
Las agujas del reloj avanzan muy lentamente cuando se está aburrido y no hay nada que hacer, todo lo contrario que cuando hay alguna labor y de repente al mirar el reloj sorprende ver que han pasado ya dos horas. La percepción del tiempo que tiene el ser humano depende de una situación concreta, la etapa de la vida o incluso en algunas enfermedades como el párkinson.
Todo esto ocurre gracias a la dopamina, una sustancia neurotransmisora relacionada con el amor, la recompensa, la motivación o el movimiento, entre otros aspectos, según una investigación de neurocientíficos del Centro Champalimaud para lo Desconocido en Lisboa publicada en Science que recoge ABC. De esta sustancia depende la visión "subjetiva" del tiempo, como ocurre cuando esperamos. Para ello, entra en juego la motivación, la atención o las emociones.
Originalmente se ha sospechado que las neuronas que producen la dopamina eran las que producían esta sensación de lentitud y letargo, aunque no se encontraba una relación directa entre las señales sentidas por la persona y el paso real del tiempo.
Para alcanzar esta conclusión, los investigadores de este estudio examinaron la actividad de estas neuronas en ratones para ver si el intervalo entre dos sonidos era percibido como más corto o más largo. Al mismo tiempo se estudió la actividad de las neuronas dopaminérgicas y encontraron que su activación o abstención suponía la mayor o menor percepción del tiempo. "Esto, junto con las señales de origen natural que observamos en el experimento previo, demuestra que la actividad de estas neuronas es suficiente para alterar la percepción del paso del tiempo", indican los investigadores.
Aunque en gran medida el estudio es extrapolable a los humanos, los ratones no pueden expresar lo que sentían por lo que no es correcto hablar de una mayor o menor percepción del tiempo en estos animales. Pero los expertos de esta investigación plantean dos argumentos para corroborar su estudio: en primer lugar, cómo los jóvenes amantes puede estar hablando toda la noche sin notar el paso del tiempo; y la percepción lenta de las personas con párkinson porque no tienen dopamina en el cerebro.