
Que Tiger Woods es el deportista mejor pagado del mundo no es un secreto. El tigre se embolsó el año pasado más de 10,8 millones de dólares en premios sobre el green, aunque esto apenas representó un 10 por ciento del montante que factura año tras año en contratos de patrocinio y publicidad. Tras su lesión se dispone a sustituirle Michelle Wie, la golfista más mediática del circuito femenino.
Su última conquista, el US Open celebrado en San Diego, le valió para abrir la caja registradora, que en lo que va de año ya acumula 4.425 millones de dólares en ganancias por premios, y para situarse a cuatro victorias para igualar el récord histórico de títulos de Grand Slam de Jack Nicklaus, que consiguió 18. Pero no podrá alcanzar ese listón este año debido a la lesión de rodilla que arrastra y que le ha obligado a pasar por el quirófano.
La ausencia de Woods, una auténtica máquina de generar dinero, ya se está haciendo notar en el circuito profesional. Los grandes patrocinadores echan cuentas para calcular lo que podrían perder sin la presencia del mejor jugador del mundo en los eventos que esponsorizan y Golf Channel valora en un 30 por ciento el descenso de su audiencia.
Una sustituta muy mediática
Perdido el interés por el tigre, las cámaras empiezan a centrarse en la tigresa, Michelle Wie, la golfista más mediática del circuito femenino, que tiene una cita el 31 de julio al 3 de agosto en la hierba del British Open. No es la favorita, de hecho desde que dio el salto al profesionalismo hace tres años no ha ganado ningún major. Ese papel recae sobre la mexicana Lorena Ochoa, ganadora el año pasado, y la sueca Anikka Sörenstam, número uno de la lista de golfistas más ricas de la historia, con más de 20 millones de dólares acumulados en premios desde mediados de los noventa.
Si Wie se proclamara ganadora en el Sunningdale Golf Club de Berkshire, donde se celebra el premio, sería toda una sorpresa. Este año apenas se ha embolsado 2.570 dólares en premios, una cuantía que se antoja insuficiente para costearse los palos de golf con los que compite. Ni siquiera figura entre las 180 jugadores que más ganancias llevan acumuladas en lo que va de año. Sus cifras se sitúan muy lejos del 1.200.000 dólares que ha facturado la sueca Sörenstam en los primeros seis meses de 2008 y los casi dos millones de Ochoa.
En tres años como profesional, Wie ha acumulado 758.000 dólares. En el mismo período, Ochoa ha rebasado los 10 millones y Sö-renstam los 7. Claro que ninguna de ellas posee el caché ni el tirón comercial de Michelle Wie, una auténtica tigresa del marketing deportivo.
No forma parte del tour LPGA ni de ningún otro circuito profesional de golf y este año ha sido el primero en el que ha jugado un torneo del circuito profesional europeo (Open de Alemania). Ella sólo compite vía calificación, como hizo para participar en el US Open de este año, o por invitación. Una invitación nada barata. Hace dos años el torneo Telecom asiático celebró un campeonato de modalidad mixta para el que había destinados más de 600.000 dólares en premios a repartir para los ganadores.
Michelle Wie recibió 700.000 sólo por saltar al green para competir con otros hombres. Es menos de la mitad del caché que exige Tiger Woods en sus exhibiciones, pero mucho más de lo que cuesta contar con la presencia de Ochoa y Sörenstam.
Grandes negocios
Su mera presencia es sinónimo de audiencias y contratos comerciales. Durante los 10 días que estuvo en Corea, el país natal de sus padres, para jugar el Open Telecom asiático, firmó acuerdos comerciales y publicitarios por valor de cinco millones de dólares.
Wie aún no ha cumplido los 19 años, pero ya figura en la lista de los deportistas mejor pagados del mundo. Cuando en 2005 decidió dar el salto al circuito profesional sin haber cumplido aún los 16, lo hizo asegurándose un provechoso contrato con la firma Nike, que de esta forma quiso asegurarse contar con el tigre y la tigresa para su línea de productos de golf.
En ese primer año en la elite, la revista Forbes calculó que había facturado 17 millones de doláres, 30 veces más de lo que percibió en premios y más del doble de lo que ingresa Sörenstam. De Nike, Sony y Omega, sus tres principales espónsores, consigue entre siete y diez millones anuales y algunas fuentes han apuntado a que, en breve, esta hawaiana de origen coreano podría incrementar sus partidas comerciales en concepto de royalties hasta los 20 millones al año a través de una línea de productos propia.
A sus 18 años, la revista Fortune la ha catalogado como el quinto deportista que más dinero factura por publicidad y patrocinio de Estados Unidos, por delante de figuras como Kobe Bryant y tan sólo superada por Tiger Woods, Phil Mickelson, LeBron James y Dale Earnhardt. La culpa la tienen los 19,5 millones de dólares que percibió en 2007.