Rafa Nadal ha vuelto a hacer historia. 2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018 y 2019. Doce Roland Garros para el mejor deportista español de todos los tiempos y uno de los mejores de la historia. Ni el mejor Thiem pudo ganar al rey de la tierra, que solo ha concedido dos sets en todo el torneo a sus 33 años cumplidos hace seis días.
El balear logra además su Grand Slam número dieciocho y se coloca a dos del mito del tenis, Roger Federer. Doce Roland Garros, tres US Open, dos Wimbledon y un Open de Australia confirman su leyenda. En la capital parisina, donde le deben hacer una estatua cuando se retire, solo ha perdido dos veces en toda su carrera: en 2009 ante el sueco Soderling y en 2015 ante Novak Djokovic. Nadie, absolutamente nadie, igualará estos registros en la historia.
Nadal se presentó a esta final siendo, como no, el máximo favorito para revalidar título. Thiem, finalista del año pasado, llegó en plena forma tras vencer a Djokovic, número uno mundial y campeón de los tres últimos Grand Slams, pero con el handicap de jugar los últimos cuatro días del torneo por los aplazamientos por el temporal. Eso parecía dar ventaja, sobre el papel, al campeón español.
Pero el comienzo del partido no fue como se esperaba y de hecho se convirtió en una oda al tenis, por parte de ambos tenistas. Avalancha, vendaval, locura. Un inicio que se recordará en muchos años, y es que tanto el español como el austriaco batallaron como si no hubiera un mañana, luchando todas las pelotas de principio a fin. Atacando, con una calidad en sus golpes fuera de lo normal; y defendiendo, siendo capaces de llegar a todas las bolas. Los puntos eran interminables y todo bajo un ritmo endiablado.
Con 3-4 en el marcador a favor del español, y con un break para cada uno, Nadal hizo mucho daño con otra rotura que luego confirmó con su saque hasta llegar al 3-6 para así cerrar el primer set. El ritmo bajó por parte del austriaco, algo normal después de un inicio tan arrollador. El partido no podía seguir los derroteros iniciales y durante el segundo ambos bajaron un par de marchas.
En la segunda manga, los dos tenistas estuvieron muy seguros con sus servicios y no dieron opción de break. Con 6-5 para Thiem, Nadal no estuvo tan certero y el austriaco, a base de su gran derecha y revés a una mano, dio la sorpresa para igualar el partido. Dominic cogió fuerza y demostró su gran fortaleza mental tras perder el primer set, pero no sabía que enfrente estaba la bestia al que despertó de su pequeño letargo.
Golpe de timón de Nadal
El inicio del tercer set fue demoledor por parte de Nadal. El español se puso en un santiamén con 0-4 a su favor y tan solo cediendo un punto en los cuatro juegos. Además, dejó para el recuerdo uno de los mejores puntos del torneo: una dejada con retroceso a la que Thiem aplaudió con deportividad. Rafa se puso 1-5 y posteriormente 1-6 para cerrar el tercer set y segundo en su haber. Thiem estaba desesperado y ni su revés tan característico a lo Federer le salvó del apuro.
En el cuarto y definitivo, Thiem enseñó sus garras e inquietó a Nadal, que tuvo problemas para mantener su servicio, aunque finalmente el español salió airoso para salvar dos bolas de break que terminaron por hundir definitivamente al austriaco. Es entonces cuando el balear olió la sangre de Dominic para enfilar el set y duodécimo Roland Garros. Nadal se gustaba con interminables subidas a la red, casi todas con acierto (22 de 26 en todo el encuentro).
Rafa cerró el partido y se tiró sobre la arena de la Philippe Chatrier para después levantarse y saludar a su rival, que vio como otra vez se le escapó el sueño de levantar su primer 'grande'. Nadal vuelve a hacer historia y cerró además su victoria 950 en toda su carrera y 118 de 120 en Roland Garros. A cinco sets, en tierra batida, es imbatible. Lo ha vuelto a demostrar.