Ciencia

El misterioso gato que saltó del arca de Noé y custodia Turquía

Gato de Van, con un ojo de cada color. Imagen: Dreamstime

Las tierras que rodean el lago de Van, en Turquía, son descritas como áridas y montañosas, resignadas a soportar temperaturas extremas en invierno y en verano. Sin embargo, en esta región a priori inhóspita, se extienden los dominios de un singular gato de raíces ancestrales.

Los hititas, un pueblo indoeuropeo que habitó la zona cientos de años antes de Cristo, ya registraron la presencia de este animal entre ellos, mediante dibujos grabados en banderas o joyas en honor al hoy conocido como 'gato de Van'.

Popularmente se les llama 'gatos nadadores', en parte por su afición al agua -el lago de Van fue su piscina favorita en sus orígenes-, y en parte por la leyenda bíblica que los envuelve. El mito relata cómo los antepasados del gato de Van, que viajaban a bordo del arca de Noé, decidieron saltar al agua cuando divisaron el monte Ararat, el mayor pico de Turquía en su frontera con Irán. Los intrépidos gatos nadaron hasta llegar a tierra y allí levantaron su reinado felino. Asombrado por su valentía, Dios les dotó de unas peculiares y llamativas características.

Los gatos de Van tienen un pelo largo y cálido, de color blanco con manchas rojizas anillando la cola. Pero son los ojos lo más fascinante de estos mamíferos. Suelen presentar un ojo de cada color: uno turquesa, y el otro, ámbar.

En peligro de extinción

Con el paso de los años, estos gatos se han visto en peligro de extinción, y sus raíces originales son cada vez más difíciles de rastrear. Por ello, un centro de investigación y cría adscrito a una universidad de la región trabaja para conservar la especie, relata el diario El Mundo. Este espacio aloja a poco más de un centenar, y solo se dan en adopción cuando las nuevas crías superan la capacidad del centro.

Es un trabajo que se toma muy en serio desde el propio Gobierno de Turquía, que prohíbe que sus gatos de Van salgan del país, después de que en los años 50 una criadora británica llevase a Reino Unido unos ejemplares y la raza se fuera mezclando en Europa.

Estos felinos no solo son apreciados por su curiosa belleza, sino también por su carácter. Están dotados de una gran inteligencia y son muy sociables. Les gusta la vida en familia, suelen participar en actividades cotidianas y les encantan los juegos y la interacción con los humanos. Si ya está babeando por tener uno de estos ejemplares, prepárese para una vida austera y de inclemencias meteorológicas en las montañas turcas.

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