
El proceso independentista catalán está enquistado en un diálogo de sordos, pero no mudos. El veto de la CUP a Artur Mas como president fue acompañado de una advertencia clara y directa: "Junts pel Sí tiene que mover ficha", y si alguien dentro de la formación independentista podía cambiar la condición sine qua non de la candidatura de Mas, ese alguien era Esquerra Republicana (ERC).
Pero ayer su candidato para las generales, Gabriel Rufián, fue rotundo: "Sin Mas no hay independencia". Un argumento que también apoyó la cúpula mayor de Junts pel Sí. Para que tuviese mayor énfasis, lo comunicó Raül Romeva, el candidato de consenso que la CUP propuso. El que fuera europarlamentario por ICV también se mostró tajante: "No hay otro candidato, ni lo ha habido, ni lo habrá". Por lo que la situación sigue en el punto donde estaba desde hace semanas, puesto que la intención de JxSí es mantener su oferta y no hacer ninguna otra. De hecho, en esa misma comparecencia, Romeva instó a la CUP a que "responda con hechos a que tiene voluntad de llegar a un acuerdo".
La CUP, por su parte, dejó ayer la puerta entreabierta para pactar antes del 9 de enero, fecha límite en la que se convocarían elecciones automáticamente. Aunque Anna Gabriel ve difícil llegar a un acuerdo en otro de los grandes escollos como son las privatizaciones (JxSí se niega a revertirlas), simultáneamente en otra entrevista, Antonio Baños recordaba que la votación del domingo no era vinculante, por lo que "todas las opciones siguen abiertas".
La situación es paradójica, ya que en este culebrón independentista, hace justo un año, era Esquerra Republicana quien estaba en el foco de la crítica por no aceptar ir en una lista conjunta con Mas.
Déja vu de izquierdas
Aquella llista del president no fue aceptada como tal por ERC por los mismos motivos que hoy alude la CUP, y desde la prensa y los círculos independentistas se criticaba a los republicanos y se les llamaba botiflers (traidores en catalán), tal y como hoy se tilda en estos mismos ambientes a la formación de extrema izquierda.
Pero los postulados que defendía ERC hace un año parecen haberse esfumado, ya sea por el poder y el control político y económico que obtendrían si Mas fuese president, o porque unas nuevas elecciones catalanas en marzo les beneficiaría teóricamente al poder presentarse de forma individual.
Lo único cierto es que Esquerra Republicana tiene más que ganar que perder, por lo que están en una posición más bien discreta por parte de su líder, Oriol Junqueras, que ha defendido a Mas públicamente en muy pocas ocasiones desde la victoria del 27-S. Y es que todos saben cuál es el único y gran obstáculo: Artur Mas, quien dijo hace justo un año "puedo ser el primero o el último. Ya ven que no hay condiciones personales en mi planteamiento", una declaración que tanto ERC como CDC parecen haber olvidado, mientras señalan a la CUP como única culpable.
Respuesta de la CUP a Romeva
La CUP no se mantiene impasible y horas después del aviso de Romeva a que hicieran un gesto, recordaron que la primera de las propuestas que hicieron pasaba por "invertir un presidente de consenso". "Se hizo la propuesta concreta que el candidato sea el cabeza de lista de JxSi, entendiendo que debido a que ha ocupado esta posición ha aglutinado el apoyo de los partidos e independientes que conformaban la candidatura y cuenta, además, con el apoyo del grupo parlamentario de la CUP y podría, además, no generar el voto contrario de otras formaciones", explican, apuntando a Raül Romeva. El destino que le aguarda a Mas según la CUP es relegarlo como embajador del proceso independentista a nivel internacional.