La masiva manifestación que se produjo en la Vía Meridiana de Barcelona durante el acto de la Diada y que congregó a casi un millón y medio de personas en vísperas de las elecciones más determinantes de Cataluña ha provocado que los círculos empresariales hayan tenido que pronunciarse y tomar parte entre favorables o contrarios a la independencia.
La posibilidad de que Cataluña pueda ser independiente no ha tenido consecuencias, por el momento, que se puedan atribuir directamente y, sin ninguna duda, al proceso emprendido por Artur Mas en 2012.
Pese a que la región catalana es la que más empresas ha visto desaparecer en los últimos años (también es una de las que más ha creado), la ?fuga? de muchas de estas compañías que han cogido el puente aéreo a Madrid se debe básicamente al atractivo fiscal de la capital en detrimento de la presión recaudatoria que hay en Cataluña.
Con las elecciones a la vuelta de la esquina, la preocupación del mundo empresarial ha aumentado de forma exponencial, sobre todo entre los contrarios a la secesión, que ven cómo una hipotética independencia podría acarrear la salida de la UE y consecuencias no cuantificables. Las empresas como tal no se pronuncian en ningún caso, pues una buena relación con la administración de turno, sea catalana o española, y el miedo a un posible boicot hace que el posicionamiento sobre esta cuestión sea tabú. Las que sí se han manifestado y han hecho un llamamiento para que el mundo empresarial se pronuncie son las patronales.
A nivel nacional, las dos grandes patronales, Ceoe y Cepyme, a través de sus presidentes Juan Rosell y Antonio Garamendi respectivamente, calificaron de desastrosas las consecuencias de una Cataluña independiente fuera de la UE ?para la economía, para las empresas y para el bienestar de los ciudadanos, tanto de Cataluña como del conjunto de España?.
Como solución, ambas instituciones no reconocieron el llamado ?derecho a decidir?, pero pidieron ?diálogo? entre ambas partes. A nivel Cataluña, conscientes del nivel de movilización que ha adquirido el independentismo, se han pronunciado de forma más clara. El último ejemplo es el del Cercle d? Economia, que pedía en un documento la semana pasada que si había mayoría independentista se celebrara un referéndum donde la población pudiese decidir.
El Cercle está dividido en la cuestión independentista, por una parte tiene como presidente al catedrático Antón Costas, en contra, y por otra su vicepresidente, el empresario Artur Carulla (Agrolimen y vicepresidente del diario independentista Ara) a favor. El único empresario que siempre se ha posicionado en contra de la independencia es el presidente de Freixenet y de la Cámara de Comercio de España, José Luis Bonet, que ?no entendía a quienes querían la independencia?. La Cámara de Comercio de Barcelona se unió como organización perteneciente al denominado Manifest del Far (Manifiesto del Faro), donde las diferentes patronales catalanas como Cecot o Pimec se han puesto al lado del president Mas para ir hasta el final, sean cuáles sean las consecuencias.
El caso de la Cámara de Comercio de Barcelona es singular, pues su presidente Miquel Valls, aunque apostó por el derecho a decidir, recientemente se ha manifestado en contra de la independencia. Foment del Treball ha sido hasta ahora la única institución que no ha cambiado de postura y, a través de su presidente, Joaquim Gay de Montellà, es favorable a un pacto fiscal. En Madrid, el Círculo de Empresarios alertó de los ?gravísimos daños? para Cataluña y España de una secesión
Por lo general, las grandes compañías son más reticentes a apostar por la independencia, por su presencia en el mercado español y ante el temor de un posible boicot. Esto contrasta con las pequeñas y medianas empresas, ya que algunas se acogen a la esperanza de una Cataluña independiente ?más justa? , aunque muchas temen igual las consecuencias. El primer empresario que alzó la voz para asegurar que no dudaría ni un ápice en salir de Cataluña si se produjera una ruptura es el fallecido hace unos meses José Manuel Lara, histórico presidente del Grupo Planeta.
Lo cierto es que en los últimos años, la excesiva fiscalidad en la región catalana y la situación de Madrid como un mercado con un marco jurídico y político mucho más estable y atractivo fiscalmente ha hecho que muchas empresas ya hayan cogido el puente aéreo. Esto, traducido en cifras desde que Artur Mas accedió a la presidencia de la Generalitat, ha provocado la fuga de más de 3.800 empresas, aunque un informe de Axesor también pone en relieve que la comunidad catalana ha recibido 2.547 compañías, lo que la deja con un saldo negativo de casi 1.300 empresas.
La amenaza de que una secesión paralizará la inversión extranjera también es uno de los mayores temores que tienen; de hecho, en 2014 la inversión foránea cayó un 15,8 por ciento en Cataluña, cuyo peso en la inversión total se ha reducido del 22 al 16,8 por ciento.
Uno de los ejemplos más sonados de grandes empresas que han cambiado el domicilio social de su matriz en Cataluña para instalarlas en otras regiones españolas es Naturhouse, que trasladó Kiluva a Madrid justo cuando Mas convocó las elecciones anticipadas de 2012. Otras, como Volkswagen, han condicionado su mayor inversión en España a que Cataluña siga en el euro.