
La política catalana ha sido un gran baile de máscaras durante los últimos años, con el Parlament como escenario y el palacio de la Generalitat como gran objetivo. El candidato a la presidencia por Junts pel Sí, Artur Mas, actúa como anfitrión del evento, pero necesita del apoyo de uno de sus invitados menos lustrosos, la CUP, que tendría que escogerle como pareja de baile para que la orquestra siga tocando y el baile no cese.
Pero el partido de izquierda independentista ha rechazado todos los intentos y proposiciones del líder de Convergència para intentar seguir siendo president, y la música, que es el proceso independentista, no pare. Mas fue rechazado de nuevo en la segunda ronda del debate de investidura por parte de todos los grupos parlamentarios.
Las cesiones de Mas a la CUP
Las ofertas de la coalición formada por Convergència y Esquerra Republicana son muchas: desde establecer una presidencia coral donde Mas cedería el poder a Junqueras como vicepresidente primero en el ámbito económico, Romeva como vicepresidente segundo de relaciones internacionales y Munté como vicepresidenta tercera en el ámbito social.
Una propuesta que fue ridiculizada en su día por amplios sectores de Junts pel Sí al rechazar convertir a Mas en un "presidente florero" y que ahora se erige como una de las pocas alternativas para no dejar la presidencia de la Generalitat vacía por primera vez en la historia del Parlament.
Otra de las concesiones propuestas es que su Govern se someta voluntariamente en julio a una moción de confianza para que el resto de grupos evaluaran el cumplimiento de sus compromisos, y, si no la superara, abandonaría la presidencia. El problema es que entre las prioridades del partido de la izquierda independentista destaca por encima de todas la promesa estrella en campaña electoral de la CUP: no investir a Mas.
De hecho, el número uno de la CUP, Antonio Baños, dejó bien claro que si JxSí eligiera otro candidato "ya habríamos llegado a un acuerdo". Aunque Baños le dio un "no tranquilo" y le aseguró su predisposición de "estar collados a la mesa de negociación" para llegar a un acuerdo.
Dos meses como límite
Junts pel Sí sabe que sólo le queda una oportunidad para que Mas sea reelegido como presidente de la Generalitat, y que si la CUP no cede antes del próximo 9 de enero, se convocarán automáticamente elecciones anticipadas en marzo. Es por ello que Mas ha pedido llegar a un acuerdo en los próximos días y no apurar los plazos, a lo que Baños le exigió más cesiones para que el acuerdo "esté a punto". De hecho, ayer publicaron un nuevo documento donde especificaban algunas de las condiciones que ponen para llegar a un acuerdo e inciden en revertir privatizaciones y eliminar proyectos como el macrocomplejo de ocio 'BCN World' en Tarragona, entre muchas otras. Condiciones que Mas ya descartó en un primer momento pero que quedará por ver si también cede.
Durante el debate de investidura de ayer, el president en funciones de la Generalitat también desoyó los avisos del Tribunal Constitucional tras la suspensión de la resolución rupturista aprobada el lunes por JxSí y la CUP. Artur Mas fue más allá y dio a entender que seguiría pese a los avisos del TC ya que "el 9-N también se prohibió la consulta y se pusieron urnas, y es el pueblo de Cataluña el que con sus votos nos dio el mandato de desobedecer". Un mensaje que ya repitió la vicepresidenta de la Generalitat, Neus Munté, en un primer momento. El monarca, Felipe IV, envió un mensaje de "serenidad" con el aviso de que "la constitución prevalecerá".
En medio del baile, y con el proceso independentista paralizado, las máscaras se caen, y nada queda de las promesas de Mas en los meses previos a la convocatoria de elecciones donde decía "sacrificarse" por el proceso e incluso "ir como último de la lista si hacía falta para tirar el proceso independentista adelante".
La oposición reprocha a Mas querer la presidencia a "cualquier precio", y según parece, éste estaría dispuesto a ceder el palacio e incluso el poder para entrar en la historia como el primer president de la República catalana. Aunque su carrera política parece condenada, como en la ópera de Verdi un baile de máscaras, cuando el Rey Gustavo III es asesinado a mitad del baile. Por el momento, el tercer acto no ha terminado y la función sigue su curso.