Montevideo, 24 sep (EFE).- El Mundialito, que en 1980 reunió en Montevideo a los campeones mundiales de fútbol, intentó dar legitimidad a la dictadura uruguaya (1973-1985) pero terminó convirtiéndose en el "principio del fin" del régimen militar, defiende en un documental el cineasta Sebastián Bednarik.
El día de la final del torneo entre Brasil y Uruguay, el 10 de enero de 1981, los miles de uruguayos que abarrotaron el Estadio Centenario, avivados por el triunfo de su selección, explotaron al grito de "Se va a acabar el Gobierno militar" y desataron una espontánea manifestación contra la dictadura nunca vista hasta el momento.
Meses atrás, en noviembre de 1980, el Gobierno de facto había tratado con un referéndum de dar solidez y legitimidad al régimen instaurado tras el golpe de Estado de 1973, recordó hoy a Efe Sebastián Bednarik, autor del filme "Mundialito", que la próxima semana se presenta en el Festival de Río de Janeiro (Brasil).
La Copa de Oro de Campeones Mundiales, conocida como Mundialito, fue organizada por el Gobierno de facto para festejar lo que preveía como un gran triunfo en las urnas, pero se tornó en algo muy distinto cuando la consulta popular fue rechazada por el 57 por ciento de la ciudadanía.
"Con el Mundialito el plan del Gobierno era mostrar el nuevo Uruguay, la nueva república que era apoyada por todos, pero se dio la vuelta a la torta y lo que en realidad vio el mundo fue el principio del fin del derrumbe de la dictadura militar", relató Bednarik.
Con entrevistas a políticos, deportistas y periodistas que vivieron más de cerca el evento, Bednarik desvela en su documental "qué hubo detrás" del campeonato, disputado por Uruguay, Países Bajos, Italia, Brasil, Argentina, y Alemania Federal, y "cómo lo vivieron sus protagonistas".
"Fue una fiesta compensatoria", asegura en el largometraje el actual presidente de Uruguay, José Mujica, que en el momento en el que se disputaba el campeonato estaba preso por su pertenencia al movimiento guerrillero MLN-Tupamaros.
Con "Mundialito" Bednarik no pretende "ni hacer denuncia ni construir opiniones", señaló el cineasta, para añadir que su objetivo era tratar de "dar respuestas a muchas preguntas que aún hoy siguen en el aire", .
Entre ellas, cuáles eran los pensamientos de los jugadores uruguayos, qué fue lo que vieron los más de 1.300 periodistas internacionales que cubrieron el evento y qué posición tomaron las autoridades deportivas de la época.
"Cada uno da su visión, recuerda las cosas de distinta manera" y surgen "varias lecturas" de un mismo acontecimiento, explicó Bednarik.
Así, el documental muestra testimonios como los del futbolista uruguayo Fernando Alves, quien asegura que a medida que avanzaba el campeonato los jugadores se dieron cuenta de que estaban actuando como "payasos de lujo".
También recoge experiencias como la del ex presidente Jorge Batlle (2000-2005), quien estuvo "totalmente en contra" del Mundialito, y las declaraciones del entonces titular de la FIFA, Joao Havelange, que afirma frente a la cámara: "Yo no hago política, hago deporte".
Lo importante para Bednarik, que estrenará comercialmente su documental a finales del próximo octubre, era "contar una historia" entorno a la que, en su opinión, hay un sentimiento de "vergüenza" y "silencio" por parte de los uruguayos.
"Hubo una especie de actitud de meter todo debajo de la alfombra y así es como las generaciones de menos de 30 años ni siquiera saben qué es lo que pasó entonces", aseveró el director.
Lo que ocurrió fue que el triunfo de la celeste sobre Brasil en la final tuvo un efecto de "catarsis" sobre la población, que decidió dejarse llevar por la celebración y convertirla en la primera manifestación masiva en contra de la dictadura, áfirmó el cineasta.
Nunca se pudo celebrar el triunfo del "no" al plebiscito, así que después de semanas de silencio y en la misma final que iba a "poner la guinda" al codiciado éxito electoral del Gobierno de facto uruguayo, "todo el estadio estalló", recordó el realizador.
Pasaron cinco años hasta que se puso fin a la dictadura en Uruguay, pero fue entonces cuando "el pueblo empezó a hablar", agregó Bednarik, y aunque lo ocurrido durante el Mundialito "no trascendió más allá", sí se metió un tanto a favor de que "las cosas comenzaran a cambiar".