Segovia, 12 jun (EFE).- Miles de personas salieron ayer a las calles de Segovia para participar en la noche de luna llena, una actividad de la oficina de la candidatura a capitalidad cultural europea 2016, con juego, participación y arte contemporáneo.
A las 20,16 horas comenzó un amplio programa de 32 actividades con la entrada bajo los arcos del acueducto del ganador de una carrera popular con un recorrido de 2.790 metros, como muestra del vínculo entre cultura y deporte.
Mientras, desde una instalación gigante comenzaron a llover cientos de pelotas de colores con las que el público jugó sin parar a los pies del monumento romano iluminado por los últimos rayos del atardecer.
Muchos mayores fueron niños y los más pequeños colaboraron como adultos en actividades, como la pintura, porque el arte fue ayer el vehículo para crear, compartir y vivir en una ciudad abarrotada que continuó de fiesta hasta las 2,16 de la madrugada.
El recorrido urbano por el recinto histórico estuvo lleno de sorpresas, incluso de algún susto, en broma, como el que podían dar a los viandantes alguna de más de veinte estatuas vivientes que se instalaron en el paseo del salón, disfrazadas de hombres primitivos o de robots, pasando por un amplio elenco.
Los artistas Enrique Marty (Salamanca 1969) y Antonio Ballester (Madrid 1977) trabajaron en una gran obra pictórica y luego cada uno intervino e interactuó en la parte realizada por el otro.
Saliendo del recinto amurallado, a los pies del alcázar, una carpa de 1.000 metros cuadrados se convirtió en una especie de catedral efímera, donde la luz, el color y los volúmenes provocaron que el espectador se sintiese como dentro de un organismo, quizá en el vientre de una ballena.
A escasos metros, en la Casa de la Moneda, mandada construir por Felipe II, recientemente rehabilitada, la sensación fue de paz, al escuchar al Daniel Cano Quintet, un grupo de jazz influenciado por diversas como las composiciones de Kenny Wheeler, de Dave Douglas o el Flamenco.
Proyecciones de vídeos, instalaciones del director de cine José Luis Guerin o del escultor Moro en museos abiertos para todos fueron otras alternativas, combinadas con el juego del parchís en plena calle, donde cada vía era de un color, incluso el alumbrado público.
El resultado fue una noche entretenida, también con buena temperatura donde no faltó el aperitivo, a 1,50 euros la tapa, en una actividad denominada "Devorar Europa", porque cada una estaba inspirada en un rincón diferente de la Unión, dependiendo del bar que se visitase.
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