
Con 170 kilos de papel al año cada español puede hacer cientos de avioncitos, envolver miles de regalos, imprimir multitud de correos y fotografías, escribir millones de notas, ir cientos de veces al baño, comprobar el ph, proteger las frutas de las inclemencias del tiempo, mejorar la transmisión de los coches... y así hasta 300 aplicaciones distintas.
La implantación de las nuevas tecnologías de la comunicación, lejos de relegar el papel a un segundo plano, han impulsado la diversificación de los usos y tipos. Sin ir más lejos, en los últimos diez años se ha incrementado un 20% el consumo por habitante, se han desarrollado hasta 50 aplicaciones nuevas y la facturación anual ha ascendido hasta los 5.000 millones de euros.
Este incremento de la demanda e innovación tecnológica ha traído consigo un gran desarrollo en los sistemas de reciclaje y eficiencia energética, que han hecho del sector papelero una industria sostenible. En 2008 se recuperó y recicló el 69% del papel consumido, frente al 64 por ciento de 2007. En total, en España se reciclan cinco millones de toneladas de papel y cartón al año, lo que equivale a 50 estadios de fútbol llenos hasta arriba, por lo que su reciclado no sólo permite la optimización de los recursos naturales, sino que supone un gran ahorro de espacio en los vertederos y una reducción de las emisiones de 4,5 millones de toneladas de CO2, más del 1% de las emisiones totales del país.
La recuperación del papel genera cierto valor añadido y reduce los costes de producción. El valor añadido en los papeles de más alta tecnología supone unos 2.400 euros por tonelada en facturación, mientras que en los estándar éste supone entre 300 y 650 euros por tonelada. Respecto a la eficiencia en los procesos y su repercusión en los costes, las mejoras en el uso eficiente de las materias primas, que entre otras cosas ha permitido que la fibra se llegue a reutilizar hasta seis veces, supone reducir un 40 por ciento de los costes de producción y un ahorro energético del 20% de los mismos.
Por contradictorio que parezca, la producción de papel ayuda al desarrollo de la masa forestal. Por cada tonelada que se fabrica, se plantan seis nuevos árboles. Teniendo en cuenta que la fibra de celulosa con la que se fabrica el papel procede de madera que se cultiva en plantaciones de pino y de eucalipto, cuanto mayor sea la productividad mayor será la extensión que se plante. Actualmente, los cultivos destinados a este producto ocupan 430.000 hectáreas, el 2,4% de la superficie total de bosques.