Tener una madre depresiva durante la escuela primaria aumenta la probabilidad de que un niño adopte conductas de riesgo en la adolescencia, como beber alcohol o fumar, según un estudio.
Un equipo de Canadá estudió a casi 3.000 niños desde la infancia y halló que aquellos que tenían madres depresivas en "la niñez intermedia" eran más propensos a adoptar conductas de riesgo en la adolescencia antes que otros.
"Aunque hay bastante evidencia que sugiere que la depresión materna estaría asociada con la depresión de los hijos, se conoce muy poco cómo la depresión materna influiría en las conductas adolescentes", aclaró por correo electrónico el autor principal, Ian Colman, investigador de la Universidad de Ottawa, Ontario.
Los estudios previos habían sugerido que existiría una relación entre la depresión materna durante el embarazo o posparto con la salud mental del adolescente (http://reut.rs/1zWKAiz). Pero el equipo de Colman publicó en pediatrics que poco se sabe sobre la relación con las conductas en la adolescencia.
Los autores analizaron los resultados de la Encuesta Nacional Longitudinal de Niños y Adolescentes, un estudio poblacional canadiense que comenzó cuando los niños que participaron tenían entre dos y cinco años en 1994 y finalizó en 2009, cuando ya eran adolescentes.
Las madres respondieron un cuestionario cada dos años para conocer el estado de su salud mental y física, la salud de sus hijos y sus parejas y el funcionamiento familiar.
A los 10 u 11 años, los niños comenzaron a responder sus propios cuestionarios. Y en la adolescencia informaron sobre sus conductas de riesgo, como el consumo de drogas y alcohol, el uso de armas o las escapadas de casa. Finalmente, 2.910 adolescentes completaron el estudio.
El equipo detectó que los adolescentes que habían estado expuestos a los síntomas depresivos maternos durante la mitad de la niñez eran más propensos a consumir alcohol, cigarrillos y marihuana, y a tener conductas delictivas violentas y no violentas. Además, tendían a adelantarse a esas conductas con respecto de los hijos de las mujeres con depresión leve o sin síntomas depresivos.
Los adolescentes que habían estado expuestos a la depresión materna recurrente en la niñez tenían más conductas de riesgo no violentas que los hijos de mujeres con depresión leve o sin síntomas depresivos.
En cambio, los hijos que ya estaban en la adolescencia cuando sus madres desarrollaron los síntomas depresivos no tenían más conductas de riesgo que los participantes sin exposición a la depresión materna.
Todo esto no demuestra que los síntomas maternos cuando los hijos son pequeños sean la causa de las conductas de riesgo cuando son adolescentes. Pero los autores explican que el desarrollo cognitivo, social y emocional aumenta durante la mitad de la niñez.
Colman admite que pedir ayuda puede ser muy difícil, pero asegura que hablar de cómo se sienten las mujeres es un buen comienzo en el camino de la recuperación de la depresión. "No olvidemos que lo que es bueno para las madres, a menudo también lo es para sus hijos".
(Información de Shereen Lehman)
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