
El sector de la construcción consume la mitad de toda la energía que gasta la Unión Europea en un año. El resto, a partes iguales del 25 por ciento, corresponde a la industria y el transporte.
Estos últimos ya han puesto en marcha planes de mejora para reducir la contaminación, pero no la construcción. Al mismo tiempo, florecen las certificaciones en productos y servicios como sinónimo de calidad y prestaciones. Sin embargo, promotoras y empresas constructoras parecen hacer oídos sordos a las exigencias medioambientales y todavía son pocos los edificios que cuentan con un sello de calidad.
El Centro Nacional de Energías Renovables (CENER) otorgará a partir de esta semana, coincidiendo con la Feria Construmat que empieza hoy mismo en Barcelona, un sello de calidad medioambiental en la edificación. "El sello supondrá un valor añadido a los proyectos de construcción, más aún teniendo en cuenta que a partir de ahora los promotores deben encontrar argumentos de venta ante la reducción de las ventas en el sector", explica Jerónimo Camacho, director de desarrollo de negocio de CENER.
El certificado asegurará que la casa en la que vive es bioclimática, esto es, una vivienda en la que el uso de energías alternativas reduce el consumo energético y el gasto de electricidad, entre otros factores medioambientales. El sello de calidad analiza desde los consumos energéticos hasta la sostenibilidad de los criterios arquitectónicos de construcción de la vivienda. Pero además, y como novedad, incluye una análisis del ciclo de vida de los materiales, desde su origen hasta su puesta en obra, un parámetro que todavía no es obligatorio en la normativa.
"El sello es una manera de hacer ver a promotores y usuarios la importancia de moderar el consumo energético", apunta Florencio Manteca, director de arquitectura bioclimática del Centro. La certificación energética en España es de carácter voluntario y Manteca opina que no deben llegar a la veintena las promociones inmobiliarias que cuentan con esta certificación, que de momento sólo será para edificios nuevos. Una de las críticas que reciben los edificios ecológicos es el sobrecoste que supone para el comprador.
Según Camacho, el precio sólo se incrementaría un 5 por ciento sobre el precio de ejecución material, pero el ahorro energético de esa vivienda sería del 50 por ciento. Si se tiene en cuenta que el precio de ejecución material supone un 30 por ciento del precio de venta de la vivienda, el incremento sobre el coste final no superaría un 1,5 por ciento, en comparación con el precio de una vivienda tradicional.
Desde CENER aseguran que el papel de la Administración es imprescindible y debe "encontrar medidas que estimulen a los promotores para promocionar este tipo de viviendas, como exenciones fiscales".