
Tener 50 o más años y quedarse en el paro es, desgraciadamente, algo cada vez más usual en España. De hecho, según la última EPA del primer trimestre del año, este colectivo de personas con amplia experiencia y aún muchos años de vida profesional por delante representaba el 18,1 por ciento del total de parados -1,12 millones sobre 6,2 millones. En diciembre de 2006, justo antes de que la crisis comenzara a dar coletazos, eran 243.800 los desempleados en esa franja de edad, el 13,5 por ciento del total de parados, casi cinco puntos menos.
Favorecer que estas personas se reenganchen al mercado laboral como autónomos es algo que todavía no se ha logrado. Es cierto que el número de autónomos en esa franja de edad no ha dejado de crecer lentamente desde 2009, pero también lo es que en 2008, en uno de los peores años de la recesión, eran 1,2 millones los autónomos de más de 50 años, cincuenta mil más que a marzo pasado. Conscientes de esa tendencia al alza, pero también de que el número era incluso mayor en plena crisis, las asociaciones ATA y Upta han hecho un llamamiento para que las medidas para favorecer el aumento del emprendimiento entre los jóvenes se extiendan a la franja de edad por encima de 50 años, que hasta ahora son los emprendedores olvidados en todos los planes de apoyo.
"A diferencia de los jóvenes, que tienen un colchón familiar, este colectivo es el que actúa como colchón de las cargas familiares, de ahí que su situación sea más grave. Ya le hemos dicho al gobierno que quite las piedras en el camino para que se hagan autónomos", explica Francisco de Palacio, vicepresidente de ATA. Sebastián Reyna, de Upta, detalla que una de las medidas de las que más se beneficiarían los nuevos autónomos con experiencia sería poder compatibilizar el cobro del desempleo con el inicio de una actividad por cuenta propia, ya que precisamente es el colectivo de mayores de 45 años quienes causan el mayor número de altas en el RETA derivadas del desempleo.
La segunda medida que tendría una mayor repercusión sería la relacionada con el "fomento de la segunda oportunidad" que permite reanudar el cobro de la prestación por desempleo en el caso de que se cause baja en el RETA y siempre y cuando no hayan transcurrido cinco años desde la fecha de inicio de la actividad. Además, estas dos medidas sumadas a la reducción de la cuota de cotización durante los 6 primeros meses desde el inicio de actividad favorecería la entrada de un mayor número de autónomos 'maduros' al sistema.
Casuística
¿Hay que mirar a otros países de Europa para buscar inspiración? Reyna opina que no "ya que en muchos de estos países sacrifican coberturas como las sanitarias por aplicar el coste cero al inicio de la actividad".
elEconomista ha hecho una batida por las principales comunidades para testar a los nuevos autónomos que se están apuntando a esta opción tras quedarse en paro; a quienes se han dado segundas o terceras oportunidades como emprendedores pese al paso de los años; y a quienes empezaron a serlo en crisis o antes de ella.
El caso de Miguel Marinas levanta el ánimo. Con cuarenta y ocho años, este emprendedor vallisoletano no se lo pensó dos veces a la hora de capitalizar el año de paro que le quedaba para montar un negocio textil, sector en el que había trabajado como encargado de tienda durante los últimos 16 años. "Los 900 euros del paro apenas dan para pagar la hipoteca y decidí montar mi propio negocio". La ayuda de la sociedad de garantía recíproca Iberavalha sido fundamental para dar el paso, ya que ha conseguido el aval necesario para conseguir un crédito para circulante que antes le negaban los bancos.
Reconoce que no ha recibido más ayudas. "Debía haber para todo el mundo, no sólo para los jóvenes. Yo ni las he mirado, porque por su pequeña cuantía no merece la pena ni perder el tiempo". Y reclama también apoyos en las cuotas a la Seguridad Social o en el pago del IVA para quienes están empezando.
Igualmente en positivo, pese a operar en un sector tan atribulado como el de la construcción, comentan su experiencia los catalanes Miguel Florenciano y Martín Alejandro Labaila. Este último, de 47 años, asegura que ser autónomo no tiene ninguna ventaja, ya que considera que "no tenemos derecho anada". Inició esta nueva andadura tras cerrar la empresa en la que trabajaba en diciembre pasado. En marzo decidió capitalizar el paro y destinar el dinero de la prestación por desempleo a pagar la seguridad social del autónomo. "Para iniciar la actividad por cuenta propia, en un primer momento he invertido 13.000 euros para comprar una furgoneta y herramientas de trabajo", apunta Alejandro, quien considera que ser autónomo es la única salida que tiene en estos momentos para seguir trabajando.
El gerente de la empresa donde estuvo, Miguel Florenciano, también está trabajando por cuenta propia en estos momentos. Según este autónomo de 43 años, una SL no puede competir con un autónomo. "Ahora soy más competitivo, puedo coger algunas obras más pequeñas y los cursillos de seguridad, entre otras prestaciones, son más baratos", afirma Florenciano.
Menos optimista es la visión de José Tineo, 54 años, autónomo y dueño de la pyme de la construcción La Prudeña, constituida en 1987 por tres socios .Ha pasado de tener 70 trabajadores en época de bonanza a sólo tres en 2013. "Ahora estamos los fundadores y un hijo del tercer socio que se ha jubilado", explica. Reconoce que la crisis ha hecho mella en su cooperativa, dedicada a la construcción y otros sectores afines.
Críticas
"Gracias al trabajo que hemos desarrollado en el pasado no hemos cerrado", destaca Tineo, quien añadió que no tienen deuda, tan sólo una pequeña hipoteca, que están pagando poco a poco. Misma experiencia que la del también sevillano Manuel Fernández, de 57 años, que desde los 20 trabaja en construcción, fontanería y energía solar como autónomo. Sus dos pequeñas empresas llegaron a tener más de cuarenta trabajadores antes de la crisis. Actualmente forman parte de las mismas tan sólo su familia directa y dos o tres personas más.
Fernández se queja principalmente de no recibir ningún tipo de ayuda por parte de la administración, ni de los bancos. Reconoce que lo está pasando mal por el impago de facturas, falta de crédito, subida de impuestos? "Nos están asfixiando entre todos", se lamenta.
Críticas también por parte de Longinos Jiménez, que perdió su empleo de jefe de compras de una empresa de muebles, al cerrar ésta. A pesar de tener más de 50 años, logró un nuevo empleo en un concesionario de coches que, seis meses después, entró en concurso de acreedores, por lo que se vio de nuevo en la calle. No volvió a tener suerte porque "a esa edad nadie te coge" y acabó sin prestación y con el subsidio de 426 euros, con el que "puedes malvivir, pero yo nome veía 11 años sin hacer nada". En la misma situación se encontró con Carlos Navarro, ex trabajador de Agfa, y ambos, con 56 y 57 años, decidieron convertirse en emprendedores. Optaron por una franquicia y, tras estudiar diversas posibilidades se decantaron por Mail Boxes, empresa de mensajería de acreditada solvencia y amplia presencia en toda Europa. La aventura empezó hace 10 meses.
Un préstamo del ICO de 55.000 euros y la promesa de una subvención de 3.000 que no ha llegado es toda la 'ayuda' que han recibido. "Estamos muy quemados, porque se les llena la boca con las ayudas a los emprendedores, pero ni el Estado ni la Generalitat dan nada, a pesar de que hemos dejado de cobrar 426 euros y estamos pagando 284 euros de autónomos cada uno", se queja Jiménez.
Existen también casos que confirman la recomendación de Upta de extender a este colectivo las facilidades para acometer segundas, o incluso terceras o más, iniciativas empresariales. José María López, de 50 años, es la segunda vez que emprende en Zaragoza. Anteriormente, tenía una empresa con 11 trabajadores que estuvo abiertahasta el año 2008 y que tuvo que cerrar porque "se trabajaba mucho para la administración y se cerró el grifo de la financiación ymequedé sin empleo".
No tenía derecho a prestación por desempleo al ser autónomo y decidió volver a emprender porque "llega un momento en el que ves que tienes un currículum de muchos folios y que nadie te va a contratar". De esta manera, optó por reciclarse y por crear Skyphos, una empresa en la que asesora, vinculando el turismo con la cultura. Aunque él contó con el apoyo del semillero de ideas de Zaragoza Activa, reconoce que el problema es la burocracia y la financiación. "Cuando reemprendes, el tema financiero es un problema porque temiran mal, porque consideran que ya se tuvo una oportunidad y que se hizo mal. Yo en lo que más innovo es en el tema de la financiación porque está todo cerrado, incluso los créditos ICO".
Más allá va el burgalés Eduardo Aisa Aznar, de 53 años, que está a punto a embarcarse en su tercera intentona de crear su propio negocio. La primera, un proyecto de venta de cupones que no cuajó, fue por un espíritu emprendedor que reconoce que siempre ha tenido mientras que la segunda ?un proyecto de consultoría con dos socios- "no daba para mantener una familia con tres hijos y pude reengancharme al mercado laboral". Ahora, parece ser la definitiva, tras ver de nuevo las orejas al lobo del desempleo. "Ya nadie apuesta por mí. Las empresas están reduciendo plantilla y si quieren a alguien es de bajo coste, Miedo no tengo pero no me queda otra salida". Tras 25 años trabajando en grandes empresas de servicios, ultima establecerse como consultor informático centrado en social media.
A veces ocurre que la puesta en marcha de un nuevo proyecto no es consecuencia del fracaso del primero, sino de que la propia administración, que con su constante cambio de legislación echa por tierra la idea original. Es lo que le ocurrió a Javier Liz Sirven, economista bilbaíno de 51 años que tras haber trabajado toda su vida en compañías de gran renombre en el mundodela consultoría y de la construcción (en grandes firmas españolas y multinacionales) ha visto cómo la crisis le alcanzaba y se quedó sin trabajo.Tras buscar trabajo, consultar con headhunters y agencias de colocación vio que su salida era emprender por su cuenta.
Inicialmente se decantó por un proyecto de plantas de biogás de alta tecnología, en el que logró todos los permisos, autorizaciones e incluso que un fondo de inversión internacional se comprometiera a financiarles con varios millones de euros. Sin embargo, a las puertas de materializar el proyecto, el cambio de regulación de las energías renovables del actual Ministerio de Industria, puso la puntilla al proyecto justo antes de que viera la luz.
Tras este mazazo, Liz no desesperó y hace tres meses que ahora acaba de constituir una nueva empresa, Nanoim, compañía que incorpora productos avanzados de nanotecnología para aplicarlos a sistemas de impermeabilizaciones para edificios industriales, empresariales y residenciales. Javier está "muy ilusionado" y asegura que el apoyo de su familia -su esposa y sus tres hijos, aún estudiantes- "es fundamental".
Javier cuenta con el apoyo de otro socio, un ingeniero de 60 años, y de la empresa valenciana que introdujo este sistema en España (Solradiant). Además, la nanotecnología se ha usado para aislar y proteger del agua a las bases de las plataformas petrolíferas offshore y es aplicable a otros sectores.
Considera que su proyecto puede tener gran proyección, a pesar de la crisis que vive el sector de la construcción, porque la "nanotecnología va a cambiar muchos hábitos y va a sustituir a muchos de los materiales que se utilizan en la actualidad". El sistema de Nanoim es aplicable tanto a nuevas construcciones como a las ya existentes para resolver problemas de filtraciones y humedades, con claras aplicaciones a la rehabilitación de edificios históricos y modernos.
Afición vs. negocio
Aunque hay quien entra en proyectos altamente innovadores como Liz, a partir de los 50 y tras una situación de desempleo sobrevenida es común lanzarse a emprender sobre seguro. Bien por tradición familiar o por convertir una afición en negocio. Este último es el caso de Regina Nogueras, emprendedora zaragozana que aprovechó los conocimientos que tenía en el campo de la restauración para lanzar un negocio en el campo del reciclaje y la reutilización, con la apertura de Centro Garno.
Aunque su experiencia está siendo exitosa, Regina Nogueras reconoce que emprender "es una aventura porque no me siento apoyada ni con apoyos para el desarrollo de mi negocio porque no se consigue ningún crédito. He tenido la ayuda de mi familia para poder empezar con todo esto. A nivel de autónomos no hay ayudas".
Además hay otros handicap a superar a la hora de emprender porque "hay impuestos, muchos requisitos para el local? La burocracia es increíble", afirmaRegina Nogueras, quien matiza que "y eso que yo lo que he querido es el autoempleo porque con 50 años ponerte a buscar un empleo es imposible".
Respecto a la tradición familiar, un caso de libro es el del valenciano Vicente Estellés. Esperaba jubilarse en la empresa alemana auxiliar del automóvil en la que había trabajado durante 24 años, en concreto en departamento de atención al cliente, pero un ERE le dejó sin empleo con casi 50 años.
Sin esperanza de encontrar un trabajo por cuenta ajena después de tres años de búsqueda, tiró de ahorros e invirtió 15.000 euros en una tienda de frutos secos, legumbres y encurtidos en Valencia, inaugurada hace dos meses, en la que trabaja solo ya que los ingresos no dan para más. "Me estoy dando a conocer todavía, pero cuesta, porque se nota que la gente no tiene dinero para gastar y esto no son productos de primera necesidad", explica. Estellés eligió este negocio porque lo conocía, ya que sus padres regentaron un establecimiento similar, y porque "en el barrio no había nada parecido".
Ser un negocio tradicional le impide concurrir a algunas subvenciones a proyectos empresariales tecnológicos o innovadores, aunque espera poder presentarse a alguna convocatoria estatal o autonómica. "De momento, no he tenido opción de solicitar ninguna, excepto los 120 ó 130 euros que dan durante seis meses por hacerme autónomo", afirma. Estellés, que percibía 426 euros de subsidio, paga ahora 256 de cuota de autónomo.
Lo más común, en cualquier caso, es lanzarse a probar si en la misma actividad en la que un emprendedor ha venido desarrollando su actividad durante su vida laboral por cuenta ajena. Experiencias hay de todo tipo, pero la del vasco Luis María Román destila optimismo. Este ingeniero vizcaíno quedó en paro con 46 años. Tras ello, Luis María y varios compañeros más de ese trabajo decidieron "tomar las riendas" de sus carreras profesionales y emprender por su lado.
Activos intangibles
Así acaba de nacer Baitic Soluciones. Como principales activos cuentan con su amplia experiencia, su conocimiento del mercado y sus contactos comerciales establecidos a lo largo de muchos años de ejercicio profesional. "Los clientes te reconocen por su experiencia pasada, por tu trayectoria y te agradecen", indica Román, que además destaca las habilidades de cada uno de los ingenieros que integran el proyecto, que van desde un perfil más técnico hasta otros más comerciales y de marketing.
Otro de sus activos primordiales es el optimismo, pero también su realismo de que "hay que ir con cautela y que para crecer debe hacerse con los pies en el suelo. Además hay que ser eficientes, optimizar recursos, hacer más cosas mucho mejor y más rápido".
Tras varios meses para definir su negocio y fijar su estrategia, Baitic se constituyó formalmente el pasado mes de abril, con sede en la localidad vizcaína de Basauri como consultoría informática especializada en el desarrollo de software y soluciones en el entorno de las redes inteligentes (smart grids), pero que entre sus planes entra ampliar su servicios a otros campos de alto contenido tecnológico.
En su nacimiento, Baitic contó con el apoyo de la Ventanilla Única Empresarial de la Cámara de Comercio de Bilbao y ahora está en proceso de solicitar su inclusión en otros programas de ayuda a emprendedores.
Luis María comenta que han tratado de "minimizar los gastos" de administración, comparten oficina con otra firma y también aplican el teletrabajo. Para poner en marcha la empresa han empleado sus ahorros. Al igual que otros emprendedores lo primero que han tenido que hacer, mucho antes de empezar a facturar, es "pagar", a la Seguridad Social para darse de alta en autónomos, los gastos de constitución, local, etc.
Información elaborada por: Rafael Daniel, Verónica Sosa, J.M. Camacho, Eva Sereno, Javier Alfonso, Carmen Larrakoetxea y Carlos Pizá.