
La resaca política tras la manifestación de la Diada no ha evitado un nuevo goteo de declaraciones y propuestas por parte de los principales líderes políticos de la Generalitat de Cataluña.
Si el president, Carles Puigdemont, ya había anunciado durante el fin de semana que recularía hasta la pantalla del referéndum pactado con el Gobierno, tal y como hizo Artur Mas en 2012, ayer fue más allá.
Consciente de que el Gobierno de Mariano Rajoy volverá a dar portazo a las aspiraciones de Junts pel Sí de convocar una consulta vinculante, Puigdemont ha puesto un límite de un año para culminar el procés. Si entonces no se ha llegado a un pacto, asegura que "el trabajo para iniciar la desconexión ya estará hecho". Esta vuelta atrás a una casilla que parecía ya superada, como la de la petición de referéndum, contrasta con el mensaje que habían mantenido JxSí y la CUP en las últimas semanas para acercar posiciones de cara a la moción de confianza, cuando parecían dispuestos a acordar y financiar un Referéndum Unilateral de Independencia (RUI).
Sin embargo, ayer Puigdemont restó credibilidad a esta opción y mantuvo que si se convoca un referéndum tendrá que ser vinculante y con "todas las garantías y tests de estrés que exige la comunidad internacional para que no haya duda alguna sobre su resultado".
Esta interpretación de la propuesta de RUI, que la CUP puso como condición para una moción de confianza que ya ha dicho que va a apoyar, no ha gustado nada entre los anticapitalistas. La diputada cupaire, Mireia Boya, dijo que creen que para ejercer la unilateralidad lo que hace falta es "voluntad política".
El tercero en discordia durante el día de ayer fue el socio de coalición de Junts pel Sí, Esquerra Republicana. El vicepresidente y conseller de Economía, Oriol Junqueras, no se quiso casar con nadie, por lo que no rechazó la hoja de ruta que propone ahora Puigdemont, pero tampoco descartó la opción de celebrar un RUI si hay "mayorías amplias y garantías técnicas".
Elecciones constituyentes
Puigdemont quiere culminar el procés en septiembre de 2017, entonces "los catalanes votarán tanto si es en un referéndum como unas elecciones constituyentes".
La opción del referéndum no sería estrictamente unilateral según Puigdemont, ya que buscarían "una voluntad acreditada, un mecanismo seguro y veraz, por lo que también habría un reconocimiento internacional". Si esas condiciones no se dan, Puigdemont siempre ha defendido unas elecciones "constituyentes" por ser previas a la constitución de un Estado, pero que a la práctica serían igual que el "plebiscito" del pasado 27-S.
Pero las propuestas de Puigdemont no han despertado entusiasmo entre sus socios. Junqueras no se ha atrevido ni a garantizar si en esa nueva convocatoria se presentaría junto con la antigua Convergència en coalición. Lo que sí ha exigido Esquerra Republicana es que haya "consenso y garantías", tanto si es una RUI como si son unas elecciones constituyentes.
Quien también opinó sobre esta propuesta de Puigdemont fue la líder de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas, que dijo que "retroceder hasta la casilla de salida del referéndum haría perder a los catalanes dos años más".
Y es que el debate sobre la petición de referéndum pactado es un déjà vu de lo acaecido en 2012, cuando Rajoy rechazó esta opción, y lo que ahora llaman elecciones constituyentes o referéndum acabó en la consulta del 9-N, que de poco o nada sirvió.