
Contador ha vuelto a sufrir lo que otros españoles vivieron antes: el exceso de celo francés contra nuestros deportistas. Desde el tricampeón del Tour hasta Rafa Nadal pasando por la Selección Española de Fútbol, Luis Aragonés o Madrid y Barça, todos han sufrido duras críticas al norte los Pirineos. ¿Por qué surgen estos ataques?
El aficionado de a pié habla de pura envidia. Los afectados, de celo galo hacia todo lo que triunfe en sus fronteras habiendo llegado de fuera. Y mientras, los franceses regatean críticas insistiendo en que la supuesta tirria francesa hacia lo español es una invención nuestra. Pura fabulación hispana.
Quizá la respuesta nazca del cóctel en el que se mezclan todos estos ingredientes. Es cierto que en la cultura nacional está exagerar todo lo que venga de fuera y más si aterriza desde el país galo. Cierto victimismo que no excluye que lo español tampoco caiga bien en Francia.
Contador y el ejemplo Virenque
El último ejemplo de Contador es evidente. El ciclista español sufrió fuertes abucheos en su presentación en el Tour de este año 2011. Algo que no contempló su más director rival, Andy Schleck.
Para él, aplausos. Hace años, cuando Richard Virenque fue condenado de dopaje (Contador todavía no ha sido declarado culpable de su positivo por clembuterol) nadie en Francia lo condenó. Seguía siendo un héroe nacional.
Dardos envenenados de la prensa
Minutos antes, en la rueda de prensa previa, al pinteño le bombardearon con cuestiones espinosas. Cada vez que un periodista francés cogía el micrófono era para lanzar una pregunta envenenada.
Las tres primeras fueron auténticas cargas de profundidad. ¿Qué piensas de que se te pueda quitar el Tour si das positivo? ¿No te parece raro que todos tus equipos hayan estado salpicados en polémicas por dopaje? ¿No crees que habría sido mejor no participar en este Tour?
Serio y con risas sarcásticas, Contador regateó las cuestiones duras. Sabía a lo que se enfrentaba. Tenía experiencia.
Ya el año pasado el público le pasó factura podio tras podio hasta la etapa final porque no se paró cuando a Schleck se le salió la cadena en una subida. Aquellos casi 40 segundos de ventaja terminaron siendo clave en su tercer Tour.
La prensa gala le acusó de ser antideportivo. Eran las mismas cabeceras que semanas atrás filtraron la lista de la UCI en la que se sospechaba del pinteño antes de ese Tour 2010.
"El público de París es estúpido"
Meses atrás habían filtrado con insistencia de la doble transfusión sobre la causa de su positivo. Los mismos periódicos que en 2006 atacaron a Madrid, Barcelona, Betis o Valencia afirmando que sus jugadores se dopaban por la vinculación en algún momento entre estos clubes y Eufemiano Fuentes. Suma y sigue.
El ciclismo no es el único deporte que sufre este tipo de gestos. El tenis le sigue muy de cerca con Nadal como principal víctima.
El dominio absoluto de Rafa en Roland Garros no sienta nada bien en la tierra batida de París. Al número uno del mundo no le animan. Jalean siempre a su rival. En 2008, cuando Soderling le hizo incar las rodillas, la pista central se vino abajo.
"El público de París es estúpido. Aquí nunca va conmigo. Es algo que tengo asumido. Lo sé", repite Nadal en las últimas ediciones de este Grand Slam. Algo que comparten Verdasco, Ferrer y que antes sufrieron otros como Sergi Bruguera o Arantxa Sánchez Vicario. No es que el público quiera que otros ganen de una vez en Roland Garros. "Hay algo más", comentó en 2009 Feliciano López.
Los sueños de Platini
La selección española de fútbol también recibió las críticas duras de los franceses durante el último amistoso de los nuestros en Saint Denis.
No se olvida el episodio entre Reyes y Luis Aragonés, cuando éste le pidió al andaluz que mirara a los ojitos a Henry para decirle "Negro de mierda, soy mejor que usted". Desde entonces, 'La Roja' tampoco cae demasiado bien. Este jueves Platini afirmó que "España pagaría por tener un 10 como él en el equipo" y no al revés.
Sólo una excepción destaca entre estos agravios: Fernando Alonso. El piloto de Ferrari es una celebridad en el país vecino desde que en 2005 y 2006 lograra el campeonato del mundo de Fórmula 1 a lomos de un Renault. Quizá fuera el matrimonio con la escudería francesa lo que le librara de las crítícias en un territorio cada vez más duro para los nuestros.