
El Rayo Vallecano vuelve a Primera División. Por séptima vez en su historia (sexta en los últimos 30 años), el club franjirrojo consigue el ascenso a la élite del fútbol español triunfando en una siempre competida categoría de plata. Y como ya es un auténtico clásico, los de Vallecas suben en una situación institucional límite, con las cuentas económicas ajustadas al máximo y diversos problemas en sus despachos que hacen aún más meritorio el éxito deportivo.
Sobre el césped, el equipo se reconstruyó en tiempo récord de uno de los momentos más críticos de su historia reciente. Después del descenso a Segunda con Paco Jémez en 2016, los franjirrojos coquetearon con la caída a Segunda B durante varios meses de la siguiente temporada. Ni el regreso de Sandoval ni el experimento de Baraja salvaron a los del barrio madrileño. Y entonces, con la urgencia máxima en el campo, se recurrió a la solución de la casa. La contratación de Miguel Ángel Sánchez, 'Míchel', fue el inicio de la resurrección. Todo un mito de Vallecas que trasladaba su sabiduría sobre el césped a los banquillos para relanzar un proyecto a la deriva.
Tras lograr la salvación, en verano el equipo se vio obligado a regenerarse tras un intenso lavado de cara. Se acusó en su momento el adiós de Felipe Miñambres en la dirección deportiva el curso anterior, y la baza de Ramón Planes no dio resultados. Por ello, otro viejo conocido del césped de Vallecas asumió el cargo. El exportero David Cobeño fue el encargado de la remodelación de la plantilla. Y sin un euro en las cuentas, lo hizo a base de renovaciones y cesiones.
Así, llegaron al sur de Madrid varios descartes de equipos de Primera, como Unai López (Athletic), Emiliano Velázquez y el portero Alberto García (Getafe) o la gran estrella de la temporada, el madridista Raúl de Tomás. En invierno regresaría además Bebé (Eibar), otro gran artífice de los éxitos en la recta final del campeonato. Y con esos mimbres, el equipo se fue consolidando cada vez más entre los grandes de Segunda hasta conseguir ante el Lugo el ansiado ascenso.
Una directiva siempre cuestionada
Por otra parte, la masa social rayista ha protagonizado a lo largo de la temporada diversas protestas por la gestión de su presidente, Raúl Martín Presa, un hombre que llegó al cargo en 2011 con tan solo 34 años tras comprar las acciones a la familia Ruiz Mateos en el momento de la decadencia del 'imperio' Rumasa.
"No tenía ni idea de las cuentas del Rayo ni de fútbol", llegó a reconocer Teresa Rivero, predecesora de Martín Presa, durante un juicio reciente ante las acusaciones de defraudar seis millones de euros durante su etapa al frente del club. La viuda y los hijos de José María Ruiz Mateos afrontan ahora las consecuencias de una etapa que, si bien tuvo éxitos en lo deportivo, se confirma ahora como un auténtico desastre en lo institucional.
Pero tras ellos aterrizó Martín Presa, no sin sospechas de tratarse de un testaferro de los propios Ruiz Mateos. Y bajo su dirección, el club pasó años duros metido en pleno proceso de Ley Concursal. De esa etapa se salió con las cuentas algo más saneadas, pero entonces llegó el descenso, y con él la reducción de ingresos por motivos televisivos y publicitarios. Volvía la incertidumbre económica a uno de los barrios más humildes de la capital. Y con ella se ha subsistido en Segunda, lejos de las cifras económicas que manejan los equipos punteros de la categoría.
Este año, el Rayo cuenta con un presupuesto de unos 12 millones de euros, mientras los equipos descendidos de Primera (Sporting, Granada y Osasuna) se encuentran entre los 25 y los 30, gracias en parte a la ayuda recibida por el fondo de compensación por descenso que establece LaLiga.
También en lo relativo al tope salarial, el Rayo está en un segundo vagón de la categoría de plata, con un límite de 8,3 millones, similar al del Tenerife y lejos a los de Sporting, Granada, Osasuna y los dos filiales (Barcelona B y Sevilla Atlético), que en algunos casos llegan hasta los 18.
A pesar de las limitaciones, la plantilla confeccionada por Cobeño y Míchel logró colarse entre las que atesoraron un mayor valor de mercado en la Segunda división. Según la web especializada Transfermarkt, los futbolistas rayistas están valorados en 22 millones de euros, cantidad similar a las de Granada y Sporting y superior a las del resto de equipos de la categoría excepto el filial culé, impulsado por la proyección de jóvenes como Aleñá y José Arnaiz.
La 'ruinosa' situación del estadio
A pesar de todo, en Vallecas los problemas económicos van más allá, y se han traducido en cuestiones como el mal estado del estadio. Durante todo el curso, los aficionados han protestado ante la ruinosa situación de gradas, accesos o servicios, en muchas ocasiones en estado de oxidación, descuido o inutilidad. La situación es tan grave que las instalaciones han mostrado deficiencias al pasar las últimas Inspecciones Técnicas de Edificios (ITE) llegando a dudarse sobre la viabilidad de seguir siendo utilizado.
El club y las instituciones pactaron recientemente una reforma con un presupuesto de casi dos millones, que hasta la fecha ha sufrido numerosos retrasos y que ahora tendrá que llevarse a cabo en verano de manera casi obligatoria ante el ascenso a la máxima categoría. Como objetivo de estas obras de mejora, se pretende mejorar la estructura del inmueble, renovar los graderíos y eliminar barreras arquitectónicas, además de paliar problemas de humedades, mejorar las fachadas y sustituir elementos de publicidad obsoletos. Pero los hinchas temen que no sea suficiente. Salvo que el extra económico del ascenso se invierta, esta vez sí, en adecuar las instalaciones del club a las exigencias de una Liga en plena adaptación a los estándares de imagen y profesionalidad que se manejan en el fútbol actual.
Lo que es seguro es que Vallecas volverá a disfrutar del fútbol de Primera y a recibir a los grandes del fútbol nacional, y lo hará desde su modestia, pero sin complejos. Consciente de que ya en otras ocasiones fue capaz de plantar cara. Y con la mentalidad de que, en el fútbol profesionalizado hasta el extremo de hoy en día, es obligatorio no repetir los errores del pasado si pretende subsistir con su humilde economía y protagonizar una nueva era gloriosa en la historia franjirroja, al mismo tiempo que mantiene otra de sus banderas, el cuidado a una cantera y a una sección femenina que llevan años siendo un ejemplo para orgullo de un barrio siempre defensor de los más desfavorecidos. Y es que en Vallecas la lucha por la igualdad nunca se detiene. Con dinero o en precario. Ni en el campo de fútbol, ni fuera de él.