todo debe quedar bien limpio antes de ponerse manos a la obra. El siguiente paso es separar todo aquello que se pueda revender, retrovisores, asientos, palanca de cambios... y todos esos detalles que a veces sólo se pueden localizar en un desguace.
Una vez desvalijado, empieza la transformación propiamente dicha. Con un sistema de grúas y prensadoras, los automóviles se compactan y se almacenan hasta que se trasladan al centro de fragmentación, donde ese primer coche que uno se compró con los ahorros de su primer trabajo queda reducido a trozos de metal de entre 20 y 40 centímetros. Un espectáculo no apto para nostálgicos.
La parte verde del proceso
Y por fin, la parte verde de todo este proceso. Se trata de recoger esos restos de metal y cargarlos en camiones de hasta 25 toneladas, que se encargan de llevarlos hasta las plantas de tratamiento de los metales. Allí será donde se vuelvan a fundir y regresen de nuevo al mercado.
Un detalle importante. Si decide llevar su coche a uno de estos centros, se ahorrará unos cuantos euros (es totalmente gratis) y algo que a veces es todavía más importante: se evitará todo el papeleo para tramitar la baja. En lugar de pedir los permisos, autorizaciones y demás documentos ante la Dirección General de Tráfico, en el CAT le entregarán un certificado de destrucción que le servirá como justificante de baja. Además, si le entra la morriña antes de dejarlo en el desguace, siempre puede guardarse un trocito de la tapicería.