Cataluña

Mas exige a la CUP que le acepte como 'presidenciable'

Argumenta que 'Junts pel Sí' logró 1,6 millones de votos y los votantes sabían que él era candidato a la Generalitat

El presidente en funciones de la Generalitat, Artur Mas, inició ayer sus maniobras para ser reelegido. Ante los micrófonos de la radio pública catalana, desgranó sus medias verdades para intentar convencer a la CUP de que apoye su investidura, algo que hasta ahora el partido independentista radical ha dicho que no hará.

Durante la entrevista en Catalunya Ràdio, Mas quitó importancia a su posición como cuarto candidato en la lista electoral que presentó Junts Pel Sí en la provincia de Barcelona. En su opinión, la coalición formada por CDC, ERC, la ANC y Òmnium era una lista unitaria y la ubicación de los candidatos no tenía relevancia. Lo único que estaba claro, "porque se debatió públicamente", era que él era el candidato a presidir la Generalitat y que los 1,6 millones de votantes que apoyaron a Junts pel Sí lo apoyaron a él y no Raül Romeva, que fue quién lideraba la lista y el que participó en todos los debates televisados que se celebraron durante la pasada campaña electoral.

Otro de los argumentos para convencer a la CUP fue que los dos Ejecutivos que él ha presidido "no han sido el gobierno de los recortes. Lo que he hecho es administrar los recortes que impuso Madrid", alegó en su defensa. "Hemos creado más impuestos que ningún otro gobierno y hemos desobedecido los objetivos de déficit que nos ha impuesto Madrid", afirmó en su intento de resaltar el perfil social y combativo que le exige la CUP para apoyarle.

Dentro de su especial interpretación de los hechos, Mas aseguró que los votos que el pasado 27 de septiembre recibieron Catalunya Sí que es Pot y Unió Democràtica no pueden sumarse al bloque del no a la independencia. Esta interpretación es exactamente la contraria a la que hizo durante la campaña, cuando para pedir el voto alertó que apoyos a esos dos partidos sería contado como parte del bloque anti secesionista. De esta forma, el president defendió que en las pasadas elecciones el bloque del sí quedaría con un 47,8 por ciento de los votos y el del no con un 39 por ciento. "Una minoría no puede bloquear la aspiración de una mayoría", sentenció.

Finalmente, en un último intento de convencer a la CUP, señaló que "no hemos llegado aquí para estropearlo todo. Todos debemos entender que estamos en una etapa histórica, que tenemos una responsabilidad sin precedentes y que no podemos fallar".

De hecho, Mas ya da por hecho que habrá "un Gobierno de concentración" en Cataluña y que "dentro habrá la mejor gente posible para sacar adelante lo que tenemos en nuestras manos". "Y los partidos estarán claramente representados en este gobierno", aseguró en referencia Convergència y a ERC.

Respecto a su imputación por el 9-N, Mas ofreció una peculiar explicación: "Legalmente no desobedecí, políticamente lo que hubo fue una rebelión democrática contra el Estado español: puse las urnas".

El 'extraño' apoyo de ERC

Mientras Artur Mas realizaba sus cábalas, el presidente de ERC, Oriol Junqueras, aseguró que "la continuidad del proceso depende del pueblo de Cataluña" y no de una persona. Pese sus palabras, se mostró convencido de que habrá acuerdo.

Por su parte, el dirigente de la CUP, Quim Arrufat, pidió "calma a los hooligans" que exigen que voten a favor de Artur Mas.

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