
Las estaciones de esquí catalanas esperan una temporada récord en ingresos. Lea el artículo completo en la Revista Catalunya.
En el mundo empresarial, casi todas las empresas dependen de factores internos y externos para culminar sus planes. Una buena estrategia puede hacer que una compañía supere mejor que otra una crisis sectorial o una recesión macroeconómica. Sin embargo, las estaciones de esquí confían la mayor parte de su éxito a un factor externo absolutamente incontrolable: la meteorología.
La nieve es para muchas comarcas catalanas el oro blanco con el que mantienen las 16 estaciones de esquí que hay en el Pirineo catalán, y con ellas, toda la amalgama de empresas y negocios que se nutren a su alrededor. De la abundancia de nieve dependerá que su temporada sea un éxito, con mayor venta de forfaits y mayor empleo en la zona; o un fracaso, con poca afluencia de esquiadores. Que sea un mal año pone en serio riesgo la viabilidad económica de sus estaciones -y consecuentemente de sus trabajadores-, de las que tres cuartas partes ya son de propiedad pública de la Generalitat.
La temporada ya ha comenzado, y aunque el pistoletazo de salida en Catalunya lo dieron Masella, Baqueira Beret, La Molina y Vallter 2000 durante el penúltimo fin de semana de noviembre, el primer plato fuerte de la campaña coincidirá con el macropuente de diciembre, cuando abrirán sus pistas Boí Taüll, Port Ainé, Espot, Vall de Núria y Port del Comte. Es en el puente de diciembre cuando el sector hace su particular agosto y factura un 15% de las ventas de toda la temporada. Este año, según la patronal del sector, las previsiones "son muy buenas" y superan el año anterior.
El objetivo por parte de las estaciones de esquí es ambicioso, ya que quieren volver a colocarse en máximos de venta de forfaits, intentando igualar la cifra que lograron hace 13 años con 2,4 millones de pases vendidos. Aunque el director de la patronal de las estaciones de esquí (Acem), Joaquín Alsina, prefiere ser prudente ante los imprevistos meteorológicos que puedan surgir y confía en que se superarán los 2 millones de visitantes y se crearán un total de 5.000 empleos. Esto supondría igualar o incluso rebasar el récord de visitantes de la década, que se alcanzó en la temporada 2008/2009 con 2,1 millones de visitantes (véase gráfico) .
En todo caso, las estaciones en su conjunto han invertido este año 10,8 millones de euros, una cifra que engrosan los casi 70 millones que se han desembolsado desde 2010 en Catalunya. De la presente inversión, 2,1 millones se han destinado a telesillas y arrastres. La inversión para la producción de nieve se mantiene como el pasado año en 4,6 millones, y para mejorar pistas, accesos y maquinaria se han gastado 4 millones de euros.
Las ventas ya no sienten la crisis
Aunque el récord histórico de visitantes es una cota difícil de alcanzar, sí se podría superar el de ventas por parte de las estaciones de esquí. Los remontadores aumentaron su facturación un 6% el pasado año, logrando unas ventas de 41 millones de euros. Esta cifra se podría rebasar si todo transcurrre como se prevé. Sólo hay un factor externo que pueda incidir, pero que es determinante e incontrolable: la meteorología.
Aunque en los últimos años, las estaciones se han armado con cañones de nieve artificial para paliar las deficiencias climáticas, las nevadas son las que determinan que una campaña sea buena o mala. Y es que las estaciones y todo su ecosistema de empresas se la juegan. El sector tuvo un impacto directo de 508 millones de euros en la economía catalana el año pasado, un 6,2% más que en 2014 a pesar de no ser una gran temporada. Las estaciones catalanas aumentaron en su conjunto un 4,3% el número de visitantes, lo que se traduce en 2 millones de forfaits vendidos, según detalla la patronal Acem.
El hecho de que se facture más a pesar de tener menos visitantes que a principios de siglo se debe al mayor gasto de los visitantes ante la creación de paquetes familiares.
Ahora, sus profesionales confían que este año la tendencia siga al alza y que la temporada sea larga, algo que con este arranque, según Alsina, espera "que será así". Noviembre se inició con buen pie, aunque las lluvias no ayudaron a mediados de mes.
En cualquier caso, la venta de forfaits de cara a diciembre ha superado ya los registros del pasado año. Otro factor a tener muy en cuenta es el impacto económico total, que ha aumentado en comparación al año pasado. Por cada euro invertido en un forfait se genera un gasto de 12,37 euros. De hecho, según estos mismos datos, la actividad ha generado un impacto en ventas directas de 1.376 millones de euros durante las últimas cinco campañas en Catalunya.
La presión de Andorra se deja sentir
Las estaciones han invertido desde los últimos diez años hasta 143 millones de euros para mejorar remontadores, comprar máquinas de nieve y añadir kilómetros de pista. Pero más del 60% del grueso de esta inversión se hizo en los primeros cuatro años, entre 2006 y 2010.
Aunque esas inversiones están lejos de las del año 2000 -cuando se gastaron 36,4 millones de euros- Alsina asegura que este hecho no sólo se debe a la crisis económica, ya que han convergido diversos factores.
Por una parte, el director de Acem defiende que "ahora se están amortizando las fuertes inversiones hechas en el pasado, como el cambio de telesillas y arrastres". También incide en que "la crisis económica no ha hecho tanto efecto en los esquiadores de toda la vida, que han seguido viniendo, sino en la atracción de nuevo público, que no hemos conseguido". Pero uno de los problemas que siempre ha sufrido el esquí catalán es su guerra fratricida con Andorra, "que tiene una mejor fiscalidad, mejor clima y menores costes laborales", apuntan fuentes del sector. De hecho, sólo las dos estaciones andorranas de Vallnord y Grandvalira han invertido 15,5 millones este año y esperan 3,3 millones de visitantes, un 85% de ellos procedentes de España.
Pero en lo que repercute directamente a las inversiones, la recesión económica sí ha hecho mella en el sector, especialmente el catalán, por "la quiebra de algunas estaciones", explica Alsina. Entre 2007 y 2010, el gasto conjunto se mantuvo estable entre los 25 y los 20 millones, pero en 2012, uno de los más duros de la crisis, esa inversión se redujo a tan sólo 2 millones. Y es que entre esos años, la Generalitat rescató a cuatro estaciones de esquí, que se encontraban en quiebra. Estas fueron Espot y Port Ainé en 2011; Vallter 2000 en 2012 y Boí-Taüll en 2014. Todas ellas han pasado a gestionarse a través de Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) y la empresa pública Avançsa en el caso de Boí-Taüll. Todas ellas engrosan el portafolio de estaciones públicas, donde ya figuraban La Molina y Vall de Núria desde los años ochenta. Este rescate se hizo en pos de preservar la actividad económica de la zona al considerarlas como estratégicas para Girona y Lleida.
El caso de Boí-Taüll es uno de ellos, cuya gestora era propiedad de la inmobiliaria Nozar, de la familia Nozaleda. La Generalitat asumió y capitalizó los préstamos que mantenía la gestora con el Institut Català de Finances (ICF) de 7,3 millones de euros, invirtió un millón adicional para preservar su actividad y este año ha destinado otros 1,6 millones para mejorar las instalaciones. Nozal sigue teniendo la gestión. Lo mismo pasó dos años atrás con Vallter 2000, de la familia Serra -y propietario de Baqueira Beret-, a quien adquirió el control de la sociedad por 2,4 millones. Esta participación se ha ido incrementando hasta controlar el 68% con diferentes inversiones, la última hace unas semanas por valor de 1,1 millones de euros para evitar su disolución.
Espot y Port Ainé siguieron sendos caminos en 2011, cuando la Generalitat asumió la gestión de ambas. La gestora estaba controlada desde 2009 por el empresario andorrano Joan Viladomat -propietario de Grandvalira- dentro de una empresa donde también estaba el ICF.
Las estaciones públicas, un pozo de 62 millones
La Generalitat gestiona seis de las 16 estaciones que existen en Catalunya, y todas ellas registran pérdidas. De hecho, sólo hay dos estaciones catalanas que hayan sido rentables en los últimos años -Baqueira Beret, propiedad de la familia Serra y Masella, de la familia Aymerich-.
En el último ejercicio, las estaciones públicas comportaron pérdidas de 8 millones de euros a las cuentas públicas, un 10% menores que el año anterior. En el mismo año, todas las estaciones públicas ingresaron 13,5 millones, un 8% más que el año anterior.
No obstante, todas las estaciones de esquí públicas todavía pierden dinero.
En 2015, los números rojos más abultados fueron los de La Molina, que perdió 3,05 millones de euros. En su conjunto, en una década, las estaciones públicas acumulan pérdidas de 62 millones. El problema, según Alsina, es que la situación presupuestaria catalana "no permite hacer inversiones, por lo que tampoco puede hacer una apuesta fuerte para poder ser rentables y competir".
Precisamente, el director de Masella, Xavier Nolla, explica cómo rentabiliza una empresa en un sector tan difícil y en un territorio donde en diciembre ha habido años donde no hacía suficiente frío para abrir: "Todos los beneficios se reinvierten y no repartimos dividendo". Nolla indica que su prioridad es "la apuesta por la red de producción de nieve, ya que es el activo más importante para garantizarla".
Alsina también pone el oro blanco como algo absolutamente imprescindible, ya que "si un esquiador va a una estación y no ve nieve, nunca más volverá; matas a la gallina y nunca más pondrá huevos". Aunque con inviernos más calurosos y el calentamiento del planeta, muchos estudios dudan de la rentabilidad de estos cañones de nieve artificial, que además, consumen cantidades ingentes de energía y emiten gases de efecto invernadero que a su vez alimentan dicho calentamiento.