El Govern actúa con sigilo, y lo hace consciente de que cualquier movimiento que haga para habilitar el referéndum será suspendido, ya que la justicia no va a permitir ni un paso en falso.
Es por ello que a los problemas en el seno del Ejecutivo de Junts pel Sí para no firmar las licitaciones de compra de urnas o la controversia para liderar un posible decreto de convocatoria del referéndum se han retrasado para dejar paso a una guerra fría interna entre ERC y el PDeCat.
Los reiterados avisos por parte del Tribunal Constitucional a los diferentes miembros del Gobierno catalán no cesan. Y tanto Puigdemont como Junqueras tienen que hacer equilibrios para demostrar que siguen apoyando de forma unánime el referéndum, pero a la vez marcar perfil propio y cumplir con la legalidad vigente, algo que también contraviene las presiones de la CUP, que exigen la desobediencia.
Malabarismos que en muchos casos acaban en descalabros, como sucedió con la filtración de una grabación donde el coordinador de organización del PDeCat, David Bonvehí, confesaba que su partido presentaría un candidato autonomista si el procés fracasa. Para cerrar heridas y escenificar su unidad, ya se ha destituido a la presunta autora de la filtración, concejala de ERC en Manresa.
Pero para poner la puntilla y volver a reiterar su apoyo a la consulta prevista para otoño, se está preparando un acto unitario donde firmarán presidente y consellers un manifiesto de compromiso el próximo viernes.
Este documento medirá sus palabras al máximo para ser lo más ambiguo posible y evitar un posible recurso o la apertura de diligencias contra los firmantes. Según explicaba ayer Nació Digital, los detalles del texto los están definiendo el propio Junqueras y Puigdemont. En todo caso, siempre que se han recurrido textos o resoluciones, se produjeron tras aprobarlos en el Parlament. Esto coincide con la activación de la precampaña por el referéndum por parte de la Assemblea Nacional Catalana (ANC).
Por otra parte, ayer en el Parlament también se hizo un acto de apoyo a Carme Forcadell y la Mesa de la cámara con la presencia de los tres últimos ex presidentes, como De Gispert, Benach o Rigol.
