Punto y casi final. La dirección de Unió, encabezada por su presidente Josep Antoni Duran i Lleida, decidió ayer por 16 votos a favor, 10 en contra y dos abstenciones romper con Convergència y retirar del gobierno de la Generalitat a sus tres consejeros: la vicepresidenta Joana Ortega, el de Interior Ramon Espadaler y el de Agricultura Josep Maria Pelegri.
Esta decisión, de efecto inmediato, obligará a Artur Mas a remodelar su Ejecutivo a 80 días de las elecciones autonómicas, pero no le forzará a adelantar los comicios. El presidente del consejo nacional de Unió, Ramón Espadaler, garantizó el apoyo de los diputados democristianos a Mas, tanto en el Parlament donde sólo quedan dos plenos por celebrar antes del verano, como en el Congreso de los Diputados donde el presidente de Unió, Duran i Lleida, ejerce de portavoz parlamentario. También anunció que la intención es mantener la colaboración entre los dos partidos en el ámbito municipal y de las diputaciones catalanas.
Ayer, tras la reunión de la dirección, Duran i Lleida prefirió no dar la cara y esquivó a los medios de comunicación. Por su parte, la vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega, anunció su intención de abandonar la política.
Según Espadaler, "Unió abandona formalmente el gobierno de la Generalitat por coherencia con lo que expresó la mayoría de nuestra militancia y como respuesta a lo que todos hemos convenido en llamar un ultimátum". El 51 por ciento de la militancia de Unió votó el domingo pasado a favor de un proceso soberanista negociado con el Estado español y el pasado martes Convergència les instó a decidirse sobre si el partido se sumaba a la hoja de ruta a favor de la independencia, que Artur Mas ha acordado con ERC y las entidades soberanistas.
Esta hoja de ruta no contempla un camino hacia la independencia de Cataluña no negociado con el Estado. Espadaler también lamentó que no haya habido "más diálogo" por parte de sus todavía socios. De hecho, Espadaler, que también es secretario general de la federación, se mostró visiblemente molesto con las exigencias que puso Mas al dar tres días a su partido para decidirse sobre su papel, a lo que respondió que "sólo han necesitado dos". Asumió que esta crisis en la federación "no es como las otras, esta es grave".
Ante la salida de los tres consellers de Unió y el peligro de provocar una crisis de gobierno, el socio de CiU en la oposición, Esquerra Repúblicana (ERC), se ofreció de inmediato para ocupar los puestos vacantes. El objetivo de ERC es garantizar la "estabilidad" del govern para conseguir el "reto de la independencia". El portavoz de ERC, Sergi Sabrià, anunció que "hablarán" con Mas para ofrecerle su "apoyo incondicional" en los meses previos al 27-S.
El sector crítico se desmarca
Uno de los líderes del sector independentista de Unió, Antoni Castellà, echó leña al fuego una vez finalizada la comparecencia de Espadaler para desacreditarle como representante del partido, al asegurar que la decisión es "chantajista" al poner contra las cuerdas al president Artur Mas.
Castellà siguió desautorizando al actual conseller de Interior como voz mayoritaria del sentir de Unió, ya que aseguró que el partido "no se desentenderá de su legado histórico con Cataluña, pues al menos el 47 por ciento de los militantes están a favor de la independencia".
A colación de la grave crisis que resquebraja por completo Unió, Castellà pide que se celebre un congreso extraordinario para "dirimir" de qué forma irán a las próximas elecciones catalanas del 27S. Las opciones: si irán con Convergència, si irán como Unió o si el partido se desintegrará y CDC absorberá a los democristianos independentistas.
Lo que parece evidente es la fractura interna y casi definitiva de la histórica federación nacionalista que ha ganado todas las elecciones autonómicas en Cataluña.